Melinda miró sus ojos y su corazón se encogió en su pecho al ver miedo. Era incrédulo ver en ese hombre fuerte y rudo esa mirada de pánico y tristeza. Se habían estado haciendo daño, ambos llevando esa relación amor odio y era inevitable no sentir más amor que otra cosa.
―Quiero no quererte, Aspen. ―Él, que estaba aguantando la respiración, se sintió asfixiado. ―Pero es agotador no hacerlo. ―Se echó a llorar. ―Yo te pertenezco en cuerpo y alma, Aspen, pero me aterra la idea de que me hagas daño. ―Sollozó. ―Quiero odiarte para no sufrir como lo hice en el pasado, pero es imposible. —Sorbió los mocos. —Sufro más...
―¿Quién te hizo daño? ―Aspen endureció el gesto. ―¿Quién tuvo la osadía de dañarte? ―Melinda sonrió entre lágrimas.
Ella es buena para leer a las personas, supo que el amor que Aspen demuestra no es igual a ningún otro y aun así no quiso justificarlo y se esforzó por odiarlo, pero ahora, mirándolo y percibiendo ese sentido de protección que tiene hacia ella simplemente le derrumbaron la coraza que la envolvió como modo de protección.
―Mi expareja me engañó con mi mejor amiga. ―Bajó la cabeza, consideró que hablar del tema la rompería, pero no fue como lo pensó, es como si todo ya fuera un recuerdo distante. ―Aspen. ―Se llevó las manos a la cara y ahogó un grito. ―No soy para ti, no me vas a amar. ―Aspen se acercó a ella y la obligó a que lo mirara.
―Ya estoy enamorado de ti, ya te amo. ―La miró a los ojos. ―Al inicio te rescaté porque mi naturaleza me pedía protegerte, pero ahora te amo. ―Usó esas palabras que antes no significaban nada para él. ―¿Por qué cambiaría de opinión cuando eres la única en soportar mi polla? ―La miró con seriedad y eso hizo reír entre sollozos a Melinda. ―Me mamas la v***a de manera deliciosa y tu coño me da todos los jugos que le exijo, además. ―La miró a los ojos, él simplemente estaba siendo él y todo lo que decía era con seriedad. ―Jamás permitiría que lo que fue mío le pertenezca a otro. ―Pasó sus enormes y fuertes manos por la delgada cadera de Melinda. ―Me perteneces a mí y eso jamás cambiará. ―Profundizó en esos ojos claros y brillantes por las lágrimas. ―¿Por qué dices que tu ex pareja te engañó si eres pura? ―Melinda pasó saliva.
―Aspen, no puedo tener hijos. ―Desvió el tema, prefería soltarle la bomba a explicarle y que él la creyera una loca.
―¿Qué? ―Aspen la miró descolocado.
―Yo no puedo dar hijos, fue justo por eso que me engañaron. ―Se separó de él y se sentó en la cama. ―No era solo mi miedo a que me dañaras lo que me mantenía firme, es también el saber que no me querrás sin poder parir, se supone que es lo que debo hacer. ―Las lágrimas fluyeron de sus ojos en cascadas. ―Lo siento mucho, debí contártelo antes de que me marcaras y…
―Soy un poderoso alfa. ―Aspen no le dio importancia. ―Mis espermatozoides lo son igual, sé que te voy a embarazar y de quintillizos. ―Melinda lo miró con ojos grandes, él habla con una seguridad aplastante. ―Hablaremos con la hechicera de la manada o buscaremos en los confines del mundo, pero sé que me darás hijos. ―Se sentó a su lado. ―Nunca había hablado con una mujer estando desnudo. ―Frunció el ceño. ―Me siento vulnerable. ―Melinda sonrió, sin duda es un bruto y suelta las cosas sin anestesia, pero es tan puro y real que la enternece.
―No quiero que busques a mi expareja. ―Aspen la miró en el acto con ojos oscuros y semblante sombrío. ―No me malentiendas. ―Le sonrió con ternura. ―Es solo que él no recuerda nada de lo que pasó. ―Esta vez la mirada de Aspen se volvió confusa. ―Al enterarme de la infidelidad, ellos me llevaron a mi muerte, pero de alguna manera desperté el día justo en el que me casaría con él y me convertiría en la luna de la manada. Naturalmente, lo rechacé al saber todo lo que pasaría y terminé en un manicomio.
―Qué venganza más desastrosa. ―Bufó Aspen.
―¿Me crees? ―Se asombró por su reacción.
―Sí, te creo. ―Resopló. ―¿Por qué no hacerlo? Este mundo está lleno de posibilidades y es por eso que yo jamás me detengo. ―Melinda lo miró sin comprender. ―Cuando arrasaron mi aldea, asesinaron a todos, menos a unos ancianos, a mí y mi hermana. ―La miró. ―Los ancianos son esos que ahora forman el consejo y mi hermanita fue raptada, así que yo ataco aldeas y de paso la busco.
―¿Por qué atacarlos? ―No lo comprendió. ―¿No puedes solo buscarla?
―Todo el reino lycan se unió para atacarnos. ―Endureció el gesto. ―Todos querían el poder de mi familia y por eso deseaban exterminarnos, así que ahora que me volví un poderoso alfa, me estoy vengando de todos y no pararé hasta volverme el único rey alfa y encontrar a mi hermana. ―Melinda pasó saliva, ¿Es por eso por lo que se llama monstruo? ―Prométeme algo. ―La miró a los ojos. ―Cuando estés lista, me dirás de cual manada provienes e iremos a darle su merecido a ese miserable. ―Era normal que él no supiera de donde provenía, pues el manicomio está en un lugar alejado de cualquier continente o civilización.
―Lo prometo. ―Melinda, con un peso menos sobre sus hombros, se sentó a horcajadas sobre Aspen, ella miró esos intensos ojos y sonrió sin poderlo evitar. ―Acepto nuestros lazos y juro amarte, aunque seas un bruto que no sepa tratar a las personas. ―Aspen gruñó.
―Me dejaste a medias, ahora te voy a reventar el coño. ―Melinda no pudo ni siquiera reaccionar, lo único que salió de su boca fue un quejido lleno de placer, él la ha sentado con fuerza en su erección y la hundió por completo.
No sabe porque la Diosa le concedió otra pareja al poco tiempo de haber pasado por una traición, no sabe porque es un lobo roto y bestial, tampoco sabe cuál será el futuro junto a Aspen, pero aceptará cualquier cosa que venga y la enfrentará de ser necesario.