Capítulo 31 Unas cuantas verdades que duelen. Reconocer donde no eres imprescindible. A la hora en que Sabrina y Mateo volvieron a la empresa ya era tarde, casi entrada la noche. Lo que había pasado en la construcción había sido bastante grave y ninguno de los dos tuvo ganas de volver antes, por lo que simplemente decidieron tratar de despejarse e ir a un restaurante donde trataron de comer algo. Aunque en realidad el apetito de los dos no era mucho. Se habían quedado hablando con el fin de dilucidar qué era lo que podría haber pasado, cómo había sido posible que esa viga se cayera simplemente. Sabrina todavía seguía con el grito desgarrador de esa mujer en sus oídos, pidiendo por su esposo, rezando para que en realidad él no estuviera muerto, aunque ya sabía que sí lo estaba. Si bien