CAPÍTULO II Arabella permaneció sin dormir, acostada en una camita de cuatro postes, con un dosel de volantes. Estaba cansada, pero su mente rondaba obsesivamente los acontencimientos del día; después de cierto tiempo renunció dormir. Se sentía exhausta cuando la señorita Harrison ordenó que acostaran a Beulah, pero permaneció despierta. —Será mejor que tú también te vayas a acostar, niñita— había sugerido la señorita Harrison. Arabella comprendió que no era tanto por consideración que la enviaban a descansar, sino porque la institutriz programaba divertirse un rato con la doncella principal, la señorita Fellows. Había una botella de brandy, cerrada, sobre la mesa, dos copas de cristal cortado y un paquete de naipes. Al poco rato de estar en el Castillo, Arabella notó que la señorita Ha