|Feria Mundial del Mañana| |1943|
—¿Estas segura que es aquí? —preguntó por enésima vez, ocasionando que la joven se frustrara, pero intentó controlar su ira contando hasta diez, mentalmente.
—Padre... ¿Acaso dudas de mi?
—No es que dude, más bien me aseguro que tu don —susurró esto último— que no se equivoque como la última vez.
—No se equivocó —frunció el ceño divertida de la situación. — Tú tuviste la culpa, te confundiste de camino.
La chica de cabellos dorados rodó los ojos al recordar la última vez que pasó con su don, no era una experiencia linda de contar, por lo que se limitó a pensar en otra cosa. Miró a todos lados buscando a la persona indicada para el proyecto pero ninguno era el que estaba buscando.
—Espero terminar esto para ir a Xandar —habló muy bajo Mike pero siendo audible para su hija, quien rió por lo que acaba de escuchar.
—Tranquilo padre lo acabaremos muy pronto, mientras tanto quiero que vayas con Howard y lo apoyes en lo que sea de este evento.
—De acuerdo, pero cualquier cosa vas detrás del escenario, ahí estaré yo.
—Esta bien.
Después de ver como su padre se iba tras bambalinas para buscar al ingeniero, ella decidió que lo mejor era pasear por aquel lugar, aprovechando echar un vistazo a todos los proyectos. Caminaba tranquila por toda la feria, algunas cosas le parecía irrelevante con todo lo que había visto en su 'corta' existencia pues... detrás de aquella faceta de adolescente sin tener tanto conocimiento de los adultos, escondía demasiados secretos, los cuales no debía revelar a cualquier persona, aunque estaba confiada que eso no sucedería dentro de mucho. Adelaida estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta por donde estaba caminando, por lo que chocó con aquella persona haciéndola caer al suelo.
—L-Lo siento,—musitó el hombre frente a ella, con claro nerviosismo por lo que había pasado.— no fue mi intención empujarla señorita.
Ada suspiró y levantó la mirada encontrándose a un chico de contextura delgada, de cabello igual de rubio que ella y de unos ojos azules, que si lo mirabas bien, podías ver la esperanza que albergaba en él. Al detallar detenidamente se dio cuenta que encontró al sujeto que Erskine quería.
—No se preocupe, fue mi culpa —sonrió con tranquilidad, para evitar que el chico se pusiera más nervioso— Más bien disculpe por no haberme fijado por donde avanzaba, soy una completa descuidada
—N-No tiene p-porque disculparse —Ada pudo notar que el chico se sonrojaba con facilidad— S-Soy Steven Rogers —alzó su mano en forma de saludo.
—Adelaida Beckett pero llamame Ada —sonrió y aceptó el saludo— y ¡Cuéntame! —habló con gran alegría por poder hablar con él, a lo cual Steve frunció el ceño confundido por tal actitud.— ¿A qué te trae a este lugar?
—Estaba en una "doble cita" con mi mejor amigo, él había invitado a una de sus amigas —se rascó la nuca con claro nerviosismo por lo que contaba, pensando que tal vez a la rubia le cayese mal.
—¡Oh! Te entiendo y adivinaré ¿Te haz perdido?
—B-Bueno no puedo d-decir q-que me perdí, y-yo solo... —ella alzó una ceja al ver que intentaba arreglarlo— Si, me perdí. — susurró intentando no sonrojarse ante la situación.
—Tranquilo, suele suceder —se encogió de hombros tratando calmar la situación.— Si quieres te ayudo a buscarlo.
—No es necesario, no quiero hacerte perder tu tiempo conmigo.
—Creeme que no vas a perder mi tiempo, además, creo que serias una buena compañía en esta feria, mejor vamos, de seguro tu amigo debe estar preocupado por ti al igual que tu cita.
—Supongo... aunque dudo que la chica me haya notado.
—Oh vamos, debes ser una agradable compañía —Y lo que decía era completamente verdad, aunque no diría como sabía tal cosa.— La chica debe estar demasiado loca si no se da cuenta.
—Soy demasiado delgado y enano es obvio que ninguna chica se fijará en mí, ¿Qué podría darle yo? —Steve agachó la cabeza 'aceptando' la realidad, Adelaida hizo una leve mueca al no gustarle que Steve tuviera tales ideas en su cabeza.
—¡Oh que va! Todos tienen su media naranja, por así decirlo, y puede ser que la chica que vas a amar ,y que te amará de igual manera, este más cerca de lo que crees —se encogió de hombros.
—Muchas gracias —se sonrojó antes sus palabras.
—No es nada —alzó los hombros de forma indiferente— De casualidad ¿Cómo es tu amigo?
—Será fácil de encontrarlo esta vestido de sargento y está acompañado de dos señoritas.
—Creo que ya lo vi.
Steve quedó confundido por un momento y siguió la mirada de Ada quien miraba de forma indiferente a su amigo quien estaba a varios metros de ellos.
—Wuau, eso sí se llama vista de águila.
—Oh gracias, nadie me había elogiado de aquella manera.
El sargento Barnes miró a todos lados buscando a su amigo, se dio la vuelta y fue su sorpresa verlo con una chica con una edad aproximadamente de dieciocho años. Él no podía dudar que aquella dama era muy hermosa, con las chicas detrás de él fue hacia su mejor amigo quien conversaba un poco con la chica.
—¡Steve! Te he estado buscando por todos lados ¿No es cierto? —miró a las chicas quienes miraban al soldado muy embobado. Aunque su mirada volvió con la rubia, quien tenía sus manos detrás de su espalda.— ¿Quién es ella?
—Un gusto soy Adelaida Beckett —alzó la mano en modo de saludo, ella sabía que el sargento era guapo pero le llamaba más la atención el chico de cabello rubio que estaba a su lado— Un placer conocerlo
—Igualmente —este aceptó el saludo y llevó la mano hacia sus labios dándole un pequeño beso— Mi nombre es James Barnes pero me puedes decir Bucky.
—De acuerdo, Bucky —asintió— A mi solo dime Ada —se encogió de hombros— Quiero decirte que Steve es una agradable compañía —El rubio al escuchar esto se sonrojó notoriamente llamando la atención de su mejor amigo— Ya me tengo que ir Steve —le dio un beso en la mejilla despidiéndose ocasionando que se sonrojara más— Hasta la próxima; igualmente Bucky.
Se despidió de Bucky con un asentimiento de cabeza y luego se retiró del lugar bajo la atenta mirada de ellos y sus acompañantes.
—Si que haz podido actuar solo sin mí.
—Ya...
—Bueno, señoritas.—se dirigió a las damas— ¿Qué es lo que desean hacer ahora?
Adelaida caminó tranquila hacia el escenario, cuando llegó a la puerta de los camerinos se encontró con dos guardias quienes protegían que ningún desconocido entrara hacia los camerinos, estos al ver a Ada le dejaron el paso sorprendiendo a varias personas que desean entrar también. Caminó unos metros mirando cada rincón buscando algo característico de su padre, hasta que por fin lo encontró. Mike conversaba con Howard, este último estaba ansioso por salir a escena, a los lejos podías ver el característico ego de un Stark.
—Ya llegué papá.
—¿Que tal la pasaste?
—Muy bien —respondió muy feliz— Me he divertido —admitió— Y dígame Howard, ¿Está nervioso?
—¿Nervioso? No creo que sea la palabra correcta, más bien creo que estoy entusiasmado.
Uno de los encargados se acercó a Stark susurrandole en el oído que en exactamente diez minutos saldría al escenario.
—Bueno... les dejo con él para que vean el espectáculo.
Los Beckett asintieron, a paso un poco rápido siguieron al encargado que los llevó a un área en donde no solo podía ver perfectamente el escenario sino también al público en general.
—¿Ya lo has encontrado? —Ada asintió— ¿Dónde está?
La adolescente disimulada señalo al chico de cabellos rubios quien estaba siguiendo a aquel sargento junto a dos chicas.
—Dime que estás señalando aquel sargento.
—¿Tú también? —suspiró por la frustración— Has visto los componentes del suero, tú sabes perfectamente cómo funciona.
—Eso lo sé, pero qué te parece si a una persona que ya tiene la fuerza sea el doblemente de fuerte.
—Padre —le regañó— El suero aumenta en todo sentido, si ponemos en la persona equivoca con mente equivocada,— resaltó esas dos últimas palabras— habrá grandes consecuencias; debemos ser cuidadosos respecto a esto.
Mike hizo una mueca, él sabía que su hija tenía la razón, por un prejuicio de él casi falla en la misión de encontrar 'al sujeto perfecto'. Los parlantes sonaron dando la bienvenida a la gran feria. En ese momento las chicas un poco 'mayores' que ella empezaron a gritar de euforia al ver que iban a presentar a nada más que al mismísimo Howard Stark. Chicas vestidas con un distinto disfraz de cabaret comenzaban la gran presentación, por los parlantes se dio la bienvenida al gran ingeniero del país. Este entró sonriente al escenario sacándose el sombrero de copa y entregando a una de las modelos, ella se acercó y al momento de entregarle el micrófono este le agradeció dándole un beso delante de todo el público.
—¿Es enserio? —preguntó Ada mostrando una gran sorpresa en su voz.
—Nunca verás a una persona con el ego más grande que Howard Stark.
—Creo... que te equivocas
—¡Damas y caballeros! —habló Howard a través del micrófono— Y si les digo que unos pocos años ¿Su automóvil no tendrá que tocar la tierra?, nunca...
Las modelos retiraron los neumáticos del auto, haciendo poses a cada rato. Adelaida no sabía si retirarse o seguir disfrutando el show.
—Con la tecnología Stark de gravedad inversa lo van a poder lograr
Howard se acercó al panel y elevó unos cuantos botones. Todo el público observó como el auto se elevaba gracias a las máquinas que reemplazan a los neumáticos, quedando maravillados con esa demostración. Una de los aparatos empezó a fallar soltando chispas, esto ocasionó que el auto cayera al suelo. A pesar de eso el público aplaudió felicitando al gran ingeniero.
—Les dije que en unos años ¿No?
Ada observó a Steve quien se encontraba aburrido con su compañía, con una de sus manos dentro del bolsillo soltó una pequeña aura dorada al momento que Rogers se daba la vuelta para ver a su alrededor, este observó un cartel del ejercito incitando a formar parte de el. Él no lo dudo y fue hacia el lugar en donde se en enlistan.
—Papá... tengo que retirarme.
—¿A dónde vas?
—Voy donde Erskine, necesito decirle que ya lo encontré.
—¿Cómo crees que será su reacción?
—No se, pero ahora lo averiguaré.
La rubia salió corriendo del lugar dirigiéndose al lugar donde se hacían reclutamientos de la Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Miró a todos lados buscando al doctor hasta que lo encontró caminando por unos de los pasillos y al otro lado estaba Steve mirándose en un reflector. Ella no lo dudo y con disimulo usó su magia para llevar al doctor al lugar donde estaba Steve, quien estaba hablando o más bien discutiendo con su mejor amigo. Abraham Erskine presenció la escena, escuchó perfectamente las palabras del rubio intentando ser disimulado para que no lo tomaron desprevenido. Adelaida había cometido su delito y estaba feliz por haberlo hecho. Cuando Steve se fue y Erskine quiso seguirlo, la adolescente no lo dudo y como por arte de magia hizo aparecer una carpeta con la información de Rogers, llegó al lado del doctor y le paso la carpeta.
—Aquí está la información que necesitará de él.
—Ya lo habías encontrado antes ¿No?
—Se podría decir que si —le restó importancia— ¿Y qué dice?
—Solo necesito hacerle una pregunta y supongo que también la responderá adecuadamente.