CAPÍTULO NUEVE Duncan corría solo por las calles de Andros tratando de ignorar el dolor en los tobillos y las muñecas, impulsado por la adrenalina al pensar solo en una cosa: salvar a Kyra. Su grito pidiendo ayuda le resonaba en la cabeza, en el alma, y le hacía olvidar sus heridas mientras corría sudando por las calles hacia el origen del ruido. Duncan giraba y pasaba por los angostos callejones de Andros sabiendo que Kyra estaba justo detrás de esos gruesos muros de piedra. Los dragones volaban todo en derredor incendiando calle tras calle, con un calor emanando de los muros tan tremendo que Duncan podía sentirlo hasta en el otro extremo del muro. Esperaba y rogaba que no bajaran hacia su callejón, o entonces estaría perdido. Pero a pesar del dolor, Duncan no se detuvo. Tampoco se dio