Capítulo 4

902 Words

CUATRO Con la sombra del helecho entretejido cubriendo el tenue brillo de la hoguera de turba, la tripulación del Separaolas acampó por la noche. Melcorka empujó a Defensor a un lado de su cama de brezo cortado y ponderó sobre los eventos del día. Había matado a hombres y presenciado la matanza de hombres de mujeres. Había sentido el poder de Defensor y experimentó la verdadera impotencia el instante que la espada abandonó su mano. Además, se sentía responsable por la muerte de Oengus. —No fue tu culpa —Bearnas estaba acostada a su lado. Se acercó y le habló con una voz más baja—. Estás confundida. No sabes quién eres o cómo te sientes. Melcorka asintió—. En un momento era una guerrera intrépida y luego sólo era yo, una chica de Dachaigh que nunca había estado en el continente y mucho m

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