Con el pasar de los días tanto Alice como Scott habían dejado a un lado el episodio de la ducha por el bien de la sanidad mental de ambos y para hacer más ligero el aire entre ellos. Scott cada día aprendía más sobre lo que hacía la familia de Alice y que su padre era uno de los hombres más respetados del país no era precisamente por su apellido que era muy reconocido en la política, pero sí porque era un hombre que no se quedaba con los brazos cruzados cómo lo hacían la mayoría de los hombres poderosos. Empezaba a entender la importancia de Alice para el centro y lo entregada que estaba en su labor. No era algo con lo que estaba precisamente de acuerdo, pero sí admiraba sus ganas de hacer que los chicos salieran adelante, su completa entrega en ayudar a los demás. Puede que fuera cierto que si hubiera más personas como ella en el mundo todo sería mejor.
La relación de ambos había pasado de órdenes por parte de Alice y quejas silenciosas por parte de Scott a trabajar en equipo. Y vale resaltar que Dorinda se había convertido en una fiel seguidora del señor Hoffmann, donde estaba Scott ahí estaba ella, aunque fuera contra su voluntad. Al principio le parecía una niña insoportable, pero con el tiempo ya el mismísimo Scott iba a buscarla para darle charla, la niña hacía su trabajo más a meno.
Scott y Alice estaban pintando las nuevas mesas del comedor después de mucho discutir el color ya que Alice quería que fueran amarillas, pero Scott insistía que en grises no se mancharían con tanta facilidad, después de una dura amenaza por parte de Scott de que si las pintaba de amarillo y después fuera necesario volver a pintarlas Alice tendría que hacerlo ella solita, porque quién avisa amigo es.
Estaban cada uno en un rincón pintando cuando Alice empezó a cantar “Runaway” y Scott se giró bruscamente la cabeza para mirarla, la muchacha se dio cuenta y se quitó los auriculares para preguntar que le pasaba.
–Si quieres un autógrafo dime, que no te dé vergüenza, soy muy educada con mis fans. –Habló con sarcasmo.
–Por supuesto, ¿Te importa que sea en una nalga? –Se rio Scott y la muchacha hizo un gesto de asco seguido de una sonrisa. –En verdad sólo me sorprende que te guste Bon Jovi. ¿No te debería de gustar el reggae, hip hop o algo así?
Alice lo miró como si fuera un reptiliano y le contestó.
–Claro que me gusta Bon Jovi, pero también me gusta lo demás que has mencionado… ¿Porqué? ¿A ti no te gusta Bon Jovi?
–¡Claro que sí, es mi grupo favorito! Ahora sólo me falta que me digas que también te gusta las palomitas con chocolate. –Y puso Scott los ojos en blanco.
–Pues que sepas que me encanta, pero sí es con chocolate blanco mejor. – Alice se mordió los labios para mirar a Scott, parecía ser que tenían mucho más en común de lo que ella se esperaba. Ambos se miraron durante un par de minutos con una sonrisa tímida cada uno, hasta que tuvieron el mismo pensamiento de siempre “Pero que c**o ha sido esto?” y decidieron seguir con su trabajo en silencio.
Alice pensaba en lo que su padre la había contado sobre Scott. Ella sabía que él era inocente y que seguramente sabía quien había matado a su hermano, pero demostraba ser una buena persona a pesar de todo y se empezaba a preguntar cuales habían sido sus razones para mentir. También se preguntaba que estaría pensando él de ella ya que estaba claro que ella sabía la verdad y allí estaba como tonta mirándolo cada vez que él no se daba cuenta. Sólo esperaba poder llegar a él pronto y quitarse de encima las dudas que tenía sobre él.
Cuando ya se estaban levantando para irse el mellizo de Alice, Aaron entró al comedor buscando a su hermana. Analizó a Scott con la mirada, pero no le dirigió la palabra.
–Te he estado buscando por todo el centro, hemos intentado encender el barco para el paseo de los niños mañana, pero hay algún problema con el motor. –Habló Aaron apresuradamente y la preocupación de Alice no tardó en salir.
–¿Y ahora dónde encontramos a alguien que nos pueda ayudar con eso? Necesitamos el barco para mañana a primera hora. Y las horas que son dudo que consigamos a alguien. –Puso una mano en la cadera y la otra en la frente intentando sacar alguna idea de su cabeza.
Scott entendía algo sobre mecánica y su padre tenía un barco. Pensaba que tal vez sería de ayuda, pero dudaba en ofrecerla porque Aaron tenía una actitud hostil con él… pero también se notaba que era algo importante así que decidió hablar.
–Yo…bueno, os puedo ayudar, si queréis claro. –Se ofreció Scott y Aaron tenía en la punta de la lengua su negativa, pero no le dio tiempo a contestar.
–¡Pues no perdamos más tiempo! El barco está en el lago y no va a tardar mucho en atardecer, cuánto antes empieces mejor.
Los chicos no tuvieron tiempo a refutar aquella orden y salieron corriendo detrás de Alice. Aaron y ella fueron en su coche y Scott se subió a su moto para seguirlos.
Cuando llegaron Scott se bajó de su moto, se quitó su chupa entraron a la propiedad de los Johnson y fueron directos al muelle y sin esperar órdenes Scott fue a mirar el motor del barco, giró la llave del motor para escuchar como sonaba y ver si así podía identificar su problema.
–Parece ser que el problema es el interruptor de contacto, si el barco estuvo mal protegido este invierno puede ser la causa de que no funcione. –Scott explicaba, pero tanto Aaron como Alice no decían nada, era visible que estaba hablando consigo mismo. Scott levantó el tablero del motor y dijo. - ¡¡Efectivamente, aquí está el problema!!–Exclamó Scott con una sonrisa satisfactoria y los dos hermanos se inclinaron para intentar ver que era, pero no veían nada raro.
–¿Tiene arreglo? ¿Y si lo tiene crees que puedes arreglarlo ahora? –Preguntaba Aaron preocupado porque si el barco estuvo desprotegido fue por su culpa.
–Sí, por supuesto que tiene arreglo, en efecto es una de las averías más normales y fáciles de arreglar en un barco. Sólo tengo que quitar el cadernillo verde que se ha formado en los cables y asunto resuelto. –Les explicó Scott sin perder el tiempo y ya poniendo las manos a la obra..
Pasaron unos minutos viendo como Scott desmontaba la llave de contacto, pelaba un par de cables y los volvía a conectar, pasó pocos minutos encendió el barco y funcionaba de maravilla. Ambos hermanos se miraron contentos y se abrazaron saltando de alegría. A Scott le hizo gracia la escena y hasta le dio un poco de envidia, se notaba que estos dos hermanos eran muy unidos en cambio él tenía tantas diferencias con sus hermanos que no habían tenido tiempo de profundizar en su relación.
El teléfono de Alice empezó a sonar y se apartó para contestar la llamada. Entonces Aaron se acercó a Scott.
–Así que eres una especie de genio de los motores ¿o cómo? – Preguntó mientras se subía al barco para revisar que estaba todo ok. A Scott le había extrañado su actitud, parecía ser que por un instante Aaron se olvidó de con quién hablaba.
–Bueno, siempre me ha gustado jugar en el taller de nuestro club, he tocado coches, motos y hasta camiones. Un barco no es lo mismo, pero con lo poco que vi de uno ha sido suficiente para aprender un par de cosillas. –Se explicó Scott con una sonrisa de suficiencia.
Vieron como la cara de Alice pasaba de un aspecto relajado a euforia viva y se interesaron por saber que pasaba.
–¿Todo bien peque? –Preguntó Aaron acercándose a su hermana.
–¡Todo de maravilla! Han dado a Dorinda la beca de estudios que tanto queríamos para ella, por fin nuestra niña genio podrá estudiar en un colegio donde pueda sacar su máximo potencial. –Contó la chica con una enorme sonrisa y abrazó a su hermano. Se dio la vuelta y abrazó a Scott que parecía estar también feliz por la noticia. El abrazo duró más de lo esperado, Scott la sacaba por lo menos dos cabezas y sentir aquel calor que salía de su cuerpo era reconfortante y la erizó todos los vellos del cuerpo y él chico también parecía disfrutar de tener aquel pequeño cuerpo delicado pegado al suyo, no sabía que lo necesitaba hasta que lo sintió en aquel momento.
Alice se apartó un metro exacto de él y los dos se miraron con una sonrisa tímida que brillaba en sus rostros, estaban tan extasiados mirándose que Scott no vio venir aquel puñetazo que lo tiró al suelo. Llevó su mano directo a la mandíbula y levantó la cabeza para ver de donde había venido y vio como Aaron apartaba a Alice porque el hombre que estaba a punto de ponerse encima de Scott parecía estar ciego de la rabia.
–¡¡NO VUELVAS A TOCAR TU SUCIAS MANOS EN MI HERMANA!!!–Exclamó aquella voz grave que hizo que los ojos de Scott se abrieran espantados, no por el golpe sino por quien era.
“¡No... ¡No puede ser! ¿Cómo es posible? Él está muerto.”–Fue lo último que pudo pensar Scott porque aquel puño volvió a golpear contra su mandíbula y no tenía intención de parar tan pronto.
Scott sintió los primeros golpes, pero para los siguientes ya estaba perdiendo algo de conciencia, sólo sentía el olor a hierro, el sabor a sangre y el aliento caliente de aquel hombre que no dejaba de gritar cosas en su cara que era no era capaz de entender. En algún momento escuchaba gritos de Alice y pudo ver como el hombre que lo estaba golpeando empujaba a Aaron que intentaba sepáralos, pero era inútil, aquella fiera no tenía intención de soltarlo.
Lo ultimo que recordaba antes de perder la conciencia fue la voz del reverendo de fondo y luego sobre él agarrando su cara e intentando que se mantuviera despierto, pero era imposible, escucho que Alice gritaba su nombre una y otra vez y después todo fue oscuridad. Aquel fantasma quería de verdad matarlo.