Capitulo7:Dennis 1.4

3322 Words
- “¡¡¡Siiiii!!! – pensé al tiempo que sentí mi cuerpo relajarse – sabía que ese hombre era su novio, eso significa que aun si a Laura le gustaba un poco nunca tendría oportunidad con ella” – Gracias por el café – le dije al tiempo que me levantaba – no estuvo nada bueno pero supongo que es lo mejor que pudo hacer – me encogí de hombros mientras me dirigía a la puerta. - “Al menos dio las gracias” – pensé mientras sentía un Gusto Enorme por verla salir de mi casa. - Bueno lamentablemente nos vemos en clases profesora – dijo y cerró la puerta tras de sí. - Que chica más extraña – dije por lo bajo mientras miraba distraídamente el reloj – eran cerca de las 10:20 am y Laura no aparecía aun, me pregunto por qué estaría llorando Dennis, ahora que lo pienso ni siquiera me dio tiempo a preguntárselo. Me quede de pie tal si fuera una estatua de piedra, incapaz de moverme ni siquiera un poco, estaba yo en la esquina del andador cuando vi a Dennis salir de su casa, ¡Qué estaba haciendo Dennis saliendo de la casa de Karla?, un miedo atroz se apodero de mi fue tan fuerte que sentí claramente como si algo caliente e irritante bajara vertiginosamente de mi cabeza a los pies, le vi alejarse por la calle mientras yo me quedaba inmovible en mi sitio… ¿por qué salió de su casa? Y las peores preguntas vinieron a mi cabeza como oleadas de fuego quemando mi razón, angustiándome a cada nueva pregunta que surgía en mi mente… ¿sería acaso que Dennis había ido a decirle lo que paso entre nosotras?... ¡Dios! ¿y si así era?, ¿qué podría decir yo?, ¿cómo me justificaría?... ¿y si Karla le había dicho a Dennis lo que paso entre nosotras?... ¿y si se lo llegará a contar a su familia?... ¿y si mi mamá y mis hermanos se enteraban?, sentí en mi cuerpo una nueva sacudida eléctrica de temor que me llego hasta la planta de los pies, de pronto me sentí mareada, incapaz de dar un solo paso hacia su casa, un miedo bestial se apodero de mi, me aleje a paso vacilante era como si de repente tuviera que cargar con una loza infinitamente pesada sobre mi espalda, abrí la mano y miré la pequeña cajita plateada dentro de la cual se encontraba el llavero que había escogido para Karla y ahora al verlo me sentí ridícula, infinitamente ridícula y al mismo tiempo avergonzada, ahí estaba mi alegría convertida en mi verdugo apreté la mano fuertemente lastimándome con los bordes duros de la pequeña caja y con ello sentía que estaba aplicándome el justo castigo por mi enorme error, por mi enorme pecado, mis ojos se anegaron en lagrimas que salieron sin piedad y de pronto sentí una angustia mortal, un terror que incluso superaba el que sentía en ese momento “Karla, no me perdonará, Karla no me perdonará ¡Karla No Me Perdonará” Gritaba en mi pensamiento y un odio brutal y gigantesco surgió en mi interior al pensar en Dennis “Ella… ¡Ella! ¡Ella tiene la culpa!... ¡ella quiere verme infeliz!...” … “¡Oh! ¡Dios!... ¡Oh Dios!... No Quiero Que Karla me Odie… ¡Nooooo!”… ¡No Puede Odiarme No Puede Odiarme!, ¡No Fue mi culpa, No lo fue!, fue Dennis… Yo Nunca Quise besarla… Dios Mío No Puede Odiarme cuando yo la amo tanto” … Mis pensamientos angustiosos me hicieron dar la vuelta de inmediato, tenía que ir con Karla, tenía que correr y aferrarme a sus brazos y aún cuando ella intentará alejarme de su lado no lo permitiría hasta que ella me escuchara y me dejara explicarle todo, ella tenía que entenderme, tenía que perdonarme, ella tenía que seguir amándome. Seguí corriendo hasta llegar a la puerta de su casa, mi respiración agitada y mi constante lagrimeo me impedían llenar mis pulmones lo suficientemente bien, sentí dolor en mis costados, era como si mi pecho se oprimiera con fuerza y lastimara mis pulmones y mi corazón, no me atrevía a tocar, me temblaban las manos, sentía la nariz tapada y respiraba dificultosamente por la boca, no sé si ella me sintió o si estaba haciendo yo demasiado ruido al respirar porque cuando levante la vista ahí estaba ella mirándome en todo lo alto, no esperé a nada, me arroje a sus brazos y ella me sostuvo fuertemente en ellos. - Laura, Laura – escuche mi nombre de sus labios y eso me hizo llorar con más fuerza - ¿Qué te sucede cariño?, ¿por qué lloras? – sin dejar de abrazarme me metió dentro de la casa escuche la puerta cerrarse tras nosotras – amor, ¿qué te sucede? – le escuche decir – por favor Laura ¿Qué te pasa?, tranquila, tranquila – me dijo mientras me acariciaba la cabeza. Y entonces, no supe que estaba pasando, Karla no me estaba rechazando como imaginé que lo haría, ahí estaba ella acariciándome, hablándome con tal dulzura, con tal amor, abrazándome tiernamente, y podía entonces sentir el calor emanando de su cuerpo, sentía la suavidad de su ser envolverme dulce y gentilmente… y yo solo la sujetaba fuertemente, como si mi vida dependiera de ese abrazo, como si fuera a caer por un agujero imaginario que se abriría a mis pies al momento de soltarla. - Amor, Amor – me susurro dulcemente – si no me dices lo que tienes no podré ayudarte por favor tranquilízate, estoy aquí, todo esta bien, todo esta bien, ¿te ha pasado algo?, ¿te han regañado en casa?, ¿Qué pasa amor? Y tras esas preguntas, supe que ella en verdad no sabía el motivo de mi llanto, supe que Dennis haya sido a lo que sea que haya sido su visita a Karla no le había dicho nada de lo que paso entre ella y yo, por un momento no supe que hacer, ni que decir, me fui tranquilizando poco a poco sintiendo la creciente ansiedad por ahora explicar el motivo de mi llanto… ¿tendría que contarle lo que paso entre Dennis y yo?... ¿tenía que decirle mis crecientes dudas?... ¿Qué tenía que hacer?... ¿si le contaba, me seguiría hablando así?, ¿me seguiría abrazando así?... ¿me… seguiría amando?... estaba echa un lío y sobre todo no deseaba dejar de sentir ese halo de protección y amor que me daban sus brazos. - ¿M…e… am..as? – le pregunte y mi voz no se escucho tan clara como yo deseaba. - ¿Cómo dices amor? – me pegunto dulcemente mientras me separaba tiernamente de entre sus brazos. - Yo… - desvié el rostro de sus ojos pues sabía que mi cara seguramente no estaba nada presentable. - Espera un momento mi vida – me dijo al tiempo que se levantaba y subía por las escaleras. Sorbí la nariz varias veces mientras me limpiaba las lagrimas con el dorso de la mano, no sabía que podría decir ahora, no sabía si confesarle a Karla lo sucedido con Dennis, pero… si lo hacía ¿y si Karla se molestaba y le reclamaba a Dennis?... ¿y si al confesarlo todo me decía que lo nuestro no podía seguir?... ¿o sí me prohibía hablarle a Dennis?... no, esto último no podía hacerlo, ella era mi amiga de toda la vida, dejar de hablarle a Dennis sería muy doloroso para mí, tenía que solucionar esto sin que Karla se enterara y la única forma posible de hacerlo era pidiéndole a Dennis que nunca se lo dijera a nadie, a absolutamente nadie de esa forma… - Laura - la voz de Karla me hizo dar un respingo, me extendió una caja de toallas de papel y la tome un poco temblorosa. - Gracias – musite levemente sin mirarla, me volví de espaldas a ella y me limpie, tras unos instantes escuche sus pasos alejándose de mi, mientras terminaba de limpiar mi cara me acerque a la sala y me senté en el love-site, aún sentía la nariz tapada y eso me hacía sentir un poco incomoda. Deje la pequeña caja a un lado mío, me sentía ridiculizada y de repente ese obsequio se me hizo tan indigno de ella, que me daba vergüenza haber creído que algo así podría ser impor… - Ten – me dijo, interrumpiendo y despejándome de mis pensamientos, dejó frente de mi una taza con café, la tome entre mis temblorosas manos y la lleve a mi boca. - Tiene azúcar – murmuré después de probarlo. - Estas temblando – me dijo pasándome sus dedos a través de mi cabello – no has desayunado ¿verdad? - No – le conteste, bebiendo otro sorbo. - ¿Qué te sucede amor? - me dijo sentándose a mi lado y llevando mi cara a su pecho. - Y… yo – dije un poco dubitativa – pues… - ¿y que debía hacer ahora? ¿Qué se supone que debía decirle? - ¿Qué es eso? – pregunto inclinándose hacia mi, recordé instantáneamente la cajita plateada y me separé de ella rápidamente para tomarla, pero era demasiado tarde ella ya la había agarrado. - No la abras – le dije y sentí mi voz quebrarse al tiempo que nuevas lagrimas anegaban mis ojos. - Laura – me dijo al tiempo que miraba el interior de la caja atentamente – desvié la vista me daba una vergüenza suprema. No sé cómo fue simplemente ella estaba arriba de mi plantándome sobre la boca el más hermoso de los besos, lleno de una pasión magistral podía sentir el peso de su cuerpo cubriendo el mío, sus manos detrás de mi cabeza sujetándome con firmeza y ternura a la vez, el sabor de su saliva entremezclándose con el mío, por un momento olvidé hasta mi nombre y desee con todas mis fuerzas que el tiempo se detuviera en ese mismo instante. Si tan solo fuera dueña del tiempo… si tan solo pudiera decirle que se detuviera y no avanzara nunca más, si tan solo pudiera retener ese instante… si pudiera… -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- - Es que hubiera sido mejor que te quedarás en mi casa, así no te habrías expuesto a que te asaltaran, mira nada más como te dejaron amor. - No, no es nada - ¿nada? – pregunto Alejandra sorprendida – un poco más fuerte y te hubieran roto las costillas. - Pero estoy bien – contesto Julián. - No se le puede llamar bien a estar todo magullado – dijo Alejandra poniéndole una bandita sobre su pómulo izquierdo – espero que eso no deje cicatriz – susurro mientras le tomaba el rostro con ambas manos y lo revisaba detenidamente – creo que no deberías ir hoy a la escuela – dijo al tiempo que le besaba en la frente. - No puedo darme el lujo de faltar, estamos casi en los exámenes finales. - Lo sé mi vida pero honestamente no te veo en condiciones de ir de un lado a otro del campus. - Estaré bien – dijo al tiempo que se levantaba del sillón sujetándose el costado izquierdo con su mano derecha – lo único que necesito es un buen desayuno y un paracetamol para el dolor. - Hombres – suspiro Alejandra – creen que todo se solucionará con comida y paracetamoles – meneó la cabeza negativamente y se dirigió a la cocina – te preparé algo de desayunar y nos vamos. - No, es mejor si comemos algo cerca de la facultad, no quiero que lleguemos tarde. - Espérate a que Román sepa que te golpearon y robaron va a quedar muy sorprendido – dijo ella recogiendo las tazas de café y llevándolas a la cocina. - Lo dudo mucho- susurro con un dejo de tristeza - cuando ha sido él quien me golpeó – entro a su recamará cerrando la puerta tras de sí. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- En otra parte de la ciudad Alejandro el hermano mayor de Laura, estaba a la mitad de su cita terapéutica con Francisco el psicólogo que lo estaba ayudando a superar el problema de su homofobia. Aunque le seguía costando un poco de trabajo aceptar que no a todos los hombres les gustaban las mujeres y que no a todas las mujeres les gustaban los hombres, se había prometido tratar de ser más tolerante con ellos y esperaba que con el tiempo un día lo llegara a ver tan normal como el resto de las cosas, Alejandro había sido el mayor, el hijo que había cargado con los problemas de sus padres. - ¿cómo te sientes al ser la figura paterna de tus hermanos? - No creo ser la figura paterna de ellos – contesto dirigiendo la mirada al techo – de hecho el que menos paternal me ve es Román él nunca me verá como una autoridad, quizá y Laura si me vea así pero ella y yo no hablamos mucho el trabajo me aleja demasiado de la familia. - ¿y eso como te hace sentir? - Bueno pues, un poco celoso de mis hermanos. - ¿celoso?, ¿en qué aspecto? - Bueno ellos tienen a mi mamá para ellos todo el día, y solo viven para estudiar y estar en la casa, no saben de los gastos del agua, el gas, la luz, el pago del predial, la tenencia del auto, en fin ellos no se preocupan por esas cosas, solo van y piden y piden – dijo con un tono de amargura. - ¿Román nunca te ha apoyado?, no lo digo financieramente, solo de forma emocional, que se haya visto un gesto de solidaridad de su parte para… - No – dijo interrumpiéndolo – es un cabrón egoísta solo se preocupa por sí mismo y punto, todo lo quiere para él, todo para él, en ningún cumpleaños ha hecho nada por comprarle a mi mamá por lo menos un chocolate, mucho menos en el día de la madre – yo siempre termino comprándole a mi mamá el regalo de él, ella lo quiere mucho, pero a veces es muy grosero con ella. - ¿Nunca le has preguntado el por qué? - No, suficiente tengo con cargar los problemas de la casa y los de mi madre cuando tiene sus excesos de depresión. - ¿y qué hay de tu vida?, de tu propia vida. - Hace mucho que deje de considerar que tenía una propia – contesto con una amarga sonrisa en sus labios, mientras Francisco lo observaba con detenimiento. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Karla acariciaba suavemente el cabello de Laura, mientras sus labios recorrían en descenso por el juvenil cuello, podía respirar la fragancia que manaba naturalmente de ella, Laura podía ser en verdad un afrodisiaco natural, Karla se llenaba de ella rozando su piel con una ternura y una firmeza extremas, le encantaba escucharle soltar esos suspiros que la llenaban de una profunda satisfacción, lentamente termino de desvestirla mientras deslizaba su lengua por los firmes pechos blancos como la nieve, suaves al tacto, dulces al paladar, sus manos recorrían las piernas de Laura cuyas manos estaban firmes sobre la espalda de Karla, la sentía infinitamente bien sobre de ella, su peso le hacía sentir segura, podía sentir en su entrepierna calor y una humedad creciente, sintió los dedos deslizarse lentamente por cada pliegue, sus caderas se levantaron y su cabeza fue echada hacia atrás, su boca presa de esos labios que le rozaban suavemente, su nariz se dilataba respirando el aroma que manaba de esa morena mujer que la estaba poseyendo con una dulzura inimaginable pero a la vez con una pasión descomunal, la suavidad de sus manos, el calor, de su cuerpo, el sabor de su boca, el recorrido de sus labios, a su cuello, a sus pechos, a su estómago y su vientre y por último justo ahí donde su rostro se había hundido y sentía un placer incontenible, donde su respiración se hizo más profunda, sus manos aferrándose a esa negra cabellera, tan obscura como el ébano y tan suave como la seda, sus caderas arqueándose, moviéndose a un solo ritmo y el placer aumentando, cada vez más, cada vez un poco más un cosquilleo en sus piernas que le indicaba estaba cerca de llegar, la cabeza nublándosele por tanto placer - Así, a… a… así – con la voz perdida de deseo – ¡aaah! ¡aaaah! - “Laura – pensó – así quiero tenerte siempre, así quiero disfrutarte toda la vida” - ¡aaaaah! ¡aaahhh! - “Así quiero escucharte siempre, ¡oh Dios! Así quiero sentirte eternamente” - ¡aaaaaaaaaaaahhhhh!!! - “Así quiero llenarme de ti por toda la eternidad” – sus lagrimas se deslizaron lentamente por sus mejillas sonrojadas, mezclándose en su boca con el dulce néctar que manaba de ese cuerpo que acababa de poseer. - “No puedo perderte – pensó Laura – no te puedo perder… por eso… por eso nunca sabrás lo que sucedió entre Dennis y yo, no puedes saberlo nunca” – estiro sus manos y atrajo a Karla hacia ella y aprisionó su boca en un beso largo y profundo – “Nunca”. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Estaba en mi recámara con el álbum de fotografías sobre mi cama, miraba cada foto donde aparecíamos Laura y yo, nuestras madres siempre disfrazándonos en navidad de ayudantes de santa, el verde siempre le sentó bien a tus ojos Laura, pero como odiabas disfrazarte, siempre antes de media noche ya habías subido a cambiarte de ropa, en cambio a mí siempre me gusto llevar disfraces, recuerdo cuando me toco ser Reina en el kínder y tú fuiste princesa, mira tu cara, pareces un jitomatito, eso me recuerda al profesor de Inglés, ¿recuerdas al profesor de Inglés?, una vez que empezaste a hablar ya no sabía cómo hacerte callar y él justo detrás de ti, ¡Dios! Fue tan embarazoso, tu recibiste el castigo, cuando fui yo la de la idea… pero no dijiste nada me cubriste en todo momento, igual que lo hiciste cuando queme el mejor pantalón de mi mamá al estarlo planchando mientras veía las caricaturas, te echaste la culpa y todo lo hiciste por mí. Hay tantas cosas que has hecho por mí y yo realmente ¿qué he hecho por ti?... Laura, suena tan lindo tu nombre, toda tu eres tan hermosa, toda tu eres un encanto, tu sonrisa, esa sonrisa que tienes, Laura… ¿cuándo me enamoré de ti?... me levante de la cama y guarde el álbum de fotografías en mi librero, a comparación del desastre de Laura el mío estaba en perfecto orden, tenía todo muy bien dividido, el orden siempre ha sido una de mis grandes cualidades, detuve mis ojos en el exhibidor de cristal donde siempre guardaba mis peluches, ahí estaba pinky un conejo de peluche color rosa fuerte que Laura y yo adorábamos cuando éramos niñas, de tanto que lo jugábamos estaba ya semi-descocido de una de las orejas, un ojo le colgaba, y le faltaban los bigotes del lado derecho que yo le recorte un día que jugábamos a la barbería, recuerdo haberle dicho a Laura que no llorara que le volverían a salir, Laura adoraba más a pinky que a cualquier otro peluche, pero siempre fui muy egoísta con ella, nunca se lo quise regalar, ni siquiera cuando mi mamá me dijo que se lo diera y que ella me compraría otro más bonito… ahora que lo pienso… siempre tuve celos de que Laura lo quisiera más que a mí, tome a pinky en mis manos y lo abrace mientras me sentía terriblemente abandonada por la única persona que en verdad siempre me ha amado. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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