CAPÍTULO TRECE Cuando Kevin y las demás salieron de la tienda abandonada, hubo un ajetreo delante de ellos. Los niños de las motos buscaron dentro de sus chaquetas y sacaron una variedad de armas que hicieron que Kevin se quedara helado de miedo con solo mirarlas. Tenían de todo, desde cadenas y porras a machetes, e incluso unas cuantas pistolas. ¿De dónde habían sacado todo aquello unos niños como él? Y lo más importante, ¿acababa de llevar a Luna y Chloe hacia sus muertes? Ese pensamiento hizo que Kevin se fuera alejando, con las manos levantadas. —¿Quiénes sois? —dijo Leon, el cabecilla—. Decid algo, ahora. —¿Algo como qué? —replicó Luna, que parecía que podría enfrentarse a todos si tenía que hacerlo—. ¿Sabes lo difícil que es pensar en algo para decir cuando alguien te dice “di al