Miró por la ventana hacia la estatua. «Encuentra un tesoro para nosotros, San Antonio», dijo desde su corazón. «Y me temo que tiene que ser muy voluminoso.» Pensó que era su única posibilidad. Si San Antonio le fallaba, no sabía que otra cosa podría hacer. De pronto, sintió temor por lo que pudiera depararle el futuro. ¿Cómo podía permitir que la casa que había constituido parte de la historia y orgullo de sus antepasados se desplomara, como sin duda sucedería? ¿Cómo podía permitir que los muchos acres de tierra que poseía continuaran en el estado en que se hallaban en aquellos momentos? Sabía lo que encontraría cuando los recorriera. Sólo deseaba una cosa, y era dinero. Dinero, y en gran cantidad, para poner las cosas en orden y para poder emplear los hombres que repararan la casa