Angie en su mayoría es amable conmigo y sorprendentemente, incluso me defendió contra algún idiota que deliberadamente me hizo tropezar en la clase de inglés. Aunque los susurros no se detienen, hago todo lo posible por ignorarlos, tratando de no prestarles atención mientras me miran descaradamente por el incidente de la ducha. Para cuando es la hora del almuerzo, ya he tenido suficiente y quiero irme a casa. Caminando hacia la oficina, voy en busca de Mateo para suplicarle que me deje ir. No lo encuentro, pero un profesor me dice que está en el gimnasio preparándose para el entrenamiento. —Simplemente ignóralos, Kat. Tienes un cuerpo espectacular, desearía tener senos como los tuyos —me comenta Jasmine mientras me ayuda a buscar a Mateo. Entrando al pasillo que lleva al gimnasio, me qu