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Observé mi reflejo sobre el espejo, pero no me reconocí, solo vi una joven preparada para casarse. El vestido blanco estaba cubierto de hermosos detalles plateados, el corsé acentuaba mi figura y me hacía lucir más esbelta, además el volumen de mis atributos habia aumentado considerablemente, aunque me costaba introducir aire en mis pulmones. Supe, gracias a la condesa que esa hermosa pieza de arte habia sido confeccionado y bordado a mano por los sastres más distinguidos del reino. Sobre mi peinado fue colocada una tiara de oro blanco y de ella se sostenía un bello velo de encaje que caía sobre mi espalda. De igual forma se me otorgaron joyas que habían pasado de generación en generación entre reinas cortesanas se trataba de un collar de diamantes, un par de pendientes en forma de gota y