Parecía que el colchón de la cama de arriba era una vista más bonita que el puñetero Cristo Redentor sobre la montaña del Corcovado porque Scott no apartaba la vista de él. Tuvo que hacer una visita a enfermería por su costilla rota que le dolía infinitamente más después de su reunión de amigos en las duchas. Había extrañado que el médico no le hubiera preguntado nada, pero lo miraba como si ya lo supiera todo. Víktor le había asegurado que no pasaría nada, que en la cárcel de Hays el director era él, pero a Scott le costaba creer que podría matar una persona y salirse de rositas como si nada. –Hoffman, tienes visita. –Anunció un guardia sacando a Scott de sus pensamientos. Scott extrañó por unos minutos por recibir una visita tan tarde, pero no tardó en ponerse de pie y seguir al guardi