La Tentación Bajo su Sábana

ꕥ FREYA ꕥ  —¡Hola, preciosa! —con esa frase empezó todo. —¿Quién es usted? —Aquí no importa quién soy yo, lo importante es cuánta diversión me darás. —¿De qué demonios está hablando? —me apego a la pared, confusa con la situación, su mirada libidinosa me recorre el cuerpo, cuando ha jalado la sabana dejándome al descubierto. —Mi presente de Navidad llegó antes de lo previsto. —¿De qué habla, yo no…? —Silencio y haz tu trabajo en silencio. —desde ese momento todo se descontroló. Me encuentro en un sitio desconocido, confundida y asustada. No obstante, determinada y curiosa me impulsó a descubrir la verdad detrás de mi misterioso paradero. Con entusiasmo, trato de explorar este nuevo lugar. En este momento, me encuentro recordando cómo tuve la oportunidad de llegar a esta adversidad, con un individuo que nunca había presenciado en mi existencia. La verdad es que, no he visto a hombres como este en mi diario de existencias. Dado que soy hija única de mi progenitor, debido a mi singularidad y fragilidad, la protección se incrementó de manera significativa. No obstante, mi rebeldía apenas se estaba evidenciando, alejándome del control de mi padre, las amenazas descabelladas que quería que cumpliera. En mi cumpleaños número veinte, el cual me lo celebro a lo grande, llegaron familias que ni conocía, y ellos tampoco, algunos se admiraban de mi parecido con mi padre. Para no hacer largo el cuento, las fiestas siempre fueron aburridas. Escabullirme de la mirada de mi padre es mi especialidad. He pasado toda mi vida encerrada por causa de mis defensas que son débiles, tengo un doctor de cabecera que viene una vez a la semana a checar mi salud. Me han dicho que he mejorado mucho, sin embargo, mi padre no está convencido de eso. Una pesadilla, tenerlo todo y al mismo tiempo no tener nada, de que sirve, tener el atuendo de moda si nadie podía verlo y tampoco podía ir a fiestas juveniles, a menos que mi padre tuviera tiempo para acompañarme, espantando a todo chico que deseaba bailar conmigo, una tortura era salir con él. Una tarde planee irme a divertir, desde mi celular busque un sitio donde hubiera fiesta y tragos, iba a disfrutar la noche. Me arreglé, me puse lindísima, iba a modelar mi mejor atuendo, mostrar mis virtudes, quería piropos, jóvenes, babear por mí, bailar con los más guapos y emborracharme, sin perder el sentido. Todo iba bien, mi padre como era de costumbre no estaba en casa, la persona que me ha asignado estaba ocupada en una tontería que la envié a hacerme. Salí por la puerta trasera de la mansión, me escabullí hasta la calle, respiré como nunca con mi adrenalina al cien. Con toda libertad caminé hasta la calle principal, nadie me siguió, para cuando se den cuenta ya estaré en ese sitio. Detuve un taxi, le di la dirección y mi sonrisa se amplió enormemente. Llegue a uno de los clubes más famoso que hay en la ciudad, es enorme y lleno de luces, me apresure a entrar, la música, el baile y los jóvenes bailando y coreando la música que suena. Todo es mágico para mis ojos que no han visto esto. Pedí algo de tomar, me senté mientras me movía al ritmo de la música, no fue como me lo imaginé, de que los jóvenes harían fila para bailar conmigo. La verdad, nadie me ha notado. Qué aburrida me ha de ver que nadie se me acerca, el sitio está lleno. En eso unos jóvenes, en una mesa algo lejana, me observan, yo sonreí, no están nada mal los chicos, aunque sé que debe de haber mejores. El mesero me trae una bebida diciéndome que uno de ellos me ha invitado. Los miro y agradezco con la mirada. ¡Soy irresistible, lo sabía! Hasta que mi celular no deja de vibrar. —Hija, ¿Dónde demonios estás? —En un club, padre. Me estoy divirtiendo. —Te vas a regresar a la casa ahora mismo. —¡Lo siento! Colgué, no quiero que me controle. Ni terminé de pensar eso, cuando, dos gorilas me llevan hacia la salida, cada uno con un brazo. Pataleo para que me suelten, son los perros de mi padre. Ni modo, me atraparon, no tuve de otra que tranquilizarme, siendo la burla de todo el mundo. Me subieron a una camioneta y me regresaron a la mansión, a la cual no puedo llamar hogar, porque es una prisión para mí. Entre, y corrí hacia mi habitación, estoy furiosa, apenas me estaba divirtiendo, ni siquiera probé el trago que me estaban sirviendo, sin mencionar que un par de chicos me estaban coqueteando. Me quito mi atuendo y lo tiré a la basura, no quiero tener recuerdos de esta noche fallida, con lo que me costó salir de la mansión. Averigüé con sobornos como es que mi padre dio conmigo, me costó hacer hablar a sus subordinados, pero obtuve la información, GPS en mi celular, muy astuto, sabe que mi celular siempre está conmigo. Mi escaparé, eso, está resuelto, sin fecha de huida por los momentos. Cualquier oportunidad lo aprovecharé al máximo. Mi padre me sermonea hasta más no poder, repitiéndome que todo lo hace por mi bien. Si quería casarme, me dijo que él tenía varias propuestas en su escritorio, que solamente debía decírselo, “pero jamás andarás peligrando” Fueron sus palabras. Que el mundo no es como yo me lo imagino. ¡Dios! Siempre él, tratándome como una niña, es que no ve mis pechos crecidos. Mi dormitorio tiene un aroma peculiar y es a medicamentos, mi padre trata de que consuma vitaminas todo el tiempo para que mis defensas siempre estén bien, la verdad yo me siento bien, no hay necesidad de exagerar. No quiero que me pase lo de mi pobre madre, que murió muy joven de anemia crónica. Lo comprendo, pero no me deja ser yo ni disfrutar mi juventud. —Señorita, su padre quiere hablar con usted. —¿Sabes de qué se trata esta vez? —rara vez quiere hablar seriamente conmigo. —No lo sé. —Está bien, vamos. —camino hacia su despacho, el cual está cerca de mi dormitorio. —Señor, la señorita ha llegado. —Pasa, mi amor, ¿cómo te sientes hoy? —Estoy bien, padre, ya te dije que no he recaído. —No hay que confiarnos, tienes que hacer todo lo que el médico te indique. —¿Cuándo podré divertirme? —¡Hazlo aquí, en casa! —Es aburrido, no tengo amigas con las que pueda hablar. —Te presenté a Sore, la hija mayor de mi amigo, porque no la llamas y la invitas. —Esa mujer, ni siquiera es mi amiga, está en su mundo de compras de las cuales no soy parte. —Ya veré si te presento a otra de las hijas de mis socios. —Padre, la amistad no se trata de eso, yo tengo que convivir con las personas para hacer amistades, no me las tienes que imponer. —Tranquila, en cuanto el médico diga que estás fuera de peligro, ya veré… —No, las cosas no funcionan de esa manera, el médico me ha dicho que estoy bien, no tengo nada, ¿por qué insistes en lo mismo? —Es por tu bien, no quiero que te pase lo mismo que a tu madre. —¡Papá! Déjame vivir. —Eso hago, todo es por tu bien, hija. —chasqueo los dientes y salgo de ahí, es como golpear un muro de cemento. Desde ese momento mis pensamientos se profundizaron más, mi mente voló lejos, entre interrogantes, de que es y lo que podría ser. Miro por la ventana, como el viento revolotea libremente, los pájaros volar sin ninguna preocupación. La vida que llevo es asfixiante, quiero tomar mis decisiones sean buenas o malas, yo asumiré la responsabilidad. A quien engaño, nunca he trabajado, siempre siendo consentida como si estuviera hecha de porcelana, que en cualquier momento se va a hacer mil pedazos. Los días pasan sin novedad, todo es igual, nada cambia, siento que me falta el aire por tanto aburrimiento. Miro por la ventana cómo siempre suelo hacer, fantaseando que pronto obtendré mi libertad. Soñando con ir de compras por mí misma, salir con chicos guapos, tener amigas y hablar sobre chicos. Después del incidente del club mi padre está más pendiente de todo lo referente a mí, sé que soy una mala agradecida por no valorar la preocupación que él tiene, sin embargo, me estoy muriendo de a poco, de aburrimiento y de que siempre lo mismo, encerrada sin tener vida social, los jóvenes van a fiestas y se divierten. Siempre me escondo de él para hacerle sufrir un poco y me deje ser libre. —Freya, ¿Dónde estás? ¿Quién me puede dar, razón de mi hija? —¡Lo siento, señor! La joven dama ha huido de nuevo. —Esta pequeña me llevará a la tumba, manda a los de seguridad que la encuentren y la traigan de regreso. —Si señor.