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689 Words
-Ya te lo dije,el pastor Gabriel es un buen hombre -comentó Sven mientras me daba un masaje en los pies sobre el sofá de nuestro pequeño apartamento,una buhardilla monísima.         Al contrario que a los demás hombres,a él le encantaba hacerlo, cosa que yo atribuía a un extraño defecto genético.Mis ex novios me habían hecho masajes de diez minutos como mucho y siempre esperando sexo a cambio de ese magnífico trabajo. Sobre todo Marc, el amante de azafatas, al que deseaba que acabara en medio de unos demonios muy,muy creativos, y expertos en el venerable arte de la castración.         Antes de conocer Sven a los treinta y tantos, yo era single y mi vida s****l brillaba por su ausencia.Siempre que veía una mujer con hijos, notaba que mi reloj biológico hacia titac. Y siempre que esas madres agotadas me sonreían compasivas y me explicaban que sólo teniendo hijos podrías ser una mujer feliz, realizada y en paz contigo misma, mi seguridad en misma,frágil de por sí,se veía afectada. En esos momentos,sólo conseguía tranquilizarme con una cancioncilla que había compuesto especialmente por esas situaciones: "Yo no tengo estrías,¡chincha,rabia! Yo no tengo estrías,,¡chincha,rabia!.         El día que conocí a Sven. ya estaba procurando hacerme a la idea de que acabaría como una de esas viejas a las que encuentran fiambres en su apartamento de una sola habitación cuando ya llevan siete meses muertas. Poco antes, en una cafetería de Malente, le había cantado demasiado alto mi canción  de las estrías a una madre flamante extremadamente nerviosa. La feliz madre realizada me enseñó de inmediato lo muy en paz que estaba consigo misma: me tiró el café a la cara.Tropecé, me caí y e golpeé contra el canto de una mesa.Me abrí una herida en la frente,tomé un taxi para ir al hospital y allí me recibió Sven. Trabajaba de enfermero y no era una belleza extraordinaria: en eso hacíamos muy buena pareja. Cuando lloré mientras me cosían la herida,me dio un pañuelo.Cuando me lamenté de las manchas que tenía en i preciosa blusa, me consoló.Y cuando le di las gracias por todo, me invitó a una pizza. Quince pizzas después me fui a vivir con él,contentísima de perder de vista mi apartamento de uan sola habitación.         Ochenta y cuatro cenas después,Sven me pidió matrimonio como es debido: de rodillas y con un precioso anillo que al menos le había costado el sueldo de un mes. Además,pidió al equipo de fútbol infantil al que entrenaba en su tiempo libre que hiciera un corazón gigante de rosas y cantara Tuyo es Mi Corazón.-¡Claro que quiero!- respondí entonces,profundamente conmovida.         Sven empezó a frotarme los pies con un aceite Extra Sensitive que olía a rosas,cuando mi mirada se posó en el Malenter Kurier, el periódico local.Había señalado un anuncio inmobiliario.        -Tú...¿has marcado eso? -Es que hay una nueva promoción de viviendas, a un precio que podemos permitirnos. -Y...¿por qué tendríamos que ir a verla?- pregunté alarmada.        -Bueno, no estaría algo más grande...si queremos tener hijos.         ¿Hijos?¿Acaba de decir "hijos"? En mis tiempos de single miraba a las madres con envidia, pero desde que estaba con Sven pensaba que aún tenía tiempo antes de ponerme a explicar en plan zombie con ojeras lo muy realizada que me sentía.        -Yo...creo que deberíamos disfrutar un poco más de la vida en pareja- apunté.         -Yo tengo treinta y nueve años y tú treinta y cuatro.Con cada año que esperemos,aumentará la posibilidad de tener un hijo disminuido- explicó Sven.         -Bonita manera de convencer a una mujer para que tenga hijos -repliqué intentando esbozar una sonrisa.         -Perdona.-Sven siempre se disculpaba enseguida. -No pasa nada.          -Pero...Tú también quieres tener hijos,¿no?-preguntó.         No supe qué contestar.¿Quería tenerlos de verdad? Mi paréntesis se acercó amenazadoramente al minuto de silencio y Sven,cada vez más inseguro,insistió:         -¿Verdad,Marie?         Como no podía soportar ver sufrir a aquel encanto de hombre,bromeé:         -Claro que sí,quince.          Un equipo de fútbol,más lo reservas- dijo sonriendo feliz.          Luego me besó en el cuello.Así solía empezar él los preliminares.Pero,en contra de lo habitual,le costó mucho ponerme a tono.         
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