|Fuerzas Armadas| |Estados Unidos| |1943|
Mike y Adelaida seguían trabajando en el proyecto “Renacimiento”, hasta que Howard entró corriendo a la habitación con una sonrisa que se podía mostrar a kilómetros de distancia.
—¡Ada!
—¿Qué pasa Howard? —dejó los papeles en la mesa y se acercó a su amigo— ¿Pasó algo malo? —arqueó una ceja ante la efusividad del científico.
—¿Acaso mi cara muestra que pasó algo malo? —Ada lo miró un rato y quiso responder, pero le interrumpió. — ¡Claro que no! Más bien... ¡Mike!
—¿Si, Stark? —preguntó sin despegar su mirada de los planos que tenía a la mano.
—¿Me prestas a tu hija por unos momentos?
—Ya, pero si le haces algo te aseguro que el golpe de mi hija te va a doler menos.
—Gran amenaza —levantó el dedo pulgar en señal de haber entendido. — Ahora sí, vamos.
Howard con pequeños empujones sacó a Adelaida de aquel lugar. Al pasar observó a todos los soldados corriendo de un lado al otro, estos observaron cómo Stark 'arrastraba' a la adolescente de cabellos rubios hacia un pequeño edificio, alejados de las bases en donde estaba el armamento.
—¿A dónde me estás llevando? —preguntó con curiosidad al pasar por varios pasillos.
—Es una sorpresa, pero... ¿Recuerdas que te dije una vez que te presentaría a una amiga?
—Eh, ¿Si? ¿Por?
—Hoy es el día.
La pequeña Beckett miró extrañada al genio quien la llevaba por la base hasta que unos soldados le negaron el pase en una puerta.
—¡Oh vamos! ¿No saben quién soy? —ninguno respondió ante su pregunta— ¡Soy Howard Stark! Gracias a mí estamos ganado a estos malditos nazis así que si me dejan pasar seria de mucha ayuda.
Los soldados se miraron un rato pensando en si dejarlo pasar; y con pequeño asentimiento los dejaron pasar a los dos. Dentro de la oficina pudo ubicar al conocido Coronel Phillips y a una castaña de cabello corto y rizado; sin duda era hermosa, vestía el uniforme de un agente de Inglaterra, lo que causó la curiosidad de la rubia.
—¡Maggy! —Howard gritó lo que causó la gracia de la adolescente— Es un gusto volverte a ver —sonrió.
—Te dije que no me llames así —arrugó la nariz ante el apodo del ingeniero.
—¡Howard! —gritó el coronel, al ver al ingeniero en su oficina ya que había interrumpido su reunión— ¿Por qué osas interrumpir en mi oficina?
—Oh perdona Coronel, pero ya que están los dos aquí, quiero presentarles a Adelaida.
—H-Hola... — La rubia no tenía ni idea de lo que estaba pasando así que solo se limitó a hablar bajo, tampoco es que quisiera fastidiarlos.
—¿Qué hace una adolescente en las Fuerzas Armadas?
—Oh cierto... es la ayudante del doctor Erskine.
—Repito, ¿Una adolescente?
Ada no le gustó para nada las palabras del coronel, por lo que se enderezó y fulminó con la mirada al hombre uniformado, nadie la iba a denigrar de aquella manera.
—Por si no lo sabía, aunque sabemos que no sabe nada —murmuró eso último e hizo una mueca causando una pequeña risa de Stark— Soy una de las promesas más jóvenes en lo que es el ámbito científico y como tal debería tener en cuenta que soy muy importante para la comunidad científica.
—Señorita...
—Soy Adelaida Beckett —le fulminó con la mirada— Y solo estoy aquí para ayudar al doctor Erskine en el proyecto Renacimiento, pero si desea que una "adolescente" no ayude con su proyecto, no hay ningún problema, mi padre y yo nos retiraremos de este lugar.
—Espera. —frunció el ceño al escuchar todo de parte de la rubia. — ¿Tú eres la hija de Mike Beckett? —Ella asintió. — Lo siento si le hice algún comentario inapropiado, su padre es un buen amigo mío.
—Entiendo —Adelaida no le quedó de otra que asentir, aunque estaba muy disgustada porque le hayan tratado de tal manera. — Howard —el nombrado la miró— Ya estoy aquí.
—Oh cierto —se rio levemente, al recordar porqué estaban ahí. — Ada quiero presentarte a Margaret Carter.
—Pero me puedes decir Peggy —alzó su mano en forma de saludo y la rubia lo aceptó.
—Un momento... —levantó sus manos en forma de pausa— ¿Usted es la famosa agente Carter de Inglaterra?
—¿Famosa? —alzó una ceja divertida ante tal apodo. — No creo que me considere de esa manera, pero creo que ¿Si?
—Permita decirle que es un honor estar en compañía de usted —sonrió ganando la mirada sorprendida de la agente.
—Creo que la que debería estar sorprendida soy yo, ayudar al doctor Erskine debe ser un gran honor.
—Nada se compara a ser una de las mejores agentes durante la Segunda Guerra Mundial.
—Si... mucho halago —intervino Howard ganando unas miradas fulminantes de las dos mujeres presentes en la oficina— Pero ahora que ya se conocen, gracias a mí, claro está, es momento de que Ada le enseñe a la agente Carter sobre lo que hemos progresado sobre el proyecto Renacimiento.
—Me parece una buena idea —opinó esta vez el coronel— Agente Carter, que le parece si va con la señorita Beckett y a las doce viene para ver a los candidatos para el proyecto.
—De acuerdo coronel.
—¿Nos vamos?
Durante el camino hacia los laboratorios Adelaida explicaba con sumo detalle lo que habían avanzado con respecto al tema, la castaña estaba muy impresionada por el extenso conocimiento que tenía la adolescente. Howard estaba feliz por presentarlas, sabía que las dos compartirán mismas opiniones en diferentes temas. Una vez llegada a las instalaciones encontraron a los dos científicos viendo las notas de la fórmula del suero, Adelaida se dio cuenta que los dos estaban con un gran estrés que hasta podría causarles una terrible migraña.
—¿Qué está pasando?
—Tenemos un problema con esta ecuación, —explicó su padre al ver a su hija. — y suponemos que nos hace falta algo para terminar el suero
—¿Puedo verlo?
—Adelante.
Los dos científicos le dejaron el pase a la adolescente quien miraba detalladamente cada número de aquella hoja, agarró un lápiz que se encontraba en la mesa y empezó a resolver el ejercicio. Todos los presentes miraban como la chica de cabello rubio se enfocó completamente en el trabajo.
—Aquí tienes papá —le entregó la hoja— Problema resuelto —se encogió de hombros sin darle mayor importancia.
—Pero ¿Cómo...?
—Te lo dije Stark —habló esta vez Mike— Necesitarás la ayuda de ella más que la mía.
—Todo está correcto —habló el otro científico haciendo que Ada sonriera— Es muy inteligente señorita Adelaida.
—Gracias —miró a Peggy por un momento— Oh cierto, señores ella es Peggy Carter.
—Un gusto en conocerla señorita Carter —El mayor de los Beckett se acercó a ella y la saludo con la mano— Me llamo Mike Beckett soy el padre de esta niña.
—Igualmente —estrechó su mano— Admito que su hija me deja muy sorprendida.
—Ella causa esa impresión en todos.
—Doctor Erskine —saludó la agente al otro científico, quien sonrió por un rostro conocido.
—Señorita Carter.
—¿Ustedes ya se conocían? —preguntó Adelaida.
—Algo así —respondieron los dos y se encogieron de hombros.
—Bueno... si me permiten, tengo una máquina que terminar —Howard agarró sus cosas para retirarse del lugar.
—Un momento Stark.
Ada salió corriendo hacia una sala dejando confundidos a los presentes, sacó varios papeles dejándolos a un lado, su padre entonces entendió que es lo que estaba buscando. Así que solo se dedicó a dejar todo lo que habían avanzado en un portafolio. Adelaida salió con un plano en mano y se lo entregó a Howard.
—Ya terminé el plano de la máquina, si tienes algún problema me avisas.
—Gracias Ada —le guiñó un ojo agradecido por su ayuda. — Ahora si me tengo que ir.
—Yo tengo que ir con el coronel para ver a los candidatos —Erskine agarró su sombrero y se quitó la bata dejándolo en el perchero.
—Igual yo —Peggy sonrió de lado— Voy por unos documentos y luego iré.
—Oh, genial. —Ada hizo un pequeño salto de alegría— Padre, ¿Puedo acompañar al doctor Erskine y la agente Carter a ver los entrenamientos de los soldados?
—Tienes que hacerlo —opinó el científico— Tú estarás a cargo de ver cómo ha avanzado nuestro candidato.
—¡Genial! ¿Vienes papá?
—Tú ve, me quedaré aquí hacer algunas cosas.
—De acuerdo.
La adolescente junto al doctor Erskine y la agente Carter, salieron del laboratorio dirigiéndose cada uno por diferente camino, pero mismo destino.
|Campo de las Fuerzas Armadas| |Estados Unidos|
—¡Reclutas atención!
Los soldados se irguieron mirando con la cabeza en alto. La agente Carter junto con un soldado, quien llevaba una caja con varios papeles, se acercaron a la fila de los soldados
—Caballeros, soy la agente Carter —miró a todos detenidamente. — Vengo de Inglaterra para supervisar sus operaciones.
—¿Por qué de Inglaterra, reina Victoria? —habló en son de broma uno de los soldados— Creí que era el ejército norteamericano...
Ada se acercaba con el doctor Erskine hacia los soldados, la agente Carter era la que imponía orden hacia los soldados.
—¿Golpe en la cara o estómago? —apostó la adolescente al doctor quien miraba pensativo todo.
—Estómago.
—Yo voto por cara —se encogió de hombros y mostró una gran sonrisa— ¿Cinco dólares?
—De acuerdo.
—¿Cuál es su nombre soldado? —preguntó la agente llamando nuevamente la atención los dos científicos que caminaban hacia ellos.
—Gilmore Hodge majestad...
—Paso al frente Hodge —le interrumpió la castaña, el soldado no dudo y caminó hacia ella, obedeciendo su orden— Pie derecho al frente
—Mh, ¿Quiere luchar? —Steve miró a las dos personas que estaban a unos metros de él— Tengo unas maniobras que le encantaran.
Ella no lo dudo y con su puño derecho le dio un golpe en la nariz ocasionando que sangrara. Adelaida sonrió por la golpiza que le había dado y porque había ganado la apuesta, estiró su mano hacia Erskine quien sacó unos cinco dólares de su billetera y se los entregó. Todos los soldados miraban sorprendidos a la agente que había derrumbado a la persona que había sido grosero con ella.
—¡Agente Carter!
—Coronel Phillips — Peggy se dio la vuelta saludando al Coronel que se acercaba para ver a los candidatos para el proyecto.
—Veo que está presionando a los candidatos ¡Excelente!
La pequeña Beckett al ver al coronel hizo una pequeña mueca llamando la atención de su compañero de al lado, él le mandó una mirada interrogante y ella hizo unos movimientos de manos, dando a entender que le explicaría después.
—Levántate del piso y regresa a la línea hasta que alguien te ordene que hacer
—¡Si señor! —se sorbió la nariz intentando que dejara de salir sangre de este.
—El general Patton ha dicho que la guerra se hace con armas, pero la ganan los hombres. Vamos a ganar esta guerra porque tenemos a los mejores hombres —bajó un poco la voz al ver a Steve en la fila lo que causó que Ada gruñera por lo bajo y el doctor solo frunciera el ceño— Y porque serán aún mejores, mucho mejores.
—Hijo de fruta. —susurró por lo bajo la rubia ganando una pequeña risa de su compañero, ya que no pensó que reemplazaría por una grosería.
—La reserva Científica Estratégica es un proyecto de los aliados integrado por la Élite del Mundo Libre. Nuestra meta es formar el mejor ejército de la historia. Pero un ejército empieza con un hombre. El fin de semana elegiremos a ese hombre. Será el primero de una nueva r**a de súper soldados. Ellos llevarán personalmente a Adolf Hitler al infierno.
—Bienvenidos a la guerra.
Habló Ada llamando la atención de todos los soldados quienes miraron confundidos a la rubia, Steve abrió un poco más sus ojos al encontrarla a ella junto al señor que lo dejó entrar al ejército. Estaba seguro que ella marcaría mucho su historia.