Sofía Me encontré a Catalina sentada en la pequeña sala con una pierna cruzada arriba de la otra, moviéndola insistentemente mientras empuñaba una taza de café. -Cuéntamelo todo, te vi por el balcón- se levantó de golpe y dejó su tazón sobre la mesa de la cocina, llevó su mano a la boca y comenzó a morderse las uñas. Me alejé un poco de ella y con una gran sonrisa le dije, – mañana te cuento- y corrí para encerrarme en mi dormitorio, puse todo mi peso tras de la puerta porque sabia que ella iba insistir en entrar, reí como una pequeña niña cuando recordé los juegos que teníamos con Catalina en ese entonces, todos trataban de escapar, huir y pillar, lo pasabamos tan bien que quise rememorar esas sensaciones que me hacían sentir viva. -No puede ser, eres una gilipollas -me dice golpeand