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Tocan la puerta en la habitación que está Maral. ─señora, la comida está lista. ─le avisa una mujer del otro lado. Se levanta y abre la puerta despacio, una muchacha muy bonita y sencilla espera fuera. ─Dan..., El señor me pidió que le avise cuando la comida esté lista. ─dice nerviosa. ─¿mis hijos, dónde están? ─pregunta incómoda. Aquella muchacha, la observa de pies a cabeza sin disimulo. ─los gemelos están en la sala, esperan por usted. ─dice tratando de disimular su incomodidad. Maral ignora por completo esa actitud, camina por el pasillo que antes ha señalado la muchacha, que ahora camina tras ella, observando su postura al caminar. ─¿Desayunamos solo los 3? ─pregunta al ver la mesa puesta solo con los puestos de ella y los niños. ─El no es... La mirada fija de Maral inti