- Nunca - fue su respuesta, me soltó poco a poco y me miró a los ojos - eres y siempre serás mi mejor amiga Laura, te pido que me perdones por lo de la mañana.
- No, ni lo menciones de hecho ni siquiera lo recuerdo - sonreí con sinceridad.
- ¿En serio? - me miró con su dulce mirada, esa dulce y amielada mirada.
- ¡Claro tonta!, ya es asunto olvidado.
- ¡Me alcanzas en las canchas Dennis? - le gritó Armado que ya iba unos metros adelante junto con unos amigos.
- No, espérame ya voy, nos vemos Lau - me besó en la mejilla - pasas por mi mañana como siempre ¿sale?
- Sí, claro - le dije mientras ella corría para alcanzar al idiota de su novio, suspiré profundamente al ver que él la tomaba por la cintura... a ella a mi mejor amiga.
- ¿Te sucede algo Laura? - esa voz, de nuevo su voz.
- ¿Cómo? - volví el rostro a un lado y le miré... Karla miraba en dirección de Dennis, una gran nube gris cubrió el sol, pareciese que el cielo de pronto se hubiera puesto triste.
- Tal vez más tarde llueva ¿verdad? - Karla me miró, por un instante su mirada me pareció muy triste.
- Sí, creo que no tardará mucho en llover.
- ¿Viniste a buscar a Dennis?
- No, te vine a buscar a ti - le respondí, ella levantó una ceja y sonrió de medio lado.
- ¿A mí? - pregunté un poco incrédula, "¿por qué habría de estarme buscando ella?"
- Así es - me extendió su libreta y me sonrió.
- ¿Esto es?... - le inquirí.
- Es la tarea que me dejaste ¿ya se te olvidó?
- ¡Oh! Es verdad, bueno pues te daré la libreta mañana y hoy en la noche la revisaré - le dije mientras sentí como una gota de lluvia caía sobre mi mano. - ¡Vaya! parece que se adelantó un poco la lluvia.
- Sí, así se ve - me dijo mientras miraba hacia el cielo y una gota caía sobre su frente - creo que tendrás que revisarme la tarea hoy mismo porque mi siguiente clase es química y necesito la libreta ¿sabes? - sonrió mientras con el dorso de su mano se limpiaba la frente.
- Pues si no te molesta - le dije - perder unos minutos, entra conmigo al laboratorio para que te la revise.
- ¡Claro! - me respondió - y será mejor que entremos ya o sino terminaremos todas empapadas, ja, ja, ja, ja, ja - la sonrisa de Laura era linda y agradable si he de confesar la verdad me hizo sentir a gusto.
- Bueno pues entremos - abrí la puerta del laboratorio invitándola a pasar.
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Alejandro trabajaba en uno de los tantos Hospitales del Sector Salud en el Área metropolitana de la Ciudad de México; era un buen médico, amable y respetuoso con sus pacientes, a pesar de que la carga de trabajo era bastante siempre procuraba atender a cada persona con la atención que él consideraba se merecían todas aquellas personas que iban a ese lugar en busca de alivio a sus dolores físicos.
- Muy bien señora González va usted a tomar Naproxén de 250 mg una tableta cada 8 horas durante 7 días para la inflamación y para los mareos va a tomar complejo B también en cápsulas una diaria por 30 días ¿de acuerdo?. - Alejandro le sonrió al darle la receta.
- Gracias doctor, es usted muy amable - la afable mujer le regalo una sincera sonrisa de agradecimiento.
- Estamos para servirle señora González - dijo Alejandro mientras tomaba uno de los expedientes en sus manos; la señora se levantó de su asiento y tomó su bolso.
- Ahorita que salga me hace el favor de llamar a Ernesto Pérez por favor.
- Sí, doctor, hasta luego.
- Hasta luego.
La señora González salió del consultorio y casi en seguida entro un joven de unos 20 años perfectamente arreglado, vestido con una playera azul rey pegada a su delgado pero formado cuerpo, su cabello corto a la moda, y un pantalón strech imitación mezclilla en color n***o. El chico de inmediato se fue a sentar frente a Alejandro quien al verlo le saludó.
- Buenas tardes eres Ernesto ¿verdad?
- Sí doctor - la voz ligeramente afeminada del chico hizo que Alejandro frunciera levemente el ceño.
- ¿Y bien que te sucede?
- Bueno - siguió el chico hablando con el mismo tono de voz - la verdad es que hace días me he sentido mal del estómago.
- Huumm, ¿qué más? - preguntó Alejandro escribiendo la sintomatología del chico en el expediente.
- Bueno además tengo como agruras no sé porque, casi no tomo café o refresco - dijo el chico pasándose la mano sobre el pecho de arriba hacia abajo.
- ¿Comiste algo?... ¿tal vez tu y novia fueron a algún restaurante no muy higiénico?
- ¡Hay! no doctor ja, ja, ja, ja - rió el chico componiéndose como una mujer - no tengo novia, la verdad es que soy gay - le regaló a Alejandro la mejor de sus sonrisas.
- Ya veo permítame un momento por favor - disimulando su fastidio Alejandro salió de su consultorio que era el 202 y se dirigió al 204, antes de entrar tocó y una voz femenina lo invitó a pasar.
Dentro del consultorio estaba Ericka atendiendo a una paciente a la cual le estaba vendando el pie izquierdo.
- Yo seguiré con la paciente - le indicó Alejandro.
- No Alejandro, es mi paciente yo la estoy atendiendo - Ericka siguió vendando el pie de la paciente.
- A ver dígame señora ¿qué le sucedió? - dijo tranquilamente Alejandro.
- Me caí doctor y me lastimé el tobillo.
- ¿Tienes las radiografías Ericka?
- Alejandro es mi paciente ¿por qué no vas y atiendes al tuyo? - Sin hacer caso de lo que decía la doctora Alejandro tomó las radiografías y las puso sobre la pantalla de luz para ver el daño.
- Bueno - dijo Alejandro - parece que no hay fractura solo es la inflamación que corresponde a este tipo de caídas. Tuvo suerte señora un poco más y se rompe el tobillo hay que tener más cuidado - Alejandro le sonrió a la paciente y le guiñó un ojo.
- Sí doctor - la paciente sonrió ante la preocupación que mostrara por ella, era además difícil no sonreír o contentarse ante esos ojos grandes color café claros herencia de su madre, su cabello levemente ondulado castaño claro, su piel morena clara, su voz firme, segura, grave y dulce a la vez; su altura 1.75 también herencia de su madre lo hacían verse una persona amigable y cordial.
- Alejandro ¿no tienes paciente? - Ericka sabía que cada vez que Alejandro llegaba de esa forma sería porque algún paciente seguramente era gay o una lesbiana y él simplemente no quería atenderle - Alejandro por favor no me ignores - dijo Ericka mientras se levantaba después de haber vendado el pie de la señora.
- Déjame checar el vendaje - Alejandro rápidamente se sentó en el banco de metal y se dispuso a revisar el vendaje - No, definitivamente necesita más presión en la base del tobillo para que no haya posibilidad de que se mueva.
- Alejandro el vendaje esta bien - dijo Ericka un poco molesta.
- ¿Duele señora...? disculpe ¿cuál es su apellido?
- Gómez doctor - dijo la paciente haciendo un leve gesto de dolor.
- ¿Lo ves? - dijo Alejandro mirándola con una muda suplica en su voz y en sus ojos que terminó por derrumbar la barrera que Ericka se había propuesto poner cada vez que Alejandro no quisiera atender a un paciente por el hecho de ser homosexual - la paciente refiere dolor - continuó diciendo Alejandro - a ver le volveré a vendar - dijo mientras quitaba de nuevo las vendas.
- "Alejandro... ¿por qué siempre esto...? - pensó Ericka - sabía que era inútil seguir hablándole, él no se iría de ahí hasta que el paciente en su consultorio saliera - "Te juro Alejandro - siguió pensando Ericka mientras meneaba la cabeza en negativo y salía de su consultorio - que será la última vez que me hagas y te hagas esto."