Sin Superar

615 Words
Alan llegó a su casa y se dejó caer en un sillón, cerró los ojos y repasó mentalmente toda la mierda que le había caído encima desde que empezó aquella pesadilla, le cayeron lágrimas por las mejillas que le resbalaron por la boca sintiendo su sabor salado y se paraban encima de la ropa. Se acabó, se acabó Giselle y sus paranoias, pero demasiado tarde, había perdido lo que más quería en esta vida, a Aisha, tenía tanto sentimiento de culpa que ni pensaba en la posibilidad de volver con ella, de hecho si se la encontraba de frente no sabría ni que decirle, todo sería insuficiente, pedirle perdón, arrodillarse, arrastrarse, sería capaz de hacer cualquier cosa pero estaba convencido que le había hecho tanto daño que ella ya tendría otra vida, la visión cogida del brazo y sonriéndole aquel hombre le dejaba claro que había pasado página, tampoco le extrañaba, era una mujer joven, guapa, no le faltarían pretendientes y lo mejor que podía hacer era olvidarse de él, del padre de su hijos, lo único por donde tenían un vínculo. Giselle desapareció del bufete. Fernando a los dos días llamó a Alan a su despacho. — Hola Fernando, ¿vuelves a ser mi supervisor? Fernando le señaló una silla para que se sentara. FERNADO: Mejor que eso, tú vas a ser el supervisor, yo me jubilo y mi sitio es para ti, todos están de acuerdo que eres tú quien se lo merece. Alan no hizo ningún gesto, le miró a los ojos impávido. — Voy a acabar los casos que tengo ahora mismo en curso y me iré del bufete. — No me jodas hombre, ahora que consigues lo que tantos años has estado buscando te vas a ir, ¿te han hecho una oferta en la competencia?, si es así, dímela que te la igualaremos, tú eres parte de este bufete, no te puedes ir. — No, no es eso, quiero montar mi despacho, dedicarme a casos menores sin tanta responsabilidad. — No aguantaras Alan, estás acostumbrado a jugar en primera división, ¿cómo te vas a meter a jugar una liga local de barrio? — Es lo que me apetece en estos momentos, de todas maneras muchas gracias por todo, si me permites un consejo coge a Leo de socio, es un buen abogado, responsable y se desvivirá por el bufete. Se levantó y le estrechó la mano a Fernando que lo miraba contrariado sin saber que decirle. La siguiente semana Leo lo fue a ver a su despacho, entró y cerró la puerta detrás de él, se plantó delante de Alan. — ¿Se puede saber qué te pasa? — Nada. — ¿Nada?, ayer me llamó Fernando a su despacho para decirme que sería el nuevo socio, que sorpresa me llevé al decirle que quien tenía que serlo eras tú y me contestó que te ibas, ¿tan mal estás conmigo que no me dijiste nada? — Son cosas mías, tú te mereces el ascenso tanto como yo. — Venga, a mí no me vengas con gilipolladas, Giselle ya no está para tocarte los cojones, podrías hacerlo tranquilamente, ¿qué es eso de que te vas? — Quiero vivir más tranquilo, montaré mi propio despacho y atenderé casos normales que le pasa a la gente corriente. Leo se giraba poniéndose la mano en la frente. — Dios mío, este tío se ha vuelto loco. ¿Por qué haces eso Alan?, dímelo. Alan no le contestó, le miró a los ojos y Leo lo entendió todo. Bajó la cabeza y salió del despacho lentamente. Lo vio claramente, Alan estaba sufriendo y mucho, no había superado la separación de Aisha.
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