ANA. —Papá —intento que mi voz suene firme. —Ana. —Ayu…ayuda…ayudame —esta vez, no puedo ocultarme, tras mi cortina de humo de mujer fuerte, simplemente estalló en lágrimas. Tirada sobre el piso frío del apartamento de Martín, abrazada a mis piernas, en una posición deprimente, llamo a mi padre. lo necesito más que nunca, lo necesito más que siempre. No se cuanto tiempo paso, pero se que no fue demasiado, no he parado de llorar, este dolor de haber sido abandonada por Martín, cuando más nos necesitábamos, no se compara con el dolor de los golpes, esto arde por dentro, esto quema y esto debilita. El alma no se recupera con medicamentos o terapia. me alzan y el olor de mi hermano Stephen, invade mis intranquilidad, me aferro a su cuello y lo abrazo tan fuerte, que siento que lo voy
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books