Aún unidos tomados de la mano, ingresan juntos a la cálida morada para saborear un exquisito desayuno preparado por Aramis. El aroma del pan recién horneado y la fragancia de la leche con té se extienden por todo el espacio, creando un acogedor ambiente. Liara observa con atención la mesa dándose cuenta de que Aramis la decoró con los platos que tenían junto a esas y frutas coloridas que, en su mayoría fueron creadas por él. Mientras se sientan junto a los niños, Liara voltea hacia Cirdán, dándose cuenta de cómo su incomodidad al comer rodeado de mucha gente ha desaparecido, a diferencia de cuando se conocieron. Al percatarse de este detalle, la rubia sonríe, comprendiendo cómo él se está transformando poco a poco, o tal vez adaptándose a ella. Durante el desayuno, conversan animadamente