Ekaterina
– Nikolai, ya guarda silencio, estás estresándome – lo regaño a través de la llamada mientras entro a la cafetería de Will, le sonrío al hombre mayor e ignoro al policía que antes nunca veía y desde aquel día parece venir siempre en el mismo horario que yo.
Es una molesta coincidencia que me tiene cansada, pero supongo que estoy agradecida por siempre recibir un café gratis de su parte, aun cuando no necesite a un hombre que pague mis cafés.
Creo que puedo decir que al menos es un bonito gesto y él no ha sido nunca alguien desagradable.
Tiene un par de puntos por eso.
– No puedo estar siempre organizando tus citas y reuniones, Ekaterina, también tengo una jodida vida y otros trabajos que hacer, ya eres una adulta, deja de ser tan jodidamente irrazonable – aprieto los labios sintiéndome cada vez más molesta.
No me gusta que me regañe, y mucho menos por algo en lo que no tiene razón.
No despedí a esa jodida mujer porque yo sea una egoísta que quiera consumir todo el tiempo de sus hermanos, o porque sea una mimada que solo aceptaré a alguien que me agrade.
Como él dice, soy una adulta, y sé tolerar a personas que no me agraden siempre y cuando hagan bien su trabajo.
– Entonces no tienes que hacer una jodida mierda por mí, no te metas en mi vida, Nikolai, yo no jodo en la tuya – suelto con mal humor, uno que intento relajar cuando llego a la barra y obtengo la atención de las personas a mi alrededor.
Yo crecí escuchando que nunca debo mostrarle a los demás mis estados de ánimo, ya sean buenos o malos, pues pueden utilizarlos en mi contra. Lo mejor es siempre mostrarme como una mujer impasible y tranquila.
– No estoy metiéndome en la vida de un jodido desconocido, estamos hablando de la tuya, y si me meto es porque me importa y no quiero que te falte algo – casi podría alagarlo por sus bonitas palabras.
Pero ahora mismo estoy furiosa con él.
– Will, buenos días, por favor un café, y uno de esos dulces de chocolate amargo, se ven espectaculares – le muestro una sonrisa, la más amable y tranquila que puedo hacer en este momento.
– Buenos días, señorita Ekaterina, por supuesto, en un momento – asiento hacia él, que va sonriente a prepararme mi pedido.
– Para comerlo aquí, por favor – le pido cuando se aleja.
En estos momentos, lo que menos quiero es volver a la oficina, en donde sé que estará Nikolai esperándome.
– Estamos hablando, emperatriz, pide eso para llevar y te vienes directo a la oficina, tenemos trabajo que hacer – aprieto los labios.
Ya sabía que diría eso, y no puedo estar más en contra de algo ahora mismo.
– Por el bien de los dos, es mejor que me dejes respirar un momento, estas molestándome mucho ahora mismo – ignoro por completo la mirada del hombre a mi lado.
Ni siquiera él se merece que lo trate tan mal como me siento capaz de hacerlo ahora mismo.
Sí, ha sido más insistente de lo que pensé que alguien podría ser, incluso diría que algo fastidioso, pero siempre un caballero y muy amable.
– Además, la despedí porque era más un estorbo que una ayuda, hizo de mi agenda un desastre – me justifico, aunque no debería, pero él no dejará de regañarme como si fuese mi padre.
Físicamente hablando, Dmitry es la copia de papá, por consiguiente, Viktor también es muy igual, mientras que Nikolai y yo tenemos más rasgos parecidos a madre, sin embargo, hablando de actitudes, Nikolai es idéntico a padre.
Casi podría jurar que él utiliza las mismas palabras que papá utilizaría si estuviese todavía con nosotros.
– Si la cagaba tanto entonces pedias un reemplazo y mientras llegabas dejabas que hiciera lo que pudiera, pero no haces ni una cosa ni la otra – le sonrío a Will cuando deja frente a mí el plato con la postre y mi taza de café.
Primero voy por la bebida.
– Nikolai, calla el puto culo estas estresándome, mierda – sé que no debería ser tan mala, que él no solo está preocupado por mí, sino que están pasando varias cosas con su puta.
Digo, con su mujer.
Y que por tantas cosas acumuladas ahora mismo en su cabeza está pagando su estrés conmigo. Pero j***r, yo no estoy preparada para ser la almohada de alguien, una que recibe golpes para tranquilizar todo lo que lo atormenta.
Yo también tengo mis jodidos problemas y no voy tratando a todo el mundo como una basura por algo que claramente no es su culpa.
Joder. Si yo fuese Viktor, ya hubiese llegado a la oficina, pero no para obedecerlo, sino para poner su culo en su jodido lugar.
– ¿Yo estresarte? Ekaterina, estoy aquí reorganizando tres semanas de juntas, pidiendo reservaciones, pagando cuentas ridículas, respondiendo cientos de correos y no estoy mencionando todos los documentos que tienes que firmar y a los que tengo que escanear, esto es ridículo.
– Ridículo es que veas todo el trabajo que dejó esa inútil y sigas insistiendo que soy una irrazonable por despedirla – respiro profundo, intentando serenarme.
Estoy llamando la atención y lo odio.
Joder, incluso me acabé el café y siento que necesito otro. Volteo hacia un lado y noto que Will está ocupado atendiendo a otro cliente. Aprieto los labios con molestia.
O al menos hasta que alguien me pasa una taza similar a la que bebí antes. Subo la mirada y me consigo con los ojos preocupados del policía.
Ese hombre es demasiado sencillo de leer.
– Gracias – suelto únicamente moviendo los labios, recibiendo una sonrisa de su parte. Bebo primero solo un poco, probando el sabor y asegurándome que no haya nada fuera de lugar.
La línea se queda en silencio un minuto, lo que aprovecho para comer de mi postre tranquilamente.
No tengo más que decirle a Nikolai y a su poco tacto conmigo en este momento.
– Le diré a Dahlia que venga a reunirse contigo – frunzo el ceño confundida. Pensé que ya lo había hecho.
– ¿Qué? – busco mi alrededor el azúcar para el café, y aparece otra vez esa mano mágica y me pasa un par de sobres.
Creo que este hombre me ha puesto mucho cuidado, y no me está agradando del todo. De igual modo le agradezco y lo acepto.
– Te dije que lo haría, te pedí que le dieras una oportunidad – suspiro un poco cansada mientras ahora me encargo de buscar una servilleta y quitarme las migajas del postre de encima.
Otra vez aparece la mano del policía. Aprieto los labios. Ya quiero que deje de prestarme atención.
De igual forma le agradezco, repito, que esté enojada no significa que seré una maleducada.
– Por más que seas mi hermano, no quiero trabajar con alguien que no sabe hacer una mierda, Nikolai, mi trabajo es importante, no un juego de experimentación – niego con una sonrisa cuando Will pasa por frente de mí y pregunta si quiero algo más.
Ya me doy por satisfecha, aunque quizás le lleve un café a mi hermanito, puede que eso lo ayude relajar al menos un poco.
– Ella no te defraudará, lo sé, solo te pido una oportunidad – asiento luego de pensarlo un poco. No pierdo nada con cederle una entrevista, y si no me agrada pues sabré que no solo es una inútil, sino que tampoco merece estar con alguno de mis hermanitos.
– Bien, iré en un rato a la oficina – al menos estoy feliz con que dejará de j***r mi existencia, incluso lo escucho de mejor humor que cuando me llamó para insultarme.
Mierda, esa mujer lo tiene completamente en sus manos.
– Apúrate, no solo debo organizar tus mierdas, también hay unas cuentas de los clubs que quiero revisar – y el muy maleducado me cuelga sin esperar que le diga algo.
Es un grosero, y si mamá estuviese aquí, lo hubiese regañado muy feo y le hubiese pedido a papá que lo castigue un poco, solo para después decirle que no sea muy brusco.
Ella era una madre estricta, siempre con una manera muy firme de como quería que fuéramos, pero su debilidad era vernos tristes o decaídos, así que era gracioso cuando hacíamos travesuras y ella nos amenazaba y solo bastaba un puchero para que nos perdonara.
Tenía una voluntad de hierro, pero un corazón de pollito.
– Ahí está esa sonrisa que tanto ansiaba ver – levanto la mirada algo sorprendida hacia él.
No esperé que siguiera ahí, mucho menos que dijera algo como eso.
– ¿Qué dices? – él acomoda su asiento, acercándose un poco a mí, pero me parece que calcula mejor nuestra distancia y vuelve a alejarse un poco.
Ese gesto casi me hace sonreír.
Él es muy consciente del espacio personal, creo que solo por eso es que después de este tiempo en el que no deja de invitarme a tomar un café en su compañía; no he pateado su culo lejos de mí.
– Que hoy has llegado molesta, discutiendo, fingiendo sonrisas, pero me alegra ver que al final mostraste una real, pequeña, pero tan preciosa que me deslumbró – ahora quiero burlarme.
– Todo un casanova – sí, me burlo. Pero en lugar de retraerse, como normalmente hacen luego de reírme de su manera de ligar, él lo toma como un alago, o un chiste, porque suelta una risa floja.
– ¿Eso parezco? supongo entonces que debo aprender a disimular mejor – me molestaría, si no fuese porque incluso parece incomodo diciendo eso. No, no creo que él sea ese tipo de hombres, pero, no es como si yo lo conociera más que estos encuentros casuales.
– Me tengo que ir – me pongo de pie tranquilamente, sin querer continuar con esta charla.
No se supone que deba ser su amiga, de hecho, no quiero volver a encontrármelo, sin embargo, algo me dice que este hombre va a seguir intentando.
Ese algo es que lo hizo otra vez incluso cuando ya le he lanzado varias malas miradas e incluso lo he ignorado un poco.
– Will, gracias por todo ¿Cuánto es? – él, ya después de repetir esto un par de veces, ahora en lugar de responderme, voltea hacia el hombre a mi lado.
– Yo pagaré lo de la señorita – Will se burla abiertamente volteando hacia mí.
– Ya escuchó al detective, señorita Ekaterina, usted váyase con calma que paga el caballero – aprieto los labios. No, no me termina de agradar.
Volteo hacia ese hombre.
– No tienes que hacerlo, no lo hagas, yo no tengo problemas en pagar por mis cosas – claramente no me cuesta nada comprar un jodido café. Pero ese no es el problema, yo sé que él también nota que yo no soy cualquier mujer ni soy alguien que no pueda costearse algo como esto.
Él se queda viéndome un par de segundos en silencio, antes de sonreír un poco.
– Yo sé que eres perfectamente capaz de pagar tus cosas, yo solo quiero hacerlo por ti – eso no tiene sentido.
¿Qué mierda con los hombres? ¿cree que yo me sentiré en deuda o algo así? No es agradable.
– Deja de hacerlo, no ganaras nada – menciono con seriedad, pero ni eso le impide seguir sonriendo.
– Tampoco espero eso, no quiero que creas que me debes o algo porque no es así, es mi elección pagar tus cafés – me quedo viéndolo en silencio, lista para seguir discutiendo con él, pero entonces mi teléfono vibra y sé que es Nikolai apurándome.
– No tiene sentido lo que dices – aprieto los labios con molestia.
– No tiene que tenerlo – suelta una ligera risa y yo simplemente suelto un suspiro.
Como sea, cada quien es libre de gastar el dinero como le plazca la gana.
– Gracias, supongo – me despido sin darle otra mirada, simplemente dando media vuelta.
– No es nada, espero verla mañana otra vez – j***r, le diré a Nikolai que haga algo al respecto.