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- que obtengo yo si lo hago - preguntó. no podía dejar pasar esa oportunidad. Al saberse aún más vulnerable retrocedió. - olvidemos que lo pedí - se giró a la ventana colocándose el cinturón. - deja yo lo hago - dice tomando sus manos a la vez que su cinturón. - no gracias - quita sus manos avergonzada. - ¡deja de hacer eso! - se altera tomando nuevamente sus manos. Con miedo sede dejando que el asegure el cinturón. El auto emprende la marcha y el silencio es ensordecedor. Llega directo a la mansión y sin decir más va directo a ver a Samira rezando para sus adentros no encontrarse con Fazza. y así fue. Una noche más aprovecha hasta el último segundo junto a su pequeña. Le canta canciones de cuna mientras mese en sus brazos y acaricia su cabello. Las lágrimas salen por tanta fus