Melinda intentó controlar los latidos de su corazón para que la mujer no se diera cuenta de su estado. Ella estuvo a punto de salir corriendo, pero antes de hacerlo la mujer apareció frente a ella con una bandeja con medicinas.
—Debes llevar esto a la habitación del diablo. —Melinda quería negarse rotundamente a ir a ese lugar, le aterraba la idea de estar con aquel loco en esa habitación tan pequeña, pero ella solo acertó a sostener la bandeja y a sentir.
A pasos lentos y nerviosos caminó poco a poco, aferrando sus manos a la bandeja y su corazón desbordándose con los latidos desenfrenados. Ella llegó a la habitación, estaba ahí parada frente a la imponente puerta de hierro negra y pareció dejar de respirar por un momento. Nadie se daba cuenta de su estado a pesar de que era incapaz de controlarse, o quizás todos estaban acostumbrados a que estuvieran nerviosos por meterse ahí.
—Puedes pasar. —El guardia le abrió la puerta a Melinda y se echó a un lado para que ella pudiera entrar. Con manos temblorosas por los nervios entró a la habitación y la puerta fue cerrada a sus espaldas.
Ella se encontró frente a frente con el diablo, él también era un imponente hombre lobo, pero eso no la asombró. Ella lo único que pudo ver es que es diferente a todo lo que ella imaginaba.
Aparte de sus ojos fríos y feroces, ese diablo es demasiado guapo, alto y varonil. Pasando saliva con dificultad, le dejó la bandeja en la pequeña mesita que estaba frente a él, dio media vuelta y quiso salir de inmediato, pero la profunda y grave voz la estremeció al punto de que no pudo mover ni un solo músculo.
—¿Por qué no me vigilas esta vez para asegurarte de que realmente tomo los maldit0s medicamentos antes de irte? —Melinda se tensó de pies a cabeza por su pregunta, ella lo miró sin saber qué decir. —Pero hoy tienes suerte. —Dijo el diablo con una sonrisa perversa jugando en sus labios.
Melinda antes de que pudiera reaccionar el imponente hombre se liberó de las cadenas con facilidad y corrió hacia ella. No tuvo oportunidad de correr, gritar o pedir que se detuviera, solo vio frente a sus ojos una oscuridad absoluta.
El Diablo con un solo movimiento de su mano derribó la pesada puerta. El ruido llenó todo el espacio alertando al personal de seguridad, ya que quien cuidaba la puerta fue aplastado.
Todos miraron con horror al hombre alto, musculoso, lleno de cicatrices, de cabello n***o y ojos rojos. Los pacientes corrieron despavoridos para poner distancia entre el diablo y ellos. En cambio, el personal de seguridad se abalanzaba contra él, no había tomado todavía su forma lycan por lo que consideraron que tenían posibilidades de ganar.
—Tiene a una rehén. —Uno de los seguridades avisó a sus compañeros al ver a Melinda entre los brazos del hombre. —Debemos tener cuidado con ella, no hay que lastimarla.
—¡Traigan los sedantes! Hay que dormirlo lo antes posible. —El diablo al escuchar aquello, empezó a atacarlos sin importar que estaba en su forma humana.
Ellos no eran rivales para él, es un guerrero de clase alta el cual ha peleado guerras enteras y ha ganado con gran facilidad. La sangre bañó el piso blanco, ellos son su enemigo y por eso debe exterminarlos.
—¡Tengan cuidado, traigan más sedantes! —Intentaban dormirlo, pero él parecía ser inmune a todo lo que le disparaban.
El diablo al sentir un disparo gruñó, le habían dado con una bala de plata, así que supo que ya no era una opción para ellos mantenerlo con vida. Dejando a Melinda a un lado se convirtió en lobo y arremetió con todas sus fuerzas.
La masacre fue algo natural para él, a eso se dedicaba. Una vez supo que había terminado con todos miró a la mujer tendida en el piso y tomándola se la echa al lomo.
Antes de poder marcharse miró a los pobres desdichados que habían mantenido ahí recibiendo torturas y maltrato. Sin pensarlo demasiado dejo la puerta abierta para que hicieran lo que mejor les pareciera y se largó sin mirar atrás.
El l camino fue largo, él continuó corriendo en su forma lycan invadiendo algunas manadas para robar alimentos y beber agua, pero no se quedó en ninguna, él avanzó aterrorizando a todos lo que encontraba en su paso.
Melinda se sentía entre a gusto e inquieta, el repentino movimiento es como si la mecieran y no pudiera despertar ni porque se obligara. El calor que la cubre es como si el ser más puro del planeta la estuviera protegiendo.
Ella se quejó un par de veces, algunos saltos eran realmente bruscos, aquello finalmente la hizo despertar. Estaba desorientada, el suave pelaje n***o bajo su cuerpo y la brisa golpeando su cara con fuerza no la ayudaba.
Al finalmente poder ver a su alrededor se dio cuenta de que iba a una gran velocidad, pero no era ella quien hacía el esfuerzo. Al mirar al frente se encontró en el lomo de un enorme lobo n***o.
Ella jamás había visto una criatura tan grande y poderosa, entró en pánico, ella sin pensarlo mucho se transformó así obligando que el lobo se detuviera. Los gruñidos de la loba son amenazantes, ella está a la defensiva, pero todo indicaba que no era más que un insecto para el imponente lobo.
{Quédate lejos} Gruñó retrocediendo {No te acerques o te mataré}
{¿Segura que puedes matarme?} Preguntó intimidante, él ni siquiera gruñó, su sola mirada la aterrorizaba.
{Lo haré si es necesario} Diablo dio un paso al frente y lo que sintió después fue una fuerte mordida en su pata, él gruñó debido al dolor y enfureciéndose más, de una mordida logró dormir a Melinda y no solo eso, ella volvió a su forma humana.
Diablo continuó su camino ahora con la humana desnuda sobre su lomo. El viaje a través del bosque fue largo y extenso. El diablo finalmente llegó a lo que parecía un palacio, era un lugar enorme, pero estaba muy deteriorado y profundo en el bosque desierto.
Melinda finalmente despertó asustada, ella miró a su alrededor y no había más que ruinas árboles y más árboles. Sin embargo, lo que fue más inesperado para ella es que una vez tocó el piso dos cachorros la rodearon.
Los cachorros no tenían más de cinco años, ellos corrieron hacia el hombre imponente y ella se hizo la dormida.
—¿Dónde habías estado todo este tiempo? —Los niños hablaron a la vez mientras abrazaban al hombre que parecía contento de volver a verlos.
—Resulta que el diablo es muy amable. —Susurró Melinda en voz baja sin ser consciente, él a su vez se dio cuenta de que estaba despierta y acercándose a ella la tomó con fuerza de las mejillas con una sola mano.
—Sé que no trabajabas en ese lugar. ―La puso en pie de un tirón demostrando que ciertamente es un salvaje. ―Pues a cambio de salvar tu vida de ese horrible hospital a partir de ahora serás la niñera de estos cachorros.