Cena entre Amigos

1837 Words
Después de secarse y volver a vestirse, Aisha llamó a su intima amiga Marga, casada con Leo, era la amiga con la que tenía más confianza, la conoció cuando se la presentó Leo como su novia, ya hacía años que estaba casada con Alan cuando el amigo de su marido se presentó en una cena con ella, pensó que sería como otras veces que había traído a otras chicas y en cuatro días la abría cambiado, pero no, ella fue quien consiguió atar en corto a Leo, un ligón indomable que pasaba de chica en chica contándoles luego las intimidades, fue extraño pero con Marga estabilizó su vida, se casaron y parecían felices. Les invitó aquella noche a cenar para distraer a Alan del disgusto que había tenido en el bufete, por supuesto Marga aceptó y confirmaron la hora. Alan se había estirado en un amplio sofá escuchando música por unos altavoces grandes y potentes, se concentraba en la música cuando entró Aisha confirmándole la cena de aquella noche, se estiró junto a su marido pasándole una mano por encima apoyando la cabeza en un hombro, Alan la rodeaba por la espalda con su brazo, dejaron pasar el tiempo hasta la hora de cambiarse para la cena. El se puso un polo y unos tejanos medio rotos, ella un vestido cómodo pero ajustado al cuerpo dejando ver su esplendida figura y sus tetas realzadas por un sujetador, un vestido a media pierna que remataba por dentro con un tanga para que no se le vieran por el culo las líneas de las bragas, en el mismo vestidor Alan pasó sus brazos por la cintura de su mujer besándole los labios. —Como consigues estar tan guapa y bonita poniéndote cualquier cosa encima. Aisha lo besaba riendo, sabía que él se lo decía siempre se vistiera como se vistiera, si hubiera llevado un saco encima lleno de mierda su marido le hubiera dicho lo mismo, siempre era muy atento y muy cariñoso con ella. Acabaron de darle los últimos retoques a la cena y Alan abrió una botella de vino tinto dejándolo en la mesa para que se fuera aireando. No tardó mucho tiempo en sonar el timbre de la puerta, la abrió Alan y entraron sus amigos, Marga le dio dos besos con un abrazo y se fue a buscar a su amiga Aisha a la cocina que estaba acabando de poner la cena en los platos, se saludaron con dos besos y un abrazo. Leo le entregó una botella de buen whisky a Alan que este dejó en la mesita de la sala de estár para después de cenar. — ¿Cómo estás Alan? —No te preocupes que lo superaré, solo ha sido una caída de la que me levantaré pronto. En la cocina Marga le preguntaba a Aisha. — ¿Qué tal Alan?, menuda guarrada, Leo estaba seguro que sería él el escogido, traer a alguien de fuera ha sido una putada. — Por eso he querido invitaros, a ver si lo distraemos entre todos y no piensa en el disgusto que se ha llevado. Marga le dio una sonora palmada en el culo. — Con esto tan bonito que tienes tendrías que estar distrayéndolo, pégale unas buenas mamadas y unos polvazos y verás cómo se olvida de todo. A Aisha le subieron los colores a la cara, conocía de sobras a su amiga pero siempre la sorprendía cuando le hacía aquellos comentarios picantes, Marga lo sabía y se los decía expresamente para ver como se ruborizaba partiéndose de risa. — No te preocupes que de eso ya va servido. Salieron las dos con un plato en cada mano dirigiéndose a la mesa. — Chicos a la mesa que la cena está lista. Se sentaron los cuatro, Marga y Aisha en un lado con sus maridos delante. — Le acabo de decir a tú mujer que lo que tiene que hacer es follarte bien folladito y verás cómo lo ves todo con mejor humor. Aisha volvió a ponerse colorada dándole un golpe en el brazo a su amiga. — Pronto empiezas hoy a sacarle los colores a Aisha, déjala que cene tranquila. Marga se descojonaba de risa. — Pero si no le he dicho nada malo, solo que le dé a su marido más… —Marga por favor. — Vale, vale. Miró a Aisha y le dio un beso en la cara disculpándose. Fueron sacando temas intentando hacer reír a Alan y siguieron haciendo planes para salir un fin de semana juntos cuando pudieran dejar a los niños con los abuelos. Ellos no tenían hijos, a Leo no le hacía especial ilusión y Marga siempre había dicho que ella no estaba preparada para traer a nadie al mundo. La cena transcurría en un ambiente agradable y distendido, cuando acabaron ayudaron todos a quitar la mesa dejando las cosas en la cocina. Alan cogió una cubitera llenándola de hielo y unas pinzas, la dejó en la sala de estar al lado de la botella de whisky y de un armario sacó cuatro vasos anchos para servirlo. A su mujer le puso un par de cubitos y un dedo de líquido, sabía que esa cantidad le duraría toda la noche, Aisha bebía muy poco, con lo único que podía llegar a ponerse algo contentilla era con vino blanco en alguna ocasión especial, a sus amigos y a él dejó caer con las pinzas un cubito de hielo y los llenó bastante, puso música y los cuatro se sentaron en los sofás a tomarse las copas, Marga y Aisha juntas en uno y los chicos delante de ellas en otro, salieron chistes, los de Marga todos de sexo, Leo rellenaba los vasos en cuanto bajaban un poco de nivel, menos el de Aisha que se lo guardaba en una mano para no beber más de la cuenta, con el efecto del alcohol todos reían desinhibidos, tanto que Marga en un momento de la noche que ya iba bastante tocada por él whisky se levantó bailando, los demás la animaban siguiendo su ritmo con las palmas, daba vueltas sobre ella y se le subía el vestido dejando ver claramente el tanga de color clarito que le transparentaba los pelos del coño, a ella no parecía importarle mucho, Aisha intentaba agarrarle un mano para hacer que se sentara, y lo consiguió, pero al sentarse lo hizo con las piernas totalmente abiertas enseñándoles a los chicos todo lo que les podía enseñar y más, Alan se entero, y bien enterado como tenía el chocho la mujer de su amigo, al sentarse se abrazó a Aisha manteniendo las piernas abiertas moviéndolas de un lado para otro consiguiendo que el tanga se desplazara enseñando hasta el agujero del coño. — Creo que por esta noche tenemos bastante, esto está decayendo. Alan se levantó para fortalecer la decisión de su mujer, Marga también tambaleándose. — Que aguafiestas sois queridos, ahora que me empezaba a divertir. Caminaba dando tumbos en dirección a la puerta de salida. — Leo tío, controla un poco a tú mujer que cuando bebe pierde los papeles. Leo reía mirado a su mujer como iba de lado a lado no pudiendo llegar a la puerta. — Ella es así ya la conoces. — Si que la conozco, pero no me ha hecho mucha gracia que mi marido se entere como tiene el coño tú mujer ostia. Hoy se ha desmadrado pero bien. —Venga ya está bien. Le puso una mano en la espalda a su amigo que se estaba despidiendo de Aisha para acompañarlo, cogieron por el camino uno por cada lado a Marga llevándola hasta la puerta de salida, Alan la abrió, Marga se giró mirando a Aisha. — Adiós amiga, acuérdate de lo que te he dicho para hacerle pasar las penas. Subió una mano cerrándola estando a punto de hacerle la señal de una mamada y su marido se anticipó agarrándole la mano bajándosela de nuevo, Marga se giró mirando a Alan y se abrazó a él pasándole los brazos por el cuello dándole dos sonoros besos. — Muchas gracias por la cena guapísimo. Se separó y le puso la mano en los abdominales tocándoselos. — Y que fuerte estás ostia, con esos abdominales debes de dar cada golpe de cadera para fo… — Vámonos anda, ya está bien. Estiró a su mujer de un brazo sacándola de la casa. Aisha se había mirado la escena tapándose la boca viendo lo descontrolada que estaba su amiga con cara de mala ostia. Se giró y subió las escaleras intentando que su marido no viera lo enfadada que estaba, pensó que ya tenía bastante con el disgusto en el trabajo para discutir con él. Alan apagó las luces de la planta baja dando algún traspiés por el efecto del whisky y subió a la habitación, encontró el vestido de su mujer y el sujetador en un sillón y el tanga tirado en el suelo, Aisha estaba en el cuarto de baño lavándose los dientes con el camisón de dormir ya puesto, se desnudó tambaleándose un poco, seguramente todos se habían pasado un poco con el whisky aquella noche, menos su mujer que todavía le sobró de la cantidad que le sirvió él al principio. Entró al cuarto de baño en pelotas, su mujer estaba enjuagándose la boca con agua. — Hoy te has enterado bien de todo eh. El se aguantaba en la puerta para no moverse mucho. La lengua le patinaba al hablar. —¿Qué me he enterado de todo?, ¿de qué me he enterado cielo? Ella seguía con el tronco doblado dejando caer el agua de la boca, Alan no podía apartar la vista del culo de su mujer. — No disimules que ya he visto como le mirabas el coño a Marga. Dio varios pasos y se arrodilló detrás de su mujer levantándole el camisón metiéndole la cabeza por dentro, su idea era besarle el chichi pero con lo colocado que estaba por la falta de costumbre de beber le metió toda la cara en el culo. Dio un grito de sorpresa girándose y apartándose, Alan la miraba arrodillado con la vista torcida. —Cariño, si tú tienes el coño más bonito del mundo, y, y, el culo tambieeeén, ¿Por qué te enfadas? — Menuda borrachera has pillado, no tardes en meterte en la cama. El se levantó apoyando las manos en el lavabo y se cepilló los dientes sin controlar demasiado, se enjuagó la boca y aprovechó para lavarse la cara a ver si se le pasaba un poco el mareo que tenía, caminó hasta la cama y se metió, su mujer le tapó viendo cómo iba y él la abrazó agarrándole el culo, Aisha le sujetó la cabeza dejándola caer sobre su hombro, la cara de inocencia que hacía su marido la tranquilizaba sabiendo que él nunca haría nada que le pudiera hacer daño. — Duerme cariño, descansa que te hace falta. No había acabado de hablar que Alan roncaba.
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