VI

2236 Words
Llego a la oficina revisando que nada se me haya quedado. Mierda, desde que me desperté me siento muy mal, incluso algo enferma. Qué ironía, tantos intentos de asesinato, pero nunca lo lograron y ahora siento como que los cólicos y el estrés lo lograrán. En fin, levanto la mirada de mi bolso y me doy cuenta que todavía no ha llegado Dahlia, seguro Nikolai no ha querido soltarla, ella siempre es muy puntual. Suelto una pequeña risa ante ese pensamiento. Quien diría que mi hermanito es del tipo de hombre que necesita tantos mimos y atenciones. Pero, en fin, no me quejo ni digo nada al respecto porque la verdad es que me hace feliz ver a mis hermanos felices. Ahora solo necesito que Viktor y Nikolai también tengan bebés, aunque ya Niko nos trajo a Lyon. Ese pequeño león es lo más dulce que he conocido en mi vida, quizás incluso más que la pequeña princesa Gala. Gala es toda risas y amor, menos cuando Elle está lejos. Esa niña se parece mucho a su padre por esa parte. Dmitry también parece listo para arrancar cabezas cuando Elle se encuentra lejos. Son unos posesivos, pero supongo que es bueno que sea con una mujer como encanto, solo ella tiene la fuerza de soportar a ese par. – Buenos días, hermanito – saludo cuando veo a Viktor entrar a la oficina. De inmediato me pongo de pie y camino con calma hasta donde está para besar su mejilla y abrazarlo un poco. Me gusta como a pesar que él es tan esquivo con el contacto físico, ya se acostumbró a que yo siempre busco demostrarle cariño de esa forma. Supongo que Didi también contribuyó en eso, después de todo, no conozco a nadie más amoroso y demostrativo que esa pequeña y dulce pelirroja. – ¿Cómo estás? Te ves enferma – ambos caminamos hasta mi escritorio, pero en lugar de sentarse cuando lo hago, se pone de pie atrás de mí y aprieta suavemente mis hombros. Sonrío ante eso. Viktor puede ser el más antipático a primera instancia, pero él se preocupa mucho por nosotros. Recuerdo cuando éramos niños y entrenábamos siempre era el primero en venir a confirmar que no tuviese algún daño serio. – Solo un poco de malestar ¿tu cómo estás? ¿y Fluffy? – le pregunto mientras busco mi agenda para hoy. Solo hay dos reuniones y tengo bastante tiempo entre cada una. Mi vida es mucho más tranquila desde que Dahlia llegó a mi vida. Nikolai no mentía cuando decía que a pesar de su poca experiencia y pocos estudios ella sería muy útil. Es una mujer muy inteligente. – En casa, hoy no va a entrenar – asiento. Prácticamente desde que lo adoptó ha estado entrenándolo para que pueda defender a su dulce pelirroja. – ¿Y Diana? – En la escuela, la pasaré a buscar después y la llevaré a pasear – vuelvo a sonreír. Mi hermanito es mucho más tierno y amoroso de lo que cualquiera creería que es – Nikolai dijo que viniera a buscar algo ¿en dónde está el bastardo? Pero tiene un enorme defecto, que es no poder decir más de dos oraciones sin maldecir. – Llega tarde, seguro vendrá en cualquier momento – suspiro con frustración cuando el dolor de cabeza no me da ni un poco de tregua. No puedo trabajar así. Me pongo de pie y busco mi bolso. – Iré por un café, tu puedes quedarte a esperarlos o acompañarme – volteo a verlo, notando como ya se acomodó en mi silla. Y esa es toda la respuesta que necesito – No seas grosero con mi linda asistente. – Ella es fuerte, podrá soportar mi mierda – suelto una pequeña risa y no digo nada al respecto mientras me voy al ascensor. Él tiene razón, Dahlia es una perra fuerte, no hay persona en el mundo que pueda echarle mierda y que ella no lo soporte. Saludo con una sonrisa a los empleados que se detienen a hacerme un gesto e ignoro por completo los que tienen una mala mirada o parecen huirme. No tengo tiempo de tratar con nimiedades. – Señorita Bogdanova, no me avisaron que iba a bajar ¿le traigo el carro? – volteo hacia Jules, el hombre que está siempre pegado a mi culo desde que Viktor decidió que yo no tengo voz ni voto para decidir si voy sola o no. Hasta recordar el enojo que cogí ese día me aumenta el dolor de cabeza. – No te preocupes, solo iré por un café – cuando hace ademán por seguirme lo detengo. Es un buen hombre, me agrada porque respeta mis espacios y decisiones, pero a veces solo quiero hacer mis cosas yo sola. – Es en el café de Will, si te necesito te llamo – asiente y vuelve a su posición. Por eso me agrada, nada que ver con los dos anteriores a él, que creían que solo Viktor podría patear sus culos por hacer cosas que no le correspondían. Camino tranquilamente, con la cabeza en el trabajo. La primera reunión es con Elizabeth, la representante de un italiano que está interesado en construir un par de hoteles con nuestros arquitectos y al parecer tiene algunos problemas para llegar a un acuerdo con mis empleados. No creo que esa vaya a ser tan tediosa. Por otro lado, en la tarde debo reunirme con algunos jefes de sesiones para los informes de lo ocurrido mientras estaba en Rusia y los cambios que vamos a empezar a implementar porque estoy hasta la mierda de reuniones porque no se puede llegar a un acuerdo con mi gente. – Señorita Ekaterina – volteo hacia la voz y reprimo una mueca al ver al dueño de hermosos ojos oscuros y esos cortos rulos cobrizos. – Buen día – es todo lo que digo volteando nuevamente al frente, sin bajar la barbilla y con mi objetivo fijo hacia la cafetería. – Buenos días ¿cómo se encuentra el día de hoy? – es insistente. Mucho, y algo molesto también. – Bien, gracias por preguntar – yo no hago la pregunta de vuelta porque claramente no me interesa, y a él parece hacerle mucha gracia, porque lo escucho reír entre dientes. ¿No tiene orgullo? Claramente estoy rechazando toda clase de acercamiento por su parte ¿por qué no se va y busca otra víctima a la que piropear y darle sus atenciones? – No es nada – llegamos a la cafetería de Will, en donde nos vimos por primera vez. Y antes que yo pudiese abrir la puerta para entrar, él la abre para mí. – Gracias, otra vez – repito, entrando al local sin dedicarle siquiera una mirada. – Es un placer – lo escucho decir a mis espaldas, pero no le presto atención sino al hombre detrás del mostrador. Sonrío con amabilidad. – Will, buenos días ¿cómo has estado? – estiro la mano hacia él para saludarlo, y como siempre, besa el dorso de la mía. No puedo evitar sentir ternura ante el gesto. Es un hombre muy tierno y adoro ver como brillan sus ojos cuando habla de su esposa. Él es muy dulce. – Muy bien, señorita Ekaterina ¿y usted? – hago una ligera mueca de malestar como respuesta, que lo hace reír un poco – Supongo que se siente algo malita – asiento. – Todavía no tengo mi café milagroso – él vuelve a reír y se aleja a tomar un vaso para servirme lo mismo de siempre. – Aunque me hace feliz que venga tan seguido a visitarme, debo decir que no es sano ingerir tanta cafeína, señorita – veo como comienza a prepararme el pedido. – Hay personas adictas a peores cosas – él me señala dándome la razón y suelta a reír un poco más. – Tiene razón, como siempre – asiento sin dejar de sonreír – Dereck, niño, buenos días para ti también, lo siento por no prestarte atención – suelta Will sin dejar de reír. Casi pude olvidarme del hombre a mi lado si no es que lo menciona. Escucho como él vuelve a soltar una ligera risa entre dientes. – No te preocupes, entiendo perfectamente – aprieto los labios – Cuando puedas me dejas dos emparedados, dos muffins y un té caliente – aprecio que al menos respete mi espacio personal. He tratado con hombres que, al momento de intentar cortejarme, creen que pueden invadirlo por completo y yo mágicamente aceptaré todo lo que están ofreciéndome. – ¿Green? – pregunta Will. Sin nada más que hacer, volteo a ver al cobrizo, quien, sin dejar de sonreír, asiente. – Sí, volvió a discutir con su mujer y me pidió que viniera a comprarle algo, el imbécil me dijo que buscara bombones, ella patearía su culo lejos si llega con eso – sin darme cuenta, estoy inmersa en su conversación. – ¿Por qué? – aprieto mis labios cuando la pregunta sale sin mi permiso – Lo siento por meterme en la conversación, no tienes que responder – es todo lo que digo volviendo la mirada al frente. Por un momento mi lengua se desconectó del cerebro. – No se preocupe, puede preguntar todo lo que quiera – le doy una ojeada rápida. Su sonrisa es grande. Él en definitiva sonríe más que todos mis hermanos juntos – Ella lo patearía porque tiene siete meses de embarazo y en todo este tiempo el chocolate le ha causado repulsión. Abro los ojos sorprendida. Elle durante su embarazo solo pensaba en mariscos y dulces, pero no creo que hubiese algo que no pudiese comer, por lo menos no que yo me diera cuenta. – Ese Green no es nada observador, es un milagro que no lo hayan botado – volteo hacia Will otra vez, todavía pensando en ello. – No, no lo es, pero supongo que algo tiene que tener para que su esposa lo ame y proteja tanto, ellos tienen un amor admirable – si ella es una buena mujer, él definitivamente tiene que tener algo que los demás no notan para que ella siga ahí. Eso es lo que pienso. Me parece que ese dicho de que al lado de cada buen hombre hay una buena mujer es cierto por el simple hecho que ninguna buena mujer estará junto a alguien que no vale la pena. De hecho, va en ambos sentidos, ninguno de mis hermanos daría la vida ni amaran a sus mujeres como lo hacen si no es porque ellas lo valen. – Señorita – miro a Will a los ojos y sonrío. Me disperse un poco – Su café – lo tomo y sonrío. – Muchas gracias – extiendo la mano para pagarle, pero tal y como pasó la primera vez que coincidí con este hombre, y todas las demás, él detiene mi mano. Volteo a verlo. – Yo pagaré, si no es molestia – asiento un par de veces, arqueando una ceja hacia él. No sé qué pretende, pero será mejor por su bien que no cruce los límites que claramente están puestos. Supongo que mientras no diga ni haga nada incorrecto no tengo porqué ser una persona llena de desagrado hacia él. Ya eventualmente se dará cuenta que no hay manera que consiga algo de mi parte y se rendirá, muchas veces es así, y cuando no, yo me encargo de hacerlos entender por las malas. Sí, seguiré repitiéndome lo mismo hasta que en algún momento se detenga o yo tenga que detenerlo. – Gracias – él parece querer decir algo más, pero lo detengo levantando un dedo cuando veo aparecer por la puerta a Jules y justo mi celular vibra en mi bolso. Contesto. – ¿En dónde estás? – me extraño al escucharlo de tan mal humor. A mí, ninguno de mis hermanos me habla de esa manera sin motivos. – ¿Qué pasó? – Jules espera paciente desde afuera, pero puedo ver a sus espaldas una camioneta negra. Seguro ahí hay al menos otro de nuestros hombres. Ignoro el paso que da el detective hacia mí cuando nota lo mismo que yo. – Meredith está desaparecida, tenemos que hablar sobre lo que pasó en Moscú – aprieto los labios. Espero que no haya sido cosa de esos hijos de puta que rechacé porque sus cabezas rodarán. – Ya voy a la oficina – me detengo al sentir un agarre en mi brazo. Volteo hacia el cobrizo, que no deja de ver a Jules con sospecha. Escucho como se abre la puerta de la cafetería. – Nos vemos en el aeropuerto, nos iremos solo los dos – maldigo por lo bajo. – Tengo reuniones. – Las tomará Dmitry, nos vemos en cinco – y cuelga. – Señorita Bogdanova ¿hay algún problema? – escucho que pregunta Jules. Niego. Lo menos que quiero es causar un alboroto en mi cafetería favorita. – No, ya nos vamos – me suelto suavemente del agarre del hombre, que ahora me mira como si intentara leer mi mente. Suerte con eso. – Gracias por el café, detective – supongo que después de esto necesitaré algo más de información de él – Tengan un buen día, caballeros – me despido de Will también y salgo del local sintiendo los pasos de Jules seguirme de cerca. Y justo cuando estaba llegando por fin a Seattle.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD