– Ahora me toca preguntar a mí ¿cómo es que supo mi apellido? Dudo que lo haya adivinado – me relamo los labios después de probar mi cheesecake y no me pasa por alto el hecho que su mirada viajo hasta mi boca. – Te investigué – suelto con total normalidad. No tengo necesidad de mentir. Él se queda en silencio un momento antes de asentir y soltar otra de sus risas roncas y bajas. – ¿Debo sentirme honrado? – me encojo de hombros y me burlo un poco. – No, en realidad investigo a todo aquel que veo más de dos veces, ya sabes, por seguridad, uno nunca sabe con qué pueden salir las personas – al contrario de la reacción que creí que tendría, es decir, una normal, en donde se irrita o disgusta al saber que alguien se me metió en su vida sin su permiso; él no deja de sonreír. Casi parece mara