|Base secreta de las Fuerzas Armadas| |22 de Junio| |1943|
—¡Adelaida!
La rubia giró su cuerpo al escuchar el grito de su compañero de trabajo Howard Stark, quien revisaba los últimos detalles de la máquina para el futuro soldado. La pequeña Beckett quien conversaba con algunos ayudantes de Erskine pidió disculpas y caminó hasta el ingeniero, el cual miraba de forma pensativa la máquina.
—¿Qué pasó Howard?
—Ya terminé todo lo que habías indicado, pero quiero asegurarme de que esté todo en su lugar, y tú eres la única que sabe más de estos planos que yo ¿Podrías...?
—¿Revisarlo? Claro.
Ada le paso el pequeño portafolio a Howard, una vez que tuvo las manos libres revisó la máquina viendo si no faltaba absolutamente nada. Con sus manos apartó unos cables, viendo si las conexiones están en buen estado.
—Howard, pásame la llave inglesa.
—Entendido capitana.
La rubia se rio por el apodo de su compañero, unos minutos después ya tenía la herramienta en mano. Ajustó la herramienta para la tuerca que estaba dentro del aparato.
—¿Necesitas ayuda?
—No es necesario.
Con suma facilidad ajustó la gran tuerca, sus ojos pasaron por algunos cables o tubos en donde debía pasar el suero, al ya darse cuenta que todo estaba en su lugar se retiró para mirar a Howard.
—Todo está listo, solo había un pequeño desajuste en la tuerca trece.
—Pero —frunció el ceño— Esa es la tuerca más grande y difícil de ajustar.
—Solo tienes que tener técnica para ajustar —respondió rápido la rubia dejando que Stark no sospechara nada— Más bien, asegúrate que las enfermeras no hagan algo estúpido después de concluir con el proyecto. —susurró todo esto último ganando una mirada confundida de su parte.
—De acuerdo... haré lo que pueda.
—Señorita Adelaida, ¿Usted cree que ya estamos listos?
Erskine se acercó con una impecable bata blanca, algunas de las personas que se encontraban en la sala miraron al científico con una gran admiración. Caminó unos pocos pasos hasta sus compañeros quienes tenían una gran sonrisa en el rostro
—No lo creo, yo digo que estamos listos.
—Perfecto —sonrió— La agente Carter está trayendo a Rogers, una vez que esté aquí el coronel Phillips y parte del comité estará viendo todo el proceso tras esa ventana.
Señaló la pequeña sala en donde se encontraban varios sillones en dirección al 'escenario'. Ada revisó sus notas para después alzar la mirada buscando a su papá.
—¿Saben dónde está mi padre?
—Fue a los servicios.
—Gracias Stark, recuerda lo que te dije.
—Ya entendí —rodó lo ojos y caminó hacia los paneles de energía.
—¿Ya estamos listos? —Mike apareció frotándose las manos con gel antibacterial, todos asintieron— ¿Y qué esperamos?
—Al sujeto —rio Stark señalando la máquina.
—Ya llegó.
Antes de que su padre pudiera contradecir, los soldados abrieron la puerta de las escaleras, dejando pasar a la agente Carter y al joven Rogers quienes vestían con su uniforme respectivo. Todos detuvieron sus acciones para ver a Steven. El rubio solo se limitó observar a su alrededor un poco asombrado y asustado. Bajó las escaleras dirigiéndose hacia Erskine y Ada, mientras que el padre de la menor y Howard se fueron a sus respectivos lugares.
—Buenos días —habló primero Erskine estrechando la mano del rubio, una luz interrumpió su saludo sobresaltando a los presentes— ¡Basta! Ahora no —El fotógrafo se retiró con su cámara en mano —Lo siento... ¿Está listo? — Steve asentía mirando fijamente a la máquina— Correcto, quítese la ropa y el gorro también, adelante.
Erskine le dio privacidad a Steve retirándose del lugar, la pequeña científica solo se limitó a dar algunas órdenes a los asistentes. Por un momento dirigió su mirada hacia la ventana en donde estaba la prensa, el coronel Phillips que recién había llegado, y parte del comité. Frunció el ceño cuando el senador miró con prejuicio a Steve.
—Si sigues frunciendo el ceño, te saldrán más arrugas que las mías.
—Es que no lo tolero —habló con poco de enojo en su voz— ¿Por qué la gente critica sin conocer?
—Las personas creen que criticando a alguien son superiores a él, así que no te sorprenda que veas muchas personas así; mientras tanto tú puedes hacer la diferencia —su padre le guiño un ojo ganando la sonrisa de su hija.
—Gracias papá —lo abrazó y miró a Steve quien ya estaba acostado en la máquina— Recuerda el plan —susurró y Mike asintió.
Caminó hasta el lado de Erskine quien miró un rato al chico delgado que estaba postrado en aquella máquina.
—¿Estás cómodo? —preguntó el doctor observando la expresión del rubio.
—Está muy grande —dijo dando referencia a la camilla, los dos científicos rieron— ¿Guardó un poco de la bebida? —el científico movió la cabeza ligeramente.
—No tanto como debería, lo siento —hizo una mueca— Después. — le susurró esto último ganando una pequeña sonrisa del rubio — ¡Señor Stark! ¿Qué tal sus niveles?
—Los niveles están al cien por ciento —se acercó hacia ellos.
—Bien.
—Quizás disminuya el voltaje en Brooklyn —el rubio le miró preocupado— Pero todo está listo —dijo emocionado— Hasta este punto —hizo una pequeña mueca de preocupación.
—¡Hey! —Ada le pegó en el brazo por hacerle preocupar a Rogers.
—Primero Auch —se frotó su brazo— Pegas fuerte.
—¡Te lo dije! —gritó Mike quien miraba los niveles de la electricidad.
—Segundo... ¡Es verdad! —se excusó, la rubia lo miró mal y le pegó otra vez— ¡Deja de hacer eso! —chilló por el golpe...
—¡Stark! —le gritó Erskine quien lo miraba fulminante por hacer tal escándalo.
—Ya... entendí —rodó los ojos— Ya ni en el trabajo te puedes divertir —murmuró y las dos señoritas rieron por lo bajo
—Agente Carter ¿No cree que estaría más cómoda en la cabina? —preguntó el doctor Abraham señalando con un dedo el lugar.
—Oh sí, perdón... lo siento.
—Gracias.
Antes de que la castaña subiera las escaleras le dio una última mirada a Steve. La pequeña Beckett no pasó desapercibido aquella situación y sonrió con 'maldad'.
—¿Qué estás tramando? —le susurró su padre.
—Nada ¿Acaso no lo viste? —preguntó susurrando— Se miraron con cariño, es obvio que aquí se habrá una linda historia de amor —suspiró— Qué pena que no tenga final feliz —hizo una mueca.
—Ya...
—¿Quemaste las notas que hice? —preguntó en un susurro.
—Todas, también dejé la carta en tu habitación.
—Muy bien.
—Señorita Adelaida ¿Me permite un momento? —el doctor Erskine miró un rato a Mike quien asintió y se fue a su lugar dejándolos conversar— Quiero decirle que a pesar de lo que pase aquí, quiero darles las gracias por todo, ha sido de mucha ayuda en este proyecto.
—No tiene nada que agradecer, más bien yo debería darle las gracias por hacerme partícipe de este proyecto, tengo que fe de que Steven será un gran soldado.
—Opino lo mismo, es usted una señorita muy pero muy inteligente, además estoy seguro de que usted tendrá una gran aventura por delante.
—No lo sé... a lo mejor.
Se encogió de hombros y acto seguido abrazó al doctor evitando llorar al saber el final de su compañero. Sabía que lo iba a extrañar al igual que a todos los que estaban aquí. Se separaron y cada uno fue a su lugar. Erskine agarró un micrófono y le dio tres toques leves, los pequeños sonidos se escucharon en la cabina. Los presentes en esta sala dejaron su plática para mirar al científico.
—¿Me escuchan? ¿Si? —el público asintió— Damas y caballeros, este día no daremos otro paso a la aniquilación sino el primer paso a la senda de la paz.
Ada miró atrás viendo a su padre colocando los brazos de metal de la máquina en el pecho de Steve, dos enfermeros se acercaron con un cilindro de metal, al abrirlo se mostró los sueros del 'súper soldado'. La rubia se colocó dos guantes de látex, agarró los pequeños frascos y lo colocó en la máquina.
—Comenzamos con micro inyecciones en el grupo muscular superior, la inyección del suero causará un cambio celular inmediato y luego para estimular el crecimiento, saturaremos al individuo con vitarayos.
La adolescente agarró la jeringa y la niveló, con un poco de alcohol limpió el hombro de Steve y se lo inyectó. El joven cerró los ojos por el miedo a las agujas.
—No estuvo tan mal.
—Era penicilina —El doctor lo miró con incredulidad mientras que Steven lo miraba preocupado, Adelaida no sabía si reír o mirar con pena al rubio— Inyección del suero comienza en cinco, cuatro, tres —puso su mano en el hombro dándole todo su apoyo— dos... uno.
Mike alzó las palancas ocasionando que el suero fuera inyectado en el cuerpo de Steve, él frunció toda su cara a causa del dolor. De repente abrió los ojos sintiendo la adrenalina del suero.
—Stark, proceda.
Ordenó Ada a Howard quien asintió a la orden de su compañera, bajó una pequeña palanca y la máquina en donde estaba Steve se elevó y se fue cerrando de a poco. Mike conectó los grandes cables en donde se transmitía el oxígeno. Los dos científicos se acercaron para comprobar que todo estaba bien. Erskine tocó tres veces el metal procurando no hacer algo de daño.
—¿Steven? ¿Estás bien?
—Tal vez sea muy tarde para ir al baño ¿Verdad? —Abraham le mandó una mirada a Mike comprobando que estaba todo bien y luego miró a Ada.
—Estará bien —la rubia se encogió de hombros colocándose unos lentes de color n***o.
—Hay que proceder.
Howard caminó dos pasos y elevó una palanca. En ese momento todos se colocaron unos lentes especiales, todos de color n***o para evitar dañar sus ojos con la intensa luz. Stark ya viendo que todos estaban asegurados procedió a girar una palanca donde marcaba el voltaje.
—¡Al diez por ciento!... ¡Veinte por ciento! ¡Treinta!
Una luz blanca se intensifica dentro de la cámara en donde se encontraba Steven, Adelaida veía indiferente esta luz, mientras que los demás se cubrían con los ojos.
—Cuarenta por ciento
—¡Signos vitales estables! —informó Mike y su hija se limitó asentir.
—Cincuenta por ciento... ¡Sesenta! ¡Setenta!
Un pequeño grito de dolor se escuchó por parte de Steve, Ada alzó la mirada y miró seria la situación. Abraham preocupado se acercó a la pequeña ventana en donde se podía ver el rostro de Steve.
—¡Steven! —gritó preocupado el doctor— ¡Steven!
—¡Deténganlo! —gritó la agente Carter desde la barandilla
—¡Steven!
—¡Cancélalo ahora!
—¡Stark apágalo! ¡Apaguen los reactores! —dijo Erskine haciendo caso al grito de la agente Carter
—¡No! —gritaron los dos rubios y los presentes no sabían a dónde mirar.
—¡Alto! ¡Puedo hacerlo! —gritó Steve a pesar del dolor
Abraham miró preocupado a Ada quien solo asintió indicando que prosiga.
—¡Claro que lo va a lograr! ¡Howard! ¡Aumenta la potencia!
Stark siguió las órdenes de la pequeña Beckett y elevó la potencia de la energía.
—¡Ochenta!... ¡Noventa!... Ya llegó al cien por ciento
Adelaida anotaba unas cuantas cosas en su libreta despreocupadamente al contrario de los demás que no tenían ni idea qué hacer. De repente, comenzaron a salir chispas por las máquinas alterando un poco a los asistentes y enfermeros que estaban ahí. La máquina se apagó y las chispas cesaron.
—¡Señor Stark! ¡Abra la cápsula!
Las puertas de la cápsula se abrieron mostrando el cuerpo de Steve, todos quedaron asombrados al ver Rogers muy cambiado. Rogers se transformó con éxito, creciendo más de un pie de altura y ganando músculos increíbles. Adelaida miraba a las enfermeras que quedaron con la boca abierta al ver el cuerpo escultural que ahora tenía Steve, por lo que mandó una mirada a Howard con una cara de 'haz tu trabajo', Howard obedeció a la orden muda de su compañera rubia y fue a ayudar a Steve. Mike miró a su hija quien veía la escena un poco divertida y orgullosa, sabía que después de esto habrá grandes cambios muy pero muy en el futuro.
—L-Lo logré —murmuró Steve impactado de la situación.
—Sí, creo que sí —Erskine no podía ocultar su entusiasmo al ver que había cometido su propósito.
—Logró hacerlo. —Howard miraba con admiración a Rogers después de ayudarlo levantarse de aquella camilla.
—¿Cómo se siente? —Peggy preguntó preocupada por él
—Grande —Rogers se dio cuenta que era más alto que los demás.
—Creció algo —le entregó su camisa al rubio con un poco de rubor en sus mejillas.
Steven la miró por un rato, para luego desviar su mirada a Ada quien lo veía con satisfacción. Antes de que pudiera ir hacia ella se dio cuenta que uno del comité miraba la cabina. Erskine se dio cuenta de la mirada de preocupación que tenía Adelaida, así que dirigió su vista en la misma dirección que ella. El m*****o del Departamento de Estado sacó un encendedor bastante sospechoso. El grito de Ada alertó algunas personas, pero ya era demasiado tarde, presionó el detonador y la cabina explotó obligando que algunas personas se cubrieran por los cristales.
—¡Deténganlo! —gritó Erskine preocupado— ¡Deténgase!
Antes de que pudiera decir otra palabra, recibió dos balas en su pecho ocasionando que los presentes gritaron de horror. Steve corrió hacia el doctor, el cual cayó al suelo debido a los disparos. Mike sacó un arma, de quien sabe dónde, y disparó hacia el infiltrado de HYDRA quien se llevaba el último frasco que contenía el suero del súper soldado. El infiltrado para defenderse disparó hacia el científico en la cabeza cayendo seco al suelo. Adelaida no sabía si gritar o llorar en ese momento, lo único que optó fue correr con furia hacia el traidor, quitándole el arma a uno de los soldados que se encontraban ahí, Peggy le siguió el paso corriendo atrás de ella. El doctor Erskine miró por última vez a Rogers y antes de que muriera tocó el pecho a Rogers para recordarle lo que le había dicho de ser un buen hombre.
Adelaida corrió observando con dolor algunos hombres caídos al tratar de detener al infiltrado cuando salió de la base secreta disparó varias hacia el auto que se escapa. Disparó una vez más, pero las balas se le acabaron, entonces apareció Peggy parándose en medio de la autopista apuntando con un revólver al carro de color amarillo; disparó varias veces, pero este no se detenía. Ada iba a empujar a la agente Carter antes de que la arrollaran, pero apareció Steve y logró salvarla.
—¡Ya lo tenía! —Steve con cuidado la levantó del piso.
—¡Lo siento!
Una vez que Steven se levantó corrió tras el auto intentando alcanzarlo, en cambio, la agente Carter entró nuevamente a la base con una gran ira que se reflejaba en su cara. Ada iba ir tras ella, pero una mano se posó en su boca y otra en su cintura, intentó gritar y dio patadas, pero la persona no la dejaba liberarse. El secuestrador la llevó hasta un auto de color n***o. Una vez que entraron el captor le quitó las manos encima, Adelaida se dio la vuelta viendo a su padre un poco adolorido por los golpes.
—¡¿Me capturaste con solo una máscara puesta?!
—¿Qué? Era lo único que encontré —se encogió de hombros y prendió el motor— El portal hacia Xandar se abrirá en tres horas —miró un rato el reloj de su muñeca— Llegaremos en dos horas a nuestro destino, la ropa está atrás —Ada se dio la vuelta mirando en los asientos de atrás en donde había dos maletas— ¿Algo más?
—No... de hecho pensaste en más cosas que yo —sonrió— Eres el mejor.
—Gracias hija —sonrió.
—¿Y el Mike falso?
—Un agente de HYDRA que había encontrado por ahí, él iba coordinar tu captura para el día siguiente, lo manipulé para que disparara a su compañero y usé el libro de magia para transformarlo en mí.
—¿Nadie importante se dio cuenta de mi captura?
—No, nadie.
—Perfecto, ¿Crees que los demás estén bien?
—Créeme cariño, ellos estarán más que bien por cierto... en Xandar volverás a ser mi adorable hija Ámbar.