Katherine en el agua

1196 Words
—¡Buenas noches, Damas y caballeros! Este es el último artículo que tenemos para subastar esta noche y pertenece al anfitrión de la subasta benéfica para los niños con cáncer, ¡Anthony Ross del Grupo Ross! Un hombre alto surgió lentamente haciendo su aparición en aquel escenario mientras un ensordecedor aplauso llenaba la sala. Anthony tenía un rostro esculpido por los mismísimos Dioses, cejas afiladas y ojos brillantes, una mandíbula marcada, labios carnosos y una nariz perfilada. Era una verdadera obra de arte. Pero haciendo contraste a todo aquello, emanaba un aura intimidatoria, como un demonio que acababa de salir del infierno, su aura obligaba a la gente a apartar la mirada. Anthony levantó la vista y su rostro, antes inexpresivo, formó una sonrisa siniestra al ver a Katherine encerrada en aquella jaula de metal que poco a poco se estaba sumergiendo en un estanque de agua. Su plan de esa noche era tan perverso como él mismo. Entonces se escuchó lentamente su voz cautivadora. —Dicen que el límite humano para aguantar la respiración bajo el agua es de 2 minutos. Katherine, estoy seguro que con tus habilidades podrás aguantar hasta que alguien de esta sala pague por tu liberación, eso no debería ser un problema, ¿verdad? Y claro que no sería un problema, si no fuera porque sus palabras tenían implícitas una regla, quien se atreviera a ir en contra de él, pujando por la liberación de Katherine, estaría cavando su propia tumba. Katherine abrió sus ojos asustada y al ver a Anthony con sus pupilas inyectadas en sangre se sintió aterrada. Su conciencia se dispersó, ya que entendía a lo que estaba jugando su esposo. Fijó su mirada en Anthony, el demonio que todos conocían allí en la ciudad, que también era el hombre al que había amado durante diez años y con el que había estado casada durante tres. —¿Señorita Walker? —Al oír el nombre de Katherine y verla en aquella situación, la multitud estalló inmediatamente de asombro. —¿Ella es la hija de la familia Walker? Katherine, a pesar de su situación, se sintió orgullosa al notar que después de tres años, aún seguía siendo recordada en sociedad. Todos llegaron a una conclusión. El objeto de subasta de Anthony era Katherine en esa jaula. —¡Qué despiadado es Anthony! —Dijo alguien en medio de la multitud. —Hacía tres años que Katherine, una de las figuras más destacadas de la ciudad y con una reputación intachable, desapareció. ¿Quién iba a pensar que reaparecería esta noche y se convertiría en el juguete de Anthony? —Dijo otra persona. Desde la conmoción a la lástima, pasando por un sinfín de burlas, la multitud reaccionó con diversas emociones ante la situación. Anthony se mostró bastante satisfecho con la respuesta de la gente, sonriendo mientras miraba a Katherine. Luego de que Anthony descubriera que Katherine había culpado a Sofía Carter de su accidente y además la había secuestrado para poder casarse con él, supo que esa mujer era malvada y merecía morir. Sin embargo, antes de eso necesitaba sacarle la verdad. Anthony había planeado todo aquello para forzar a Katherine a revelar dónde estaba Sofía. Si ella no lo hacía, iba a morir de la manera más cruel posible. La paciencia de Anthony había llegado a su límite. —¡Mmm! Katherine empezó a temblar. A parte de intentar ahogarla, el agua estaba totalmente helada, dificultando aún más la situación. Aferrada a las frías cadenas de hierro, su rostro palidecía con cada segundo que pasaba. —Katherine, el tiempo corre en tu contra. ¿Vas a decirme dónde has escondido a Sofía o no? Las frías palabras de Anthony resonaron con un dolor mortal, obligando a Katherine a abrir los ojos. Sacudió la cabeza con desesperación. No tenía idea de dónde estaba Sofía, ni de cómo Anthony había llegado a esa conclusión. ¡Katherine no había secuestrado a Sofía! —Por favor… Anthony —suplicó Katherine, aunque sabía que sería en vano, considerando lo despiadado que era su esposo. Más de tres años atrás, en un accidente de coche, Sofía abandonó a Anthony al verlo malherido en el lugar del accidente. Katherine hizo todo lo que pudo para que lo trataran y pudiera sobrevivir, a pesar de que el diagnóstico era desolador. Katherine no perdió las esperanzas. Sin embargo, Richard Ross, el abuelo de Anthony murió a causa de la conmoción al ver a su nieto favorito desvalido, en su lecho de muerte, le pidió a Katherine que se casara con él. Después, Katherine cuidó de Anthony durante semanas que se volvieron meses. Para salvar al hombre que había amado durante diez años, Katherine le hizo innumerables transfusiones de sangre, ignorando las advertencias sobre los riesgos para su propia vida, estuvo a punto de morir varias veces, pero por suerte Anthony despertó... Ambos aprendieron a ser muy felices. Lo que Katherine no esperaba era que un vídeo enviado por Sofía, pidiendo ayuda, lo cambiaría todo. El violento Anthony estaba convencido de que Katherine había planeado el accidente y secuestrado a Sofía para poder casarse con él, provocando incluso la muerte de su abuelo Richard. Durante ese tiempo, Katherine fue torturada por Anthony todos los días, y no importaba cuántas veces se lo explicara, Anthony nunca le creía. Él estaba convencido de que ella era culpable. Sofía era como una maldición que llevó a Katherine a la muerte. Katherine seguía sacudiendo la cabeza desesperadamente. Una sensación de impotencia la envolvía totalmente. —Muy bien, siempre estás desafiando mis límites. Anthony se rió siniestramente. Su inquietante voz resonó mientras indicaba con un gesto que alguien bajara un poco más la jaula hasta que el agua le llegara a la mandíbula. Katherine sentía como si mil cuchillos atravesaran su piel una y otra vez, tanto que incluso su pecho lo sentía oprimido y le era imposible gritar, pareciendo que no estaba sufriendo en absoluto. Nadie en la sala se atrevió a alzar la voz contra esta acción demencial. Después de todo, ¿quién se atrevería a oponerse al heredero de la familia Ross? El tiempo siguió corriendo y Katherine sintió una pesadez sobre todo su cuerpo. Sus forcejeos eran cada vez más débiles y la fría sonrisa de Anthony se grabó en su mente. —Katherine, mereces una muerte dolorosa y lenta. Te las has arreglado para engañarme durante tres años, pero ya es suficiente. Dime dónde está Sofía y te concederé el placer de una muerte rápida. Mirando su rostro ahora demoníaco, no pudo evitar recordar la luz de su vida cuando Anthony era amoroso y dulce con ella. Cuando él la amaba, si es que alguna vez lo hizo y lo felices que eran. Todo eso se había ido. El recuerdo de ellos tocando el piano juntos se fue difuminando poco a poco, y fue sustituido por incontables días y noches de tortura, un dolor que le calaba hasta los huesos. Sintiendo que la vida se le iba, Katherine esbozó una sonrisa burlona y dejó de luchar. Con sus últimas fuerzas, sus labios temblaron. —¿No me creerás, sólo una vez? —dijo en un susurro.
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