VOLVEREMOS A ESTAR JUNTOS

3145 Words
NARRA MÁXIMO —Hermano de eso era lo que quería hablar contigo —Comenta Pilo y lo único que me provoca es seguir partiéndole la cara, pero debo escuchar. Tenía que dejar de pensar con la cabeza equivocada pues ha sido eso lo que me ha hecho cometer todos estos errores de novato. Sigo dándole la espalda a Pilo mientras sigo hablando con Ovidio. —Llama a White, que investigue como demonios intervinieron mi teléfono y que se asegure que no puedan volver hacerlo. Que necesito saber que método es y que haga lo mismo en sus teléfonos. Que me envíe otro dispositivo, pero el mismo número con cifrado, que se yo. Necesito esas dos cosas como para ayer, Ovidio. No tenemos tiempo que perder en especial si Madeleine esta con esa loca. Tu guía será a quienes llevamos al viaje a Mykonos, entre ellos está el infiltrado —dije sosteniéndome sobre mis puños en el escritorio. —Está bien señor en este momento me pongo en eso —Ovidio sale de la habitación y me deja nuevamente con Pilo. —Habla que no tengo todo el tiempo para escucharte a ti y tus excusas —dije molesto. —Respondiendo a tu pregunta de hace rato. Me gustan ambos, pero disfruto más de la compañía masculina. Así que ponme el título que tú quieras, no me interesa. Conocí a Lucas hace unas semanas en un club gay, siempre he sido muy desconfiado y lo sabes que no dejo que se me acerquen. Mas debo de aceptar que atrapó mi atención desde un comienzo. Una cosa llevo a la otra y me comentó que acababa de salir de una relación amorosa. Lo siento, me estoy desviando. Nos volvimos cercanos y hace unos días lo invité a mi departamento, pero ese mismo día Alexandra me estaba esperando. Tenías días de que no venias a tu casa y eso la tenía hecha una fiera. En ese momento comenzó a ofrecernos una copa. Como vi que la botella era una de las mejores, fue abierta frente a nosotros no le preste atención y aceptamos su contenido. Después de varias copas ella comenzó a hacer preguntas y para mi sorpresa el que comenzó a hablar fue Lucas. Pregunto si era el mismo Máximo de su Esmeralda. Ese comentario nos tomó por sorpresa. Alexandra le dio otra copa y siguió haciéndole preguntas. La verdad que ya no estaba prestando atención. No pude escuchar más de lo que hablaban. Recuerdo que Alexandra llamo a dos de su seguridad y pidió que se lo llevaran. Por inercia y evitar que le hicieran daño, dije que debías estar en Dubái visitando a alguien. Fue lo único que recuerdo decir. A la mañana siguiente me levanté y no me encontré a Lucas por ningún lado y me encontraba solo en la sala de mi departamento. No sé si todavía lo tenga retenido. Si Lucas ha hablado no lo ha hecho por voluntad propia. No tenía el conocimiento que el mundo fuera tan pequeñito al punto de que la chica que siempre ha sido su imposible resultara ser la chica con la que estás saliendo —concluye y yo golpeo mi escritorio repetidas veces. —¡Maldita sea! Tenemos que movernos rápido e investigar que más sabe ese tal Lucas. Investigar si lo tienen retenido o en donde lo tiraron. Aunque, Alexandra es una víbora no la tengo como una asesina. Si lo fuera hubiera matado a Madeleine sin dudarlo. Jugaremos sus fichas mientras eso los mantenga tranquilos y los haga sentirse confiados. Necesito una pieza clave para destruirlos y tengo la sensación de que solo necesito escarbar un poco en el pasado. El único que puede ayudarme con eso es nuestro padre —digo dejándome caer sobre la silla. —¿Qué harás con la situación de Esmeralda? —Cuestiona. No puedo evitar recostarme y cubrirme el rostro con mis manos. —Haré lo que tengo que hacer, sé que no me perdonará, pero prefiero eso a que su muerte quede en mi conciencia. Eventualmente se olvidará de mí y podrá vivir una vida tranquila lejos de todo esto —dije y pare de hablar en el momento que mis ojos se conectaron con los de Pilo quien me miró con una gran sonrisa. —Me gusta verte hablando de esa manera. Pensé que jamás volverías a expresarte con tanta sinceridad y hacer este tipo de sacrificio por alguien —Las palabras de Pilo me dan una cachetada a la dura realidad que es mi vida al ser tan miserable y siempre poner a los que amo en peligro. Esmeralda se metió en lo más profundo de mi ser y aunque no sea conmigo lo único que quiero y deseo para ella es que sea feliz. —¿La dejaras ir, así como así? —vuelve a preguntar y lo único que puedo hacer es encogerme de hombros. —No, pero si ella no me acepta de nuevo, tendré que aceptarlo. Aunque esto no me quita de la cabeza la opción de que tomes esto como un llamado de atención a que tienes que buscar ayuda con la droga. No me digas con que lo puedes controlar, porque es mentira —Baja la cabeza ante mis palabras. Los siguientes días me dediqué a tratar de asimilar y sobrellevar la situación. Me abstuve de llamar a mi principessa queriendo centrar mi cabeza en otras cosas como buscar al hombre que me traicionó y que aparentemente se fue unos días antes de mi regreso. La puerta de mi habitación se abre y era Alexandra. —Amor, ya vine. No creas que me olvidé de lo que habíamos acordado. Elías ya tiene todo listo para que la mujercita esa firme. Ahora solo necesito que confirmes tu presencia en esa fiesta de cumpleaños. No te asustes, Elías me lo ha dicho pues él también está invitado. Vamos, quiero escucharte hablar con ella —dijo tomando mi teléfono de la mesa y entregándomelo. Suspiro al mismo tiempo que aprieto mi puño. Marco el número de mi bella Esmeralda y confirmo mi presencia. No pude hablarle como me hubiera gustado, pero es mejor que Alexandra sienta que soy frio con ella. Mientras menos interés por Esmeralda muestre, será mejor. —Para que veas que no soy mala persona, te dejaré tener la despedida con la mujer esa. Porque después de eso serás solo mío, cariño. Por cierto, como motivación a que hagas las cosas bien te traje una visita —dice caminando hasta la puerta buscando a Madeleine. Corro hasta ella, pero me encuentro con su rostro bañado en lágrimas. —¿Qué te pasa cariño? ¿Por qué lloras? ¿Te lastimaron? —pregunté tomando su rostro entre mis manos. —¿Por eso me tenías lejos? ¿Para ocultarme que fuiste tú el culpable de que mataran a mi padre y que mi madre se suicidara? ¿Qué fuiste tú el malo siempre? ¡Por tu culpa no tengo padres, no te quiero volver a ver en mi vida! —Soltó ella con dolor y eso no hizo más que incrementar mi rabia al ver el nivel de maldad de Alexandra. Ella se suelta de mi agarre y sale corriendo de la habitación sin darme tiempo de reaccionar ante su acusación. Me volteo y Alexandra tiene una victoriosa sonrisa en el rostro que solo me puso aún peor. Caminé rápidamente hacia ella y me detuve cuando ella levantó una pistola en mi dirección. —Intenté por todos los medios ganarme tu atención y tu amor por las buenas Máximo, pero tú me llevaste a convertirme en esto. Mañana cuando hables con ella y su familia quiero escuchar cada palabra que salga de tu boca. Quiero disfrutar el momento en que le digas que estás casado porque, estoy segura de que eso ella no lo sabe. Mencionarás que estas enamorado de tu esposa. He estado practicando con esta cosa y créeme que no te gustaría que una de estas balas termine en el cráneo de tu sobrina —dice viendo el arma. Tomo el arma con mi mano y la tiro al suelo. Llevo su mano hasta su espalda y pegué su rostro contra la pared para inmovilizarla. —Ríete mientras puedas Alexandra, porque cuando ría yo, conocerás lo que es el infierno en la tierra y ni tu padre podrá salvarte de mí ira. Ahora vete, espera mi llamada mañana —La solté y salió de mi habitación lo más rápido que le dieron sus piernas dejando atrás el arma. Al día siguiente llegué a la suite donde hice mía por primera vez a Esmeralda y donde nos hemos entregado en varias ocasiones. Estas horas que la tendría para mí la adoraría y veneraría como una diosa. La haría sentir todo mi amor en cada caricia y beso. Sin embargo, la tristeza ante la posibilidad de que esta sea nuestra última vez me sobre pasa. Mi bella Esmeralda llega tan hermosa como siempre y por más que quiero mostrarme frio o indiferente no puedo, sus hermosos ojos verdes llenos de brillo y luz no me lo permiten. Me sentía un idiota, un títere, al caer ante las amenazas de esa víbora de Alexandra. Soy un pelele que sorpresivamente manejaba una organización criminal. La cual parece ser más sencilla de manejar que la misma vida que nos toca vivir a muchos. Le hice el amor a mi bella Esmeralda con delicadeza y devoción. Nuestros labios no se separaron en ningún momento, nuestras manos estaban entrelazadas y mis embestidas eran profundas y lentas, memorizando esos gemidos y leves jadeos que se escapaban de mi mujer. Los rayos del atardecer que se colaban por el ventanal nos acompañaron a hacer de este momento algo único, diferente y exquisito. Cuando llego el momento de separarnos para ir a la fiesta no pude evitar sentirme irritado. Ella pareció notarlo y me maldecía internamente al ver su carita de inquietud. Sin más preámbulos llegamos a la fiesta, Peter ayudó a Esmeralda a salir del auto en el momento que marqué al número de Alexandra. Cuando contestó lo único que escuché fue. —Recuerda lo que tienes que decir —guardo mi teléfono, modificando el altavoz y el sonido del otro lado del teléfono. Tomé la mano de Esmeralda, la mire una vez más y la bese por última vez. Ya le había dicho que la amaba y que sin importar lo que pasara lo haría siempre. Comenzamos a caminar hasta la mesa donde puedo visualizar a la gran familia Galeano. Debo de admitir que me esperaba a los padres de Esmeralda más jóvenes. Aprete ligeramente la mano de Esmeralda y viéndola a los ojos dije en mi mente. «Espero algún día puedas perdonarme por esto principessa.» El ambiente se tensó de inmediato era más que claro que ellos ya sabían quién era yo. Las palabras comenzaron a salir y fue hasta que intervino Esmeralda que sentí un enorme dolor en mi estómago. Sentía que este golpe sería más para mí que para ella. Tomé el valor recordando que tenía a Alexandra del otro lado de la línea esperando por mis palabras. Como veneno de serpiente cada una de mis palabras iban haciendo efecto en Esmeralda. Moría por decirle que cada palabra que dije es mentira, pero no lo fueron del todo. Mi relación con ella realmente había comenzado como una venganza y mi matrimonio con Alexandra. Luego todo solo salió de mi boca con la pura intención de herirla y alejarla de mí. Sus ojos llenos de dolor y de lágrimas estaban haciéndome perder la cordura, pero debía mantenerme en firme si no, no iba a servir de nada todo esto. Estaba por irme, sin embargo, no imagine que me apuntara a la cabeza con un arma. Su pulso temblaba y aunque sabía que estaba en todo el derecho de matarme aquí y ahora debía persuadirla. No podía permitir que se convierta en una asesina y no podía irme sin acabar con los Konikov. Esmeralda eleva el arma disparando al aire su frustración. Sus ojos me vieron todo el tiempo, me encantaría poder transferir todo su dolor a mí, pero no puedo. Este dolor es inevitable para ambos y tenemos que hacerle de frente hasta que no haya barreras que nos impidan estar juntos, aunque eso sea un imposible ahora. El cuerpo de Esmeralda comenzó a temblar y aunque me moría por tomarla en mis brazos no podía. Su madre comienza a pedirle que resista que no se vaya y yo estoy sin poder entender sus palabras. Ella se desploma en el suelo tomando su pecho. Yo miro la escena frente a mi horrorizado al no entender porque un hombre mayor le está practicando RCP y pidiendo por sus medicamento. —¿Qué le pasa? —pregunté con mi voz temblorosa y viendo todo con un enorme temor. —Esmeralda está enferma del corazón y no solo se lo has roto emocionalmente, si no que le has provocado una crisis cardiaca. Si mi hija se muere te juro Máximo Agustín Marchetti Fiore, no habrá lugar donde puedas esconderte de nosotros. Ahora, ¡Lárgate! ¡LÁRGATE! —me grito su madre y algunos hombres me rodearon y llevaron del lugar. Me dejé hacer porque no tenía la fuerza para pelear. No termino de entender que es lo que tiene Esmeralda más que tiene una enfermedad en su corazón. Un frio recorre mi cuerpo ante la posibilidad de que muera por el dolor que le acabo de causar. Ovidio me saca del agarre de dos de los hombres y me hace caminar hasta el auto. La puerta se cierra y puedo escuchar gritos venir del bolsillo de mi pantalón. Saco mi teléfono y lo llevo a mi oreja. —Ya —fue lo único que dije antes de escuchar los gritos de júbilo de Alexandra del otro lado del teléfono. Colgué la llamada en ese segundo. Me quedé dentro del auto esperando que la ambulancia llegara y así poder seguirlos. Quería saber qué es lo que tenía realmente Esmeralda. Que enfermedad tenía o que tan terrible es como para que en estos casi 4 meses no me dijera nada y no me diera cuenta de nada. Miré el estado en el que la subieron a la camilla y me sentía culpable por eso. Llegamos hasta el hospital y lo primero que hice fue sobornar a una enfermera para que me diera acceso al expediente clínico de Esmeralda. Mientras esperaba fuera del auto a Ovidio quien traería el expediente interpretado para mí. —No creo que le guste esta información señor —comenta Ovidio viendo los documentos en sus manos. Se los arrebato y comienzo a leer. Ella padece de una cardiopatía congénita desde nacimiento y ha pasado un sinfín de veces en el hospital. Mis manos comienzan a temblar y siento que el aire no puede llegar a mis pulmones. “La paciente presenta un embarazo de 13 semanas, evaluación continua -alto riesgo-” Eran las palabras que estaban subrayadas en su expediente. Mi principessa está embarazada y no me había dicho nada. Ahora si sigue con su embarazo es posible que ninguno de los dos viva. Mi pecho martillaba tan rápido que un mareo me hace casi caer al suelo, pero logré sostenerme sobre el capó del auto tratando de procesar esto. Ella no podía seguir con ese embarazo, no podría vivir si algo le pasara a ella por mi culpa. Me maldigo enormemente porque yo no la cuide tampoco. Nunca me preocupé por preguntarle, solo me dejé llevar como un maldito adolescente que comienza a vivir. No puedo quedarme sin hacer nada mientras ella está enferma. Me niego a perderla, puedo vivir sin hijos, pero no sin ella. Aprieto mis puños al recordar lo que acabo de hacer y como sería recibido por su familia y por ella. Sentí calma cuando Ovidio me llamó a notificarme que está bien y controlada. Mas el miedo de perderla me dio el valor de caminar hasta el hospital. —¿Ovidio? —Escuché una voz femenina preguntar detrás de nosotros. —¿Aitana? —Pregunta Ovidio sorprendido—. ¿Qué haces aquí? —Mi tía Esmeralda está internada aquí. ¿Qué haces con este hombre? —Dejo de prestarles atención pues no me interesa a diferencia de la salud de Esmeralda. Subí hasta su habitación y ante los regaños y demás de su familia me planté a un lado de su cama. Necesitaba hablar con ella, no podía permitir que continuara con su embarazo si eso la podía matar. Nuestro intercambio de palabras no fue como debería haber sido. Mi desesperación, la intensidad de su mirada y la presencia de su familia solo hizo que la situación se tornara cada vez más tensa. Me fui antes de seguir diciendo más estupideces que solo le causaran más dolor a mi principessa. Me encontré con Ovidio en el pasillo. —¿Ahora que hará señor? —pregunta metiendo sus manos en sus bolsillos. Negue pasando mi mano por mi cabello. —No lo sé Ovidio, lo importante en este momento es que Alexandra no se entere de esto —Dije mientras caminaba por el pasillo hasta el estacionamiento de nuevo. Entre al auto antes que Ovidio ya que se quedó atendiendo una llamada. Por primera vez, después de muchos años una lágrima rodó por mi mejilla. Gracias a la única persona que me había hecho sentir de nuevo. Dejé que la lágrima siguiera su curso y junto a ella brotaron más. Sin darme cuenta muchos sucesos en mi vida pasan por mi mente. La muerte de mi madre, mi esposa, mis hijos, mi hermano, mi sobrino y mi cuñada. Ahora podría perder a Esmeralda y aunque soy un egoísta y un idiota por pedirle abortar a nuestro hijo. Este enorme vacío en mi corazón que ella logro llenar de nuevo no quiere volver a estar de esa manera. —Prometo que lo solucionaré y volveremos a estar juntos, si el tiempo y la vida así lo quieren mi bella principessa. Mientras tanto desde las sombras te cuidaré —susurro para mí mismo mientras estaba viendo una imagen suya en mi teléfono. Ovidio entra al auto y me limpio el rostro. Enciende el auto y se queda mudo. Posiblemente la impresión de verme de esta manera después de muchos años. —Di lo que tengas que decirme Ovidio —dije mientras el auto se ponía en marcha. —Señor, hemos encontrado uno de los hombres que buscábamos, desgraciadamente lo han encontrado muerto — me dice Ovidio. —¿De quién se trata? —pregunté con la ceja alzada. —Todo apunta que es el joven que buscaba su hermano Pilo, Lucas. --------------------------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2304194085811
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