PRÓLOGO

581 Words
ATENCIÓN  Este libro contiene actos de contenido s****l, escenas homosexuales y sexo violento explícito. Si es mucho para ti, para ya, busca otra cosa que leer. Y no denuncies, que no es porno.Si esto es definitivamente lo tuyo, toma asiento, ponte cómodo/a y busca una bebida, disfruta de las aventuras de Sweet Candy. -----------------------------------------------------------------------------------------  — ¡Dios, Candy! — Exclamaba el hombre  que estaba debajo de mi.   — Siempre he sabido como te gusta — seguí con el trabajo manual para que se corriera rápido — Así, ¿verdad?   — Sí, justamente así – tenía la respiración agitada  — Siempre has sabido como complacerme.  — Porque tú siempre has sabido prender mi motor.   — Nunca he podido negarte nada.   — Por eso siempre has sido mi socio — le di una lamida lenta a sus testículos, sabía que eso lo excitaría mucho más y luego los chupe fuerte. Sentí como George, mi socio se arqueaba y gemía.   — ¡Oh sí!   — Vamos Daddy — le encantaba que lo llamara de esa forma — Ven, dame lo que te gusta.  Para algunas mujeres era algo asqueroso, pero para mi significaba que no podría negarme nada después.   — Sí, pequeña — Se sentó en la cama — Ven con Daddy.  Estaba de rodilla en el piso.   — Eres tan hermosa Candy, hoy quiero correrme dentro de ti.  Asentí. Calculaba que le quedaban menos de dos minutos.  Me puse de espaldas a él y me senté en su regazo, alineando su sexo con el mío para que pudiera penetrarme lentamente. Era cierto que era un hombre de casi cuarenta años pero se ejercitaba a diario y comía bien. Así que podía decirse que aun tenía buenas condiciones físicas para tener sexo descontrolado. Comencé a moverme como le gustaba mientras él jugaba con mis pechos que rebotaban de tanto vaivén. Apreté mis músculos vaginales alrededor de su polla, cosa que sabía que a él le encantaba y lo hacía correrse. — Abre las piernas, cielo. Obedecí y comenzó a jugar con mi sexo que estaba adolorido y exigía atención. Se esforzó en hacerme correr, siempre era así de considerado y a los pocos segundos se corrió. Nuestros corazones latían sincronizados y nuestras ropas algo desarregladas. George me abrazó desde atrás y comenzó a besar mi sien.   — De verdad que siempre has sabido como complacerme.   — Lo sé — le dije riendo  Me moví lentamente haciendo que saliera de mi. Me levanté de su regazo, como siempre, fue al baño para asearse un poco.  Volvió a los pocos minutos y luego entré yo a lavarme. Me refresque también, las sesiones de sexo con George siempre eran largas. Salí del baño con mejor presencia.   — Ven acá, cariño — siempre me decía así, aunque hubo un tiempo en que me llamaba bebé. Caminé con paso confiado hacía él.  — Toma — dijo — aquí tienes el préstamo por tres millones de dólares para la ampliación de nuestro negocio. Pegué un brinco de alegría, corté la distancia y lo abracé y besé — Todo para mi bebé — me regresó el beso — Mi Sweet Candy.  Llegué a casa emocionada, no podía creerlo, mi se cumpliría mejor de lo que me imaginaba. Fui a mi cuarto y tomé una larga ducha. Al salir busqué mi bata de seda y me la puse, me tiré en la cama, solo mirando lo blanco del techo, me pregunté cómo había llegado hasta aquí y todo lo que había logrado con el sexo pero también recordé la única vez que deje enfriar mi corazón y todo lo que perdí por eso. Cerré mis ojos y comencé a retroceder.
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