Alan y Aisha - X

1855 Words
A Alan le pareció el polvo con el que había sentido más en su vida, como lo había excitado, como le supo acompañar en el ritmo con sus movimientos, y como se corrieron los dos a la vez le pareció espectacular. Aisha no se podía creer que la primera vez que follaban pudiera haber sido así, aquellos movimientos de él que a ella le parecían los del un animal salvaje, seguramente influenciada por el imponente físico que en esos momentos la tapaban totalmente debajo de él. Se miraron y se besaron, el se levantó con cuidado para quitarse el condón y hacerle un nudo para que no se escapara nada, no sabía qué hacer con él y Aisha sonriendo se lo pidió, lo cogió mirando la cantidad de semen que había dejado dentro y el espesor, Alan no sabía si lo hacía por curiosidad o por estar estudiando biología, lo dejó en el suelo a un lado, abrió la sabana de la cama metiéndose dentro esperando que él hiciera lo mismo, se metieron los dos y se taparon abrazándose. El se estiró boca arriba y ella puso su cabeza encima de uno de sus pectorales y con la mano jugaba con los abdominales, Alan le acariciaba el pelo. — Que bien se está, no me levantaría de aquí nunca más. —Levantarnos un poquito a comer sí, ¿no? — Tú siempre tienes hambre. Que hoy has desayunado dos veces, no pasa nada si aguantas un poco sin comer. —No puedo aguantar sin comer, lo necesito. — Pues cómeme a mí. —A ti te voy a comer enterita. Se giró dejándola a ella a un lado boca arriba, él se puso de lado y le acaricio la carita, se besaron mucho tiempo, jugaron con sus labios y sus lenguas hasta cansarse, se miraron a los ojos enamorados y la mano de Alan fue recorriendo todo el cuerpo de ella, hombros, tetas, abdomen, pubis, piernas, volviendo a subir y bajar unas cuantas veces a la vez que se besaban de nuevo. —Que cuerpo más bonito tienes, me tiene loco. Aisha le tocaba el pelo con cariño, él se entretuvo pasándole un dedo por encima de los pezones, ella le miró cerrando los ojos para hacerle saber que se estaba excitando, Alan sonrió y bajó la mano hasta una pierna volviéndola a subir abriéndoselas. Aisha notaba aquellos dedos jugando con uno de sus pezones y el calorcito de la excitación lo volvía a sentir en su cuerpo, respiró cuando dejó de hacerlo y bajó la mano por su cuerpo hasta una de las piernas, cuando volvió a subir cambiaba de pierna apartándolas un poco dejándoselas abiertas, ella se dejaba hacer, no le pensaba decir que no a nada. La mano siguió su camino y pasó por la ingle subiendo hasta su pubis por un lado, con dos o tres dedos le empezó a dar vueltas justo encima de la rajita, Aisha sopló y tensó la espalda de pensar que Alan le iba a hacer una paja. Alan subió la mano y se metió dos dedos en la boca mojándolos de saliva, a ella le cambio la cara, se excitó de golpe y gimió cuando él le metió los dedos en la rajita del coño dándole vueltas al clítoris, le apretó un brazo con fuerza. Alan le susurró… —¿Te gusta así?, guíame, dime como hacerlo para darte placer. Aisha le miró a los ojos y lo besó, lo besó con pasión porque le pareció un detallazo que tuviera la humildad de preguntarle, de interesarse por lo que a ella le gustaba, ningún chico jamás se lo pregunto ni se interesó en que ella le enseñara como le gustaba, esos detalles le hacían estar más enamorada de él. A Alan siempre le había funcionado muy bien preguntarle a las chicas como les gustaba que la tocaran, no tenía que perder tiempo en observar sus reacciones para saberlo y a ellas les gustaba que se interesara, Aisha no fue una excepción por su reacción. — ¿Quieres aprender a tocarme? —Si, eso te he pedido, si te tengo que meter mano quiero que lo disfrutes. Aisha soltó una carcajada. — Me puedes meter mano cuando te dé la gana. —Por eso quiero aprender. Bajó una mano y la puso encima de la de él, con dos de sus dedos le fue dando vueltas al clítoris cerrando los ojos, estuvo un ratito. — Ves que se está mojando. —No lo veo pero lo noto. — Pues ahora seguiremos por encima. Le puso los dedos encima y él pudo notar su clítoris hinchado y duro, Aisha gemía desinhibida, lo fueron presionando moviendo los dedos de lado a lado, cuando pasó un rato el chichi lo tenía tan mojado que se podía oír el ruido del roce de los dedos. — Ahora tendrías que meterme un dedo o dos en la v****a, pero prefiero que me metas otra cosa. Alan se giró de golpe para coger un condón, ella reía de su reacción siguiendo con el ritmo de la paja, se lo puso rápidamente y se levantó caminando por encima de la cama con las rodillas para colocarse en medio de las piernas de Aisha, se sentó colocando las piernas de ella por encima de las suyas y movió el culo para quedar cerca de su coño, se agarró la polla y miró a Aisha a los ojos, ella le hizo un pequeño gesto de confirmación y se la fue metiendo despacio hasta el fondo levantando un poco el culo, ella cerró los ojos volviéndose a sentir llena de polla, inició un pequeño vaivén con su culo para meterse y sacársela sin dejar de frotarse el clítoris, Alan estaba atento a todos los detalles moviendo sus dedos al ritmo del de ella. Aisha gritaba de gusto, sus dedos presionándole el botoncito “mágico” y sintiendo el m*****o de él como entraba y salía de su interior la estaba matando de gusto, Alan fue acelerando el ritmo, a ella le empezaban a subir los calores, lo dejó seguir solo y se agarró a las sabanas con las dos manos apretando los puños, el gusto que le estaba subiendo era muy fuerte, todo en la relación con él era fuerte, y estaba claro que había aprendido rápido por el ritmo que le estaba dando a los dedos y a la follada que la estaba matando. A Alan se le estaba hiendo la cabeza de oír el ruidito que conseguía hacerle frotándole el chichi de aquella manera, que se juntaba con el de su polla entrando y saliendo. A Aisha el calorcito la abrasó corriéndose pegando unos gritos tremendos estirando con sus manos de la sabana, Alan fue escuchar aquellos gritos y cambiar los gemidos por más gritos corriéndose por segunda vez. Le hizo el nudo al condón dejándolo al lado del primero. Ese primer domingo juntos no lo olvidarán nunca ninguno de los dos, se confirmaron a ellos mismos que aquella otra persona que habían conocido casi por casualidad iba a ser alguien importante en sus vidas, no comieron metidos en el fragor de conocer sus cuerpos pero si cenaron durante el viaje de vuelta, estaban sentados en la mesa de un restaurante y se miraban pensando que aquel maravilloso día se estaba acabando… — Que pena que se acabe el día, ¿verdad? —Si, es una pena. Esta semana de después de los exámenes supongo que la tienes libre como yo, ¿no? Aisha se quedó con el tenedor en la boca pensando, entendió a su novio a la primera. ¿Qué pasó a partir de ahí?. Que su amigo y Teresa alucinaron de haber dejado a dos solitarios y encontrarse a una pareja consolidada después de un fin de semana. Qué Aisha lo más rápidamente que pudo hizo dos cosas, pedir hora en el ginecólogo para sentir a Alan más y mejor y pasar por su estética para que la depilaran entera. Qué los padres de Aisha no volvieron a oler el apartamento, pasaron la semana entera ellos amándose, fueron todos los fines de semana, las vacaciones y todos los días que tenían libres después de exámenes o por cualquier otra excusa. Se veían todos los días, ella empezó a ir al gimnasio para estar con él, con el tiempo se dio cuenta que se sentía mejor y que le ayudaba a mantenerse en forma para su pareja, si tenían exámenes quedaban para estudiar juntos en casa de uno o del otro, con la excusa de estudiar se quedaban a dormir juntos muchos días acabando haciéndolo casi a diario, se volvieron inseparables. En alguna comida familiar con los padres de los dos se les hacía la broma de que sus padres habían adoptado a alguien en la familia. Les intentaron convencer de que a lo mejor un poco de distancia entre ellos no les vendría mal, que salieran algún día solos con los amigos o cosas así, pero fue imposible, ellos se sentían fuertes juntos, se necesitaban ver, tocarse y sentirse. De tal manera iba su relación que cuando él acabó la carrera, antes de lo que sería lo normal como se planteo igual que hizo su padre y encontró trabajo en un bufete importante, los mismos padres les dijeron que se casaran, que ellos les ayudarían, estaban seguros que lo hacían para sacárselos de encima y que hicieran su vida, los padres de Aisha por fin pudieron volver a ir a su apartamento de la playa. Ellos en aquel primer apartamento pequeño que empezaron la vida de casados eran felices, era lo que querían, estar juntos siempre. Aisha acabó su carrera y encontró por unos amigos de sus padres un trabajo en un laboratorio, a partir de ahí fueron independientes. Al amigo de Alan le ofrecieron en la empresa que trabajaba un traslado subiéndolo de categoría, se fueron con Teresa a otra ciudad lejos de ellos y el contacto se limitó a algunas llamadas en fechas señaladas y algunos mensajes. Cuando Alan empezó el trabajo en aquel bufete el mismo día también lo hacía otro chico, como eran los más novatos y no conocían a nadie comían juntos y hablaban de cómo le iba a cada uno, de esta manera conoció a Leo, el mejor amigo actualmente. Aisha no tardó en quedarse embarazada y con dos años de diferencia tuvieron dos niños. Se mudaron a otro piso más grande durante un tiempo, hasta que el padre de ella le dijo a su hija que le regalaba una casa que estaba en las afueras de la ciudad si la querían, como había hecho con la hermana mayor en su momento, la fueron a ver y pensaron que invirtiendo en ella podían hacerse la casa de sus sueños. En ese tiempo a Alan las cosas como abogado le empezaban a ir muy bien, se había afianzado en el bufete y era uno de los miembros más activos, trabajaba mucho y bien. Siempre fue muy competitivo y muy deportista, se exigía a él mismo mucho para mejorar físicamente y para obtener resultados en su trabajo.
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