—A ver si entiendo ¿El hombre te tiro los tejos de frente y ahora te envía mensajes?—asiento. Mi amigo John y yo estamos en una cafetería muy concurrida en rodeo drive. —Está mañana me envió un mensaje de buenos días—digo. Lo busco y se lo muestro —Tienes que decirle a Demetrious—niego —Estás loco ¿Sabes lo que mi marido va a hacer si le muestro esto? —De seguro que lo deja como santo cristo. —John. Por favor, promete que no dirás nada. Ni siquiera a Andreas —No me parece. —Te lo conté porque necesitaba hablar del asunto. Me mira un momento. Niega y suspira de forma dramática. —Está bien—concede y respiro aliviada— ¿Cómo está mi princesa? —Bien. Hoy amaneció de buen humor y parece que ya olvidó el asunto— suspiro. Dulce inocencia. —Yo le habría apuesto las bolas de co