Con un último vistazo aterrorizado a mi compañero, sigo a Shirley fuera de la habitación. Agarrando su brazo, la arrastro lejos y fuera del alcance de Kat, sin querer causarle más angustia de la necesaria. Al escuchar la puerta cerrarse, miro hacia atrás y veo a Mateo cerrándola para evitar que escuche. Sin embargo, al volverme hacia la mujer que sé que es responsable de herir a mi compañera y casi matarla, la encuentro mirándome furiosa. —Mi hija es tu compañera, ¿verdad? —Shirley exige, su tono de voz no me agrada. Ella tiene suerte de ser la madre de mi compañera, porque si fuera cualquier otra persona, tal vez la hubiera matado por lo que ha hecho. —No me exijas respuestas. ¿Por qué envenenarías a tu propia hija? —Te dije por qué, ella necesita desarrollar tolerancia —responde cr