—Sara… oye Sara, despierta… —Hmmm… ¿Quién me estaba hablando? ¿Estaba soñando? —¡Sara! —alguien gritó mi nombre tan fuerte, que desperté asustada. Lo primero que oí fueron las escandalosas risas de mi prima y otra mujer que ya había visto antes, su amiga Milena. Restregué mis ojos para enfocarlas mejor y las asesiné con la mirada. —¿Por qué ambas están en mi habitación? —les pregunté, sentándome en el borde de mi cama—. Diablos, ¿qué hora es? —me levanté a toda prisa para ir al baño. —No te preocupes por llegar tarde amiga, igual falta una hora para que entres a trabajar —la voz cantarina de Milena me hizo detenerme en el umbral de la puerta. —¿Y estaban aquí para despertarme? —automáticamente crucé mis brazos, observándolas con desconfianza. —Sí —habló Sofía, la amiga de mi prim