Apenas terminaron de atender a la rubia, se le negaron las visitas hasta el día siguiente para dejar a la chica descansar y hacerle algunos exámenes médicos. Al día siguiente volvieron para que Ámbar les diera respuestas sobre lo sucedido de ayer, sabían que la buscaban, pero no sabían por qué y para qué. Los tres entraron a la habitación encontrándose a la rubia sentada en la camilla observando sus dedos que posaban en su regazo.
—Pensé que vendrían más tarde —admitió la chica.
—¿Cómo estás? —preguntó Peter acercándose a ella, quien le respondió con una sonrisa
—Estoy bien, me curo con facilidad, pero los malditos doctores no me quieren dejar salir —rodó los ojos— Necesito irme ahora antes de que vuelva otro para secuestrarme.
—Tenemos que hablar de eso —James se cruzó de brazos, a lo
