ANA. Aquí estoy entrando de nuevo a la ciudad, sola, sin haber hablado con Martín, el día de ayer, no me llamó ni por equivocación. —Peter, por favor, déjame en la casa de mis padres. —Lo miro a través del retrovisor. No tengo ganas de parar en mi apartamento, prefiero acabar con esta noche más pronto que tarde. No puedo ocultar mi rostro de decepción, lo que me frustra bastante, por que no creí que llegara a afectarme de esta manera, de verdad creí que la cena iba a ser diferente, tal vez mi padre me vería diferente si se diera cuenta que puedo estar con un hombre con estatus social “definido”. Se que suena terriblemente mal que diga eso, ya que siempre me he caracterizado por ser una mujer tan independiente, pero no se porque espero la aprobación de mi padre a través de la presen