★ Nathan Después de la partida de Strella, tomé el camino hacia mi refugio, mi oficina. Aunque modesta en tamaño, irradiaba una calidez reconfortante, con las paredes revestidas en tonos neutros que ofrecían un telón de fondo tranquilo, contrastando con la frenética actividad de la ciudad más allá de la ventana. La luz del día se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, bañando el espacio con una suave luminosidad. Mi escritorio, el epicentro de mi labor como detective, estaba meticulosamente organizado, con montañas de documentos y expedientes que testificaban mi dedicación incansable a mi oficio. —Llegas tarde —me recibió Ana, mi compañera de cabello n***o como el azabache y ojos vivaces que siempre parecían captar hasta el más mínimo detalle del entorno. Su presencia era