Capítulo 38 La noche en vela buscando al infiltrado Al escucharla, comencé a mirarla nuevamente, pero esta vez me aseguré de que notara la intensidad de mi mirada en ella, y, al parecer funcionó, giró su cabeza en mi dirección, sus felinos ojos amarillos se entrecerraron, me regalaron una mirada, las comisuras de sus labios rosados sin maquillar se curvaron hacia arriba y me regalaron una linda sonrisa, yo no desaproveché la oportunidad y le envié mi mirada más seductora, pero, fue inútil, ella, no se molestó en regalarme una mirada más. En ese momento la recepcionista le respondió, mil gracias, señorita, con voz llorosa, ella la miró, le guiñó un ojo y continuó su camino con indiferencia, obviamente, mi mirada la acompañó en todo momento, seguramente es una Vip, porque ya en el parking