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Un sentimiento de intranquilidad invadió mi alma al ver a mi hermana así, afligida, como si hubiera perdido la fuerza para seguir existiendo y esa sensación me atormento toda la tarde porque no tenía el valor para enfrentarlas, este secreto me destrozaba por dentro. La cena transcurrió sin contratiempos, mi madre hablo sobre lo mucho que extrañaba Sacris, nuestro hogar, según ella. Hablo de los lugares que despertaban en ella nostalgia, salones de baile que conoció en su juventud y hoy en día rebosaban de gran popularidad y deseaba que nosotras acudiéramos a un baile el próximo año, en el festival de las flores. Mi padre alzo las cejas, quizás sorprendido de su deseo, hizo una mueca, pero no dijo nada, nadie más parecía tener algo que decir salvo ella quien no parecía darse cuenta de que