Harvey me soltó el brazo, manteniendo una distancia prudencial, y sacudiendo la cabeza, pasando una mano por su pelo. —Dios —dijo entre dientes, echando una mirada detrás de él—. ¿Crees que eres mi juguete? Joder, lo serías si no fuera porque… —se detuvo, intentando organizar sus pensamientos. —¿Qué? ¿Realmente crees que esto va a volver a pasar? —dije, incapaz de ocultar mi enfado. —¡Dios, no! —dijo, mientras el eco de su voz rebotaba en la oscuridad de la noche. — A lo mejor es que estoy harto de que te comportes como una calienta pollas y que luego me envíes facturas —añadió, mirándome y esperando por algún tipo de respuesta. La rabia me invadió con tanta fuerza, que antes de poder pararme a mí misma, di un paso hacia adelante y lo abofeteé con fuerza en la cara. En shock, me miró
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books