VOLVIENDO A UN PASADO ENTERRADO
POV. PRÍNCIPE EDUARD DE AMBER
HEREDERO AL TRONO DE VARSOVIA.
Un mes después
El estado de salud del rey no ha hecho otra cosa que empeorar, aunque ya nadie lo pudiera creer posible. Temo que en cualquier momento ocurra lo inevitable y yo tenga que asumir el puesto al frente del Reino de Varsovia.
Hace más de un año que que me ocupo de todas las funciones y asuntos del Rey, tengo en mis hombros la administración del estado y el parlamento; pero no es lo mismo mientras no sea Coronado, y todo el mundo lo sabe. Es un secreto gritado a voces que hasta el momento no se me exige como al Rey.
El protocolo exige que una vez que se lleve acabe la coronación, y sobre mi cabeza pese la joya real… también vendrán un sin número de nuevas responsabilidades… entre ellas la del matrimonio y el santo deber de engendrar los herederos que mantengan la corona con la dinastía de Los De Amber.
Puedo hacer lo que sea, lo que sea por sacar el reino adelante, pero no puedo casarme. El matrimonio no está en dentro de mis límites. Eso es mucho más de lo que estoy dispuesto a aceptar.
¿Qué tipo de matrimonio podría tener? … ¿en qué ridículas condiciones una mujer aceptaría casarse conmigo?
A veces me llega la idea de unir mi destrozada y amargada vida con la de Mary Luz Almenar… pero no podría...¿Que podría yo ofrecer además d e poder? . La idea sale de mi mente prácticamente hasta de entrar. A pesar de considerarla como a nadie y tenerla en un pedestal, yo no me veo unido a ella.
Mary Luz en los últimos años me ha desmostrado que puede llegar a ser una persona demasiado interesada, y hasta cierto punto insoportable. «Lo entiendo y lo soporto por lo que le hice» Mas Yo no aguanto pasar mucho tiempo con ella y menos últimamente, aunque no se queja directamente de lo que le hice… pues se queja de todo lo demás.
¿A qué tipo de vida estoy dispuesto a condenarme por sacar adelante las responsabilidades que traen consigo la Corona Real de Varsovia? .
Además que haré cuando pase el tiempo y no llegue el heredero que mi madre y el reino entero espera con ansia.
Los reyes de la línea sanguínea De Amber han sido buenos monarcas, preocupados por el pueblo, y han obligado al parlamento a aprobar cada vez mejores leyes a favor de la comunidad. El país se ha beneficiado y ha crecido año tras año desde que mi tatarabuelo John Andrew De Amber ascendió al trono hace ya más de cuatro generaciones.
La historia de Varsovia reconoce a nuestra casa Real como la más próspera y justa que ha pasado por el trono, y así debe continuar aunque se me vaya lo que me queda de vida en ello. Se lo debo a mis antepasados.
Mi madre no ha comenzado a molestarme con el tema de la esposa y el heredero porque la enfermedad de papá no la deja pensar en otra cosa y la consume, pero en cuanto el Rey falte y supere el luto, nada impedirá que se vaya contra mi con una lista de solteras en la mano, decidida a casarme lo mas rápido que le sea posible.
*
Terminó mi hora de ejercicios, y miró el reloj plateado que llevo en la muñeca. A penas son las cinco y treinta de la mañana y pareciera que que llevo una vida despierto. El gimnasio de cristal se yergue sobre mi, y me da una vista panorámica de los primeros rayos de un sol naciente que ya desea asomarse por el horizonte.
Camino a la otra sala continúa al gimnasio y me lanzo en la piscina climatizada tratando de refrescar mis adoloridos músculos.
Hoy me excedí con las repeticiones y la carga de las pesas. Pensar en matrimonio y gimnasio sin duda no es una buena combinación. Es un verdadero milagro que no haya terminado por matarme con una mancuerna.
Una hora más tarde perfectamente ataviado con un traje a la medida color azul marino estoy listo para salir a la pista privada real, donde se guardan y custodian los cuatro aviones, jets privados de último modelo que están a disposición de la Corona.
Un Roll Royce plateado con chofer seguido de una camioneta con cuatro escoltas esperan por mi para trasladarme al Hangar y de ahí volaré directamente a Mónaco. Mi madre no pudo aceptar su compromiso, ya que de ninguna manera aceptaría alejarse del lecho de muerte de mi padre.
La coronación de el futuro rey y reina de el Reino de Mónaco es un evento al que no puedo rechazar la invitación aunque me hubiera gustado. Nuestra casa Real y la de Mónaco han estado asociadas desde años atrás, desde tiempos inmemoriales sería más correcto decir.
Mi madre trato de convencerme para que llevara conmigo a Mary Luz, pero decliné la idea tan pronto me la propuso.
No quiero enfrentarme a su contante coqueteo, y a pesar de los años que no toco a una mujer, no puedo mentir y la verdad es que ella no despierta nada en mi. Nada en absoluto… ni un mal pensamiento.
No sé si es porque en mi conciencia cargo el peso de haberla contagiado y destruido su vida, o si es que la asocio a ella con todo lo malo qué pasa en mi vida.
Pero no puedo negar que odio la compañía de Mary Luz. Prefiero estar solo y amargado que tenerla cerca, porque me arruina aun más el humor.
Sería injusto con mi Historia no decir que en Mónaco fui realmente feliz...Mónaco me llena de nostalgia y me trae recuerdos del pasado. Allí pase los mejores años de mi existencia.
Mónaco me remonta a una epoca de despreocupación y borracheras. Mi vida lejos de mis responsabilidades como príncipe.
Un chillido a lo lejos de mis cavilaciones.
Segundos antes de abordar el coche, aparece en mi ángulo de visión corriendo como loco mi asistente. Camilo Condil corre con la lengua completa por fuera y sin aliento. Este chico debería comprender que un poco de ejercicio no le haría mal a nadie.
—¡Su majestad!— se dirige a mi a gritos con un fajo de papeles impresos en las mansos. Se acerca y le hago una seña a los escoltas para que lo dejen llegar. Luce como un loco con la corbata mal anudada. — ¡Su su- majestad!— volvió a llamar recuperando el aliento.
—¿Qué ocurre Camilo?—pregunté con mi habitual calma — ¿Qué es tan importante para que aparezcas de este modo? — inquiero recibiendo los papeles que me ofrece, peor aún no habla claro, aún no ha recuperado del todo el aliento.
—¡Volvió a ocurrir Su excelencia!. Esta vez fue en nuestras narices.
Sospecho de lo que habla pero no puedo dar crédito de lo que me informa. Reviso cada página, cada una de las hojas de papel que me ofreció.
—¿Cuándo te diste cuenta?— inquiero enojado. No puede ser que me caiga esa noticia como una bomba letal Justo antes de salir de viaje.
—No fui yo el que se percató. Me lo acaba de informar Sir Ralf Almenar que terminó en la madrugada en balance.
— ¿Por qué no me aviso a mi personalmente? — musité apretando los dientes por la ira. Me jode ser el último en enterarme de este tipo de cosas.
—Sir Ralf- Sir Ralf Al - almenar también me dijo que intento contactar con us- usted — explicó Camilo prácticamente tartamudeando—pero- pero su celular estaba apagado.
Saque mi iPhone del bolsillo del saco, y era cierto que como de costumbre había olvidado del todo cargar el dispositivo celular.
—Me imagine que usted no debería irse sin saber lo que ocurría— siguió Camilo.
—Sin duda pensaste bien— admití.
—Si, su majestad. Eso y también pensé si majestad que si al volver usted se encuentra que yo sabía de este asunto antes de que su avión despegara, pues me despellejaría vivo.
—También pensaste bien en ese caso— volví a admitir sin levantar a vista de los documentos.
Lo que estaba viendo era aún más grave, y estaban afectadas varios de los estados de cuenta.
No tendría forma de saber hacia donde se habían movido los fondos, o quién era el causante.
El responsable de este fraude era un experto, sabía cómo hacerlo, y que cuentas tocar para que no nos diéramos cuenta hasta el momento del balance.
Tenía que ponerme en contacto inmediatamente con Sir Ralf, pero ya carecía de tiempo, era hora de partir al Reino Mónaco, y eso si quería llegar a tiempo a la coronación.
Por muy privado que fuera el avión teníamos que respetar las reglas de la aviación civil internacional. El vuelo estaba pactado para una hora, y eso tenía que ser respetado al menos.
Maldije por lo bajo, si algo no me gustaba era sentirme presionado, ni que me tocaran las pelotas. El ladrón se burlaba de mi en la cara y yo no lograba dar con el más mínimo indicio de hacía donde se fugaba el capital.
—¿Que más dijo Sir Ralf?— pregunté exasperado y molesto. Me pase las manos por el rostro esperando la respuesta de Camilo. Le entregue los papeles a mi asistente.
— ¡Nada Su excelencia, absolutamente nada!. No encontró nada nuevo. No hay ningún rastro, ni se dio cuenta de lo que estaba pasando hasta que las cuentas no cuadraron durante el balance general.
—Esto no puede continuar así Camilo. Ya no sé cómo enfrentar esta situación. El grupo de auditores que contrate la última vez que nos defalcaron no dieron con mesa. Solo esclarecieron las cifras exactas de la pérdida.
Camilo me miró con cara de pescado en nevera y con cara de susto, la con voz temblorosa se atrevió a sugerir algo.
—Si tan solo su excelencia valorará la posibilidad de contratar a Ana Lucía Gaitan. Ella es… Aunque no la contrate, solo aceptar la ayuda que nos puede brindar. Es la mejor economista y financista que conocí jamás…
— Dejé claro que no quiero esa mujer cerca de mi— interrumpí en tono cortante cortante. —No me hagas repetirlo Camilo. No me gusta tocar más d Euán vez el mismo tema.
Mi asistente dudo otra vez antes de atreverse a hablar de nuevo. Raro que se atreviera a contradecirme porque en ocasiones creía que Camilo temía con su vida a mi pésimo mal humor, pero aún seguía lidiando conmigo. Después de todo tenía que reconocer que era un hombre valiente, además que le pagaba más que a cualquier CEO de una compañía en Europa.
—Disculpa que lo incordie Su majestad, pero es que ella es…
—¿Es que?— espeté algo molesto ante su constante insistencia . Cuando despedí a esa señorita del palacio había ya un mes, pensé que las cosas le habían quedado claro a mi asistente . — No me digas que con ese rostro bronceado esa muchacha es una eminencia económica. A fin de cuentas cuantos años tiene... ¿22?. No me jodas Camilo, una recién graduada no dará con el culpable de esta crítica situación.
—Si ella por sí sola no es capaz de descubrir quien es el culpable de semejante fraude tan Perfecto, pues nadie lo hará.
—Ya no tengo tiempo para esto Camilo— me negué a seguirlo escuchando. Aunque me quede pensando en que quizás la chica si era capaz de hacer lo que nadie más podía— Si quieres busca a esa muchacha en mi ausencia y que vea los números, a fin de cuenta ya firmó un contrato de confidencialidad. Eso si… En tres días cuando yo toque tierra en Varsovia, no quiero esa mujer cerca de los muros del palacio. La quiero lejos de la Casa Real.
Me metí en el coche con un dolor de cabeza infernal. Sin dudas la noticia que acaba de darme Camilo era otra derrota a mi nombre.
El asunto del fraude había sido manejado en total y absoluta confidencialidad, pero de seguir las cosas así, no podría evitar que se hiciera público.
Con la moral por los suelos, aborde el avión, pero sin sacarme de la cabeza mis problemas. Tampoco podía apartarme del rostro de Ana Lucía Gaitan. Quizás esa bruja de ojos verdes si era capaz de lograr algo en donde otros fallaron, su rostro me habló de lo obstinada que podía a llegar a ser. Me la imagine sentada en la silla de mi despacho, mordisqueado un lápiz con su boca de diosa y no pude evitar que la sangre se me acelerara en las venas.
No podía dejar que esa muñeca se metiera en mi despacho por eficiente que fuera…
No podía dejarla estar cerca de mi, yo no podría tenerla cerca o todo se iría a la mierda con mi autocontrol.
No había llegado tan lejos por ser débil, si algo me sobraba era voluntad y me lo demostraba a mi mismo a diario. No sería yo si me permitía ceder ante mis instintos. No sería ahora que llegara una mujer a meterse en mi tranquila y sosegada vida.
Me había costado, pero ya había dejado atrás cualquier vestigio de mi vida como hombre y no quería nada cerca que me recordara como se sentía la pasión y el deseo.