Llegó mi cumpleaños y yo ni enterada estaba de que lo era, así que cuando mi hermano vino y me felicitó por el mismo me tomó desprevenida. – ¿Cómo? ¿Mi cumpleaños? – ¿Acaso no recuerdas que hoy es tu cumpleaños? – Si no me lo dices no lo sé. – Hay que admitir que tú falta de memoria te ha afectado gravemente. Ni siquiera recuerdas tu cumpleaños. En ese momento recuerdo la promesa que le había hecho a Ramsi, que cuando cumpliera mis quince años me convertiría en su mujer. Rápidamente me acerqué a mi hermano, lo tomé de las manos y le dije: – Hermano... prometeme que no le dirás a Ramsi sobre mi cumpleaños, por favor promételo. Como mi voz sonaba desesperada, mi hermano sin pensarlo más me lo prometió. – Está bien, te lo prometo. Pero dime... ¿Por qué no quieres que se lo diga? Me