Caía una tormenta de estas que piensas que será el fin de los tiempos y junto con el agua de aquella lluvia por el suelo de un callejón bajaba hasta la alcantarilla la sangre de un inocente, mientras un padre agonizaba de dolor con el cuerpo de su hijo en brazos. Su niño, el niño de sus ojos estaba allí muerto. El reverendo Johnson sentía que el corazón se le rompía a la mitad, era como sentir el frío de la muerte agonizar en el y desear que llegue por fin el fina, pero este nunca llegaba. Un hombre que luchaba contra la injusticia, contra la criminalidad tener el cuerpo de su hijo muerto justamente por aquello que tanto anhelaba poner un fin, el odio del ser humano y esa devastadora necesidad de autodestruirse por cosas tan pequeñas y mezquinas que en verdad no tenían ningún sentido.
- Isaiah, tienes que soltarlo ya! Tienen que llevarlo para realizar la autopsia. Por favor Isaiah deja que se lo lleven. - El sheriff agarraba por los hombros al reverendo que también era uno de sus mejores amigos, por lo tanto, la muerte de aquel joven lo afectaba inmensamente. Lo había visto crecer, había ido a sus cumpleaños, había jugado al futbol con él. De cierta forma Wallace Johnson también era su niño, y ahora él también lo había perdido.
- ¡Me quitaron a mi chico Karl, me lo quitaron! – Isaiah Johnson lo decía desesperado, perder a un hijo era algo difícil para un padre, pero perder a su hijo asesinado con aquella brutalidad…Dios mío era inimaginable para cualquier persona en la tierra.
Wallace había sido golpeado hasta la saciedad y lo dejaron sólo para morir hasta que el camarero de un bar salió a tirar la basura bajo la lluvia y lo encontró allí. De inmediato llamó a la policía, pero antes que llegaran su padre ya estaba allí, alguien lo había llamado desde una cabina telefónica avisando donde estaba su hijo.
-Sheriff sabes que con toda esta lluvia será muy difícil realizar una investigación. – Habló el policía Moore a su jefe. – Toda esta lluvia se habrá llevado cualquier evidencia de lo que pasó aquí.
- No me importa, aunque tenga que mover cielo y tierra descubriré que ha pasado aquí. No vamos a parar hasta encontrar el asesino. Griffin es un pueblo pequeño, tuvo que ser alguien de aquí Moore, avisa por las radios, esto sigue fresco que se pongan todos las pilas. Quien hizo esto no puede andar lejos. Y ve a preguntar por los edificios que están enfrente, cualquier sitio que tenga visión a este callejón. Alguien tuvo que haber visto algo. – Ordenó el sheriff y el joven no tardó en seguir sus instrucciones.
El sheriff se acercó a su amigo mientras veían como cerraban aquella bolsa negra y se llevan el cuerpo para realizar la autopsia. No había mucho en aquel lugar que pudiera ayudar por el momento, pero tal vez el cuerpo podría presentar alguna prueba o señal de quien pudo haberlo hecho.
-Encontraré quien hizo esto Isaiah. Te lo prometo, esto no se va a quedar así. – Abrazó a su amigo sabiendo que posiblemente ni estaba escuchando lo que decía, el hombre estaba
inmerso en un agujero oscuro. Así que el sheriff llamó a la familia y los amigos más allegados para que estuvieran con él. Ahora todos necesitaban consuelo.
No muy lejos de allí el profesor de historia Mike Thopmson recibía la llamada de su amigo.
-Karl dime que no te has vuelto a emborrachar? Eres el sheriff hermano, ya paso de tapar tus borracheras, sobre todo cuando no me invitas. – Se rio, pero la respuesta tardó en llegar así que supo de inmediato que pasaba algo grave. – ¿Karl que pasa?... ¡¡Habla!!
-Mike, Wallace está muerto. – Habló el sheriff con tristeza y rabia a la vez.
- ¿De qué estás hablando Karl?... Estuvo conmigo está tarde y estaba perfectamente ¡¿Cómo que ha muerto?¡ - No se podía creer esa noticia, tenía que ser una broma, pero estaba claro que no era así. – Si voy para allá ahora mismo. Sí, sí iré a ver a los chicos, hablaré yo con sus hermanos no te preocupes, tu cuida de Isaiah por favor.
Mike se puso lo primero que había encontrado por la habitación, se dejó la camiseta blanca que llevaba puesta y se puso un pantalón chándal gris, y buscó sus deportivas. Megan, su esposa no estaba en casa, tenía turno de noche en el hospital, y hasta lo agradeció tal vez viniera bien tener a alguien conocido en el hospital aquellas horas de la madrugada. Bajó por las escaleras como si tuviera al demonio pisando sus talones. Entró a la cocina buscando su chaqueta de cuero y vio las luces de un coche fuera. Salió para ver lo que pasaba y se quedó desde lo alto de la entrada viendo el Ford Escort RS de Thomas parado justo delante de la puerta, estaba encendido, pero ninguno de los chicos estaba allí. Escuchó un ruido viniendo del pasillo que rodeaba la casa hasta la parte delantera y se asomó. Allí estaban Thomas y Scott los hijos del primer matrimonio de Megan. Encendió la luz que estaba ahí y pudo ver que los chicos tenían la manguera en manos. Algo raro ya que caía la de Dios, esa zona de la casa era utilizada por Scott para hacer de taller con su moto así que tenía un tejado arriba. Era uno de los chicos de Megan que vivía con ellos. El otro era Jamie, el mas pequeño de los tres y Scott era el mediano, Thomas el mayor eligió seguir viviendo con su padre.
Cuando se acercó un poco los chicos se sobresaltaron, ya buena señal de que andaban en malos pasos como era ya de costumbre. Llevaban vaqueros claros y sus queridas chaquetas de cuero negra que llevaban detrás el nombre de su adorado club de motos "DISCIPLES OF CAIN"que no se quitaban al parecer ni para ducharse, también llevaban unas botas negras. Scott tenia el cabello rubio largo que lo llevaba siempre atado en un moñoy la cabeza rapada por los lados, ya Thomas llevaba la cabeza totalmente rapada y Mike sabía que no era precisamente por moda y Mike odiaba lo que significaba aquello, pero amaba a Megan y adoraba a Jamie, así que no le importaba la forma tan estúpida como esos chicos habían decidido ocupar sus vidas. Pero algo llamó su atención, ambos iban con camisetas blancas así que pudo ver con claridad las manchas de sangre y lo que hacían con la manguera era limpiar la sangre que tenían en sus botas.
-¿Se puede saber en qué os habéis metido ahora? – Preguntó Mike irritado.
- ¿Por qué no te metes en tus asuntos n*****a? – Habló Thomas con tono despectivo y la agresividad habitual con la cual trataba a padrastro. – Entra a casa anda, que nadie te ha llamado aquí.
-Esta es mi casa, y aquí no vas a hacer lo que se te pegue la gana. – Dio un paso adelante Mike porque no se iba dejar amedrentar por un niñato mal educado y mucho menos ese.
- Yo también vivo aquí ¿O se te olvida? – Dijo Scott, pero su voz no sonaba tan dura y segura como siempre, le temblaba la voz.
- Tú vives aquí, pero esta es mi casa y aquí no vas a traer tus problemas, si quieres estar metido en mierdas con este. – Hizo un gesto con la cabeza señalando a Thomas. – Te puedes ir a casa de tu padre, pero mi casa, mis normas muchacho.
- Te crees muy chulito porque vas de Chuck Norris, pero recuerda que hay cosas que un hombre no puede parar. – Lo amenazó Thomas.
Mike se acercó y se puso a unos centímetros de su cara, el mismo se echó atrás dos pasos, todos se sabían en el pueblo que Mike era profesor de historia, pero que en su momento había sido luchador de UFC y que fue de los mejores, y ´Thomas ya había probado de sus habilidades en carne propia y no estaba muy dispuesto a probar otra dosis.
-Lárgate de mi propiedad si no quieres que te meta otra buena paliza Thomas.
-Vamos Thomas, lárgate. Mañana iré a casa de papá y hablamos. – Habló Scott que aún se notaba visiblemente nervioso.
“Al parecer la pelea fue dura”- Pensó Mike porque era raro ver al chico así con toda la soberbia que solía llevar encima.
Thomas se subió a su coche y desapareció en la oscuridad de la noche por la carretera que pasaba detrás de la propiedad. Mike se giró hacia Scott y le habló.
- ¿Está todo bien muchacho? – Estaba preocupado, era el hijo de su mujer y no dejaba de ser una preocupación para él al igual que su hermano pequeño ya que había prometido a Megan que protegería a los tres.
-Mira Michael, no pienso discutir contigo, pero sigue el consejo de mi hermano y métete en tus asuntos. ¿ok? - Habló Scott y entró a la casa.
Una semana después.
-Bueno cariño… ¡Cariño! ¿Mike? – Gritó Megan al darse cuenta llevaba hablando por lo menos una hora y al parecer su marido no había escuchado ni una sola palabra.
Mike estaba sentado en el borde de la cama con un zapato puesto y el otro en la mano y estaba mirando un punto fijo de la habitación.
Ya había pasado una semana desde que fue a la casa de los Johnson para informar a los hijos del reverendo que su hermano Wallace había fallecido. Estuvo con los chicos hasta que vino una de las mujeres que ayudaba en la iglesia seguida por la hermana menor de Isaiah Mary Anne. Después de ahí Mike se fue al hospital porque Isaiah había tenido una fuerte crisis de ansiedad y fue necesario ingresarlo. Cuando llegó se encontró con su esposa que estaba al lado del sheriff, se notaba que había estado llorando, desde que se habían casado Megan había empezado a compartir con la comunidad por su esposo ya que ella venía de una familia sureña muy arraigada a ciertas costumbres, pero por Mike aprendió a dejar a un lado viejos prejuicios. También conocía a Wallace desde que era un niño, la noticia también había sido muy dura para ella.
El sheriff Smith explicó a Mike todo lo que había sucedido hasta que empezó a entrar en detalles sobre la muerte de Wallace. Mike se quedó en shock, no sólo por la agresividad de lo que había pasado sino por que en su cabeza se reproducía una y otra vez la imagen de lo que había visto hacia unas horas en la puerta de su casa.
¡No podía ser! No, no era posible. Tenia que haber una explicación, algo que pudiera demostrar que lo que los cables de cabeza estaban atando estaba mal. Ellos no podrían haber hecho algo así. Y ese pensamiento lo acompañó a cada instante de aquella semana, en la de su amigo del hospital, en el entierro, durante la ceremonia en homenaje a Wallace, en la casa de la familia. En todo momento él no pudo centrarse en nada más y evitaba a todo momento coincidir en casa con Scott, no tenía la fuerza para verlo. Aun sin pruebas no sabía de lo que sería capaz de hacer con él o con Thomas por las sospechas que tenía, pero ya no podía callarse más.
-Cariño estás bien? – Preguntó Megan muy preocupada. -Amor mírame por favor ¿dime que está pasando?... Sé que lo que lo pasó con Wallace nos tiene a todos muy afectados, pero por Dios Mike, tú pareces que te has ido a otro planeta. – Y habló con desesperación en su voz. Mike siempre había sido muy conciliador y protector con los suyos, una de sus mayores virtudes era traer paz en momentos difíciles y ser de máxima ayuda. Pero justamente cuando más lo necesitaban lo único que hacía era estar por los rincones callado y con la mirada perdida.
- Lo cargué en mis brazos pocas horas de haber después de haber nacido. Estuve en cada uno de sus momentos más felices y en los más duros también, estuve ahí hasta el último momento de su vida, tú lo sabes. -Habló con la voz rota. – Y ahora está muerto y tal vez sepa quién le quitó la vida.