― Creo que debemos regresar ya, podemos comprar algo de comida para llevarles a los demás ― sonríe la alemana. ― Me gusta la idea, quiero pizza ― sonríe cual niño intenta convencer a su madre de que compre su capricho. ― Me gusta la idea ― asiente divertida. Ambos se encaminan a una casa de comidas –la cual frecuentan sin excepción debido a sus excelentes precios y deliciosos productos- envueltos en conversaciones triviales, hablando de planes a futuro, de problemas sin resolver y de la manera en la que el chico puede iniciar una perfecta conversación con su novia para ponerla al tanto de todo lo que le sucede –ignorando que ella ya lo sabe-, la rubia frunce el ceño volteando a ver a su alrededor, algo pasa y lo sabe perfectamente. Rápidamente se ve reaccionando y lanzándose c