El Eco del Silencio: El Funeral de Bela y la Verdad Oculta

1628 Words
Maldición, no sé que está pasando con Bela y Jasper no me dice nada. Logré contactar con él hace poco, y sólo me dijo que me mantuviera concentrado en la pelea. No sé que pasa entre ellos dos, pero no me gusta Buscamos a Bela entre las personas que se refugiaban en el sótano. No había un rastro, un aroma… nada… Debo encontrarla o me volveré loco… esa es Darla, ella debería poder decirme algo, sé que ha cuidado de Bela y son amigas ― Darla me alegra verte ― tomé sus hombros ― ¿Dónde está Bela? ― pregunté ― Lo siento Alfa, no he visto a Bela desde ayer por la tarde ― ella estaba nerviosa, podía sentirlo ― ella fue al bosque Alfa, no cree que algo le pasó ¿cierto? ― su rostro estaba pálido ― ¿Cómo que fue al bosque? ¿Por qué nadie nos dijo nada? ― mi furia fue apenas opacada por el pánico que me invadió… Mi pareja salió sola al bosque rodeado de rogues… No… *Narrador* El aire estaba pesado con el olor de la batalla y la sangre, pero algo más flotaba en el ambiente: una sensación de vacío que crecía a medida que los trillizos avanzaban por el oscuro bosque. A pesar de que el sol había comenzado a salir, los árboles proyectaban sombras alargadas y macabras, como si el mismo bosque guardara un oscuro secreto. Darion lideraba el grupo, con Deacon y Aaron siguiéndolo de cerca. Ninguno hablaba, pero todos compartían la misma angustiosa certeza: Bela no estaba con la manada, y lo que encontrarían no sería lo que esperaban. Darion podía sentir a Volcoff, retorciéndose inquieto. Aunque seguía distante, su dolor y desesperación eran palpables. Las pisadas de los tres hermanos resonaban pesadamente contra el suelo cubierto de hojas secas y ramas rotas, sus cuerpos marcados por la fatiga de la pelea, pero sus corazones al borde de un colapso aún más profundo. Cada paso hacia el interior del bosque los llevaba más cerca de una verdad que temían enfrentar. De repente, Aaron se detuvo ― Es aquí… ― murmuró con voz apenas audible, su mirada fija en una cabaña adelante. Ninguno de ellos la había visto antes, pero su corazón les gritaba que lo que buscaban estaba más allá de esos árboles. Darion siguió adelante, forzando a sus piernas a moverse, aunque cada fibra de su ser rogaba por detenerse, por retrasar lo inevitable. A su lado, Deacon respiraba con dificultad, su cuerpo tensado, mientras su lobo Raicoff se movía desesperado dentro de él, clamando por su compañera. La cabaña era gris, abandonada. Podían ver a sus compañeros caminando cerca, sus padres también estaban ahí, pero todo estaba envuelto en un inquietante silencio. Las hojas apenas se movían, como si el mundo mismo hubiera contenido el aliento en ese lugar. Y allí, bajo un gran árbol, yacía Bela. Su cuerpo, pálido y frío, parecía diminuto entre las raíces enredadas y la maleza oscura. La primera en notarlo fue una flor marchita que descansaba sobre su pecho, como una última burla de la naturaleza ante la vida que una vez había sido. Su cabello, ahora apagado, estaba esparcido como un halo oscuro alrededor de su rostro. Pero lo que más impactaba era su expresión: tranquila, casi serena, como si hubiera estado en paz cuando el final llegó, a pesar de todo el sufrimiento que había vivido. Darion cayó de rodillas junto a ella, su mirada fija en el cuerpo inmóvil. El silencio lo golpeó, llenándolo de una desesperación que no pudo contener ― No... no puede ser... ― murmuró mientras su mano temblorosa se acercaba al rostro de Bela, su piel tan fría como la noche que acababan de pasar. Volcoff estaba en silencio ahora, completamente ausente, como si el lobo supiera que no había vuelta atrás. Deacon, quien hasta ese momento había contenido su angustia, se lanzó hacia Bela, tomando su mano en la suya. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero se negó a llorar. ― Bela... por favor... no... tú no... ― Las palabras morían en su garganta, el remordimiento y el amor reprimido asfixiándolo. Raicoff rugía dentro de él, incapaz de aceptar lo que estaba viendo. ― Lo siento... lo siento tanto... ― Deacon apretó los dientes, deseando poder cambiar todo, deseando que su amor no hubiera llegado demasiado tarde. Aaron, el más racional de los tres, permaneció de pie al principio, observando la escena con una mezcla de horror y culpa. Siempre fue el que trataba de entender las cosas, pero en ese momento, no había explicación posible. Su lobo, Voltaire, estaba en silencio, pero no era el tipo de silencio sereno que uno podría esperar, sino uno lleno de pérdida, como si una parte de ellos hubiera sido arrancada para siempre. Aaron finalmente se arrodilló junto a Bela, con lágrimas silenciosas cayendo por su rostro ― ¿Qué hemos hecho...? ¿Qué hemos permitido que ocurra? ― El dolor en los trillizos era palpable, no solo por la muerte de Bela, sino por lo que ella representaba. El rechazo, la traición, el arrepentimiento. Todo se juntaba en ese momento, oprimiéndolos con una fuerza que les robaba el aliento. Habían sido cegados por su orgullo, por su miedo, y ahora pagaban el precio más alto: la pérdida de su compañera. Deacon se inclinó hacia Bela, colocando suavemente su frente contra la de ella, su voz rota. ― Te amé… siempre lo hice… pero fui un cobarde. Perdóname... ― Aaron puso una mano en el hombro de su hermano, incapaz de decir algo, porque sabía que no había palabras que pudieran aliviar el dolor que sentían los tres. El viento comenzó a soplar suavemente entre los árboles, como si el bosque susurrara una despedida. Pero para los trillizos, no había consuelo en ese susurro. No quedaba nada más que el vacío, un abismo profundo en el que sabían que caerían si se permitían rendirse completamente a su pena. Al final, Darion levantó la mirada, sus ojos enrojecidos por las lágrimas que luchaba por contener ― Esto no puede quedar así... ― dijo, su voz cargada de una determinación nacida del dolor más profundo ― Las brujas, el mago... quien haya sido, lo pagarán ― Deacon y Aaron asintieron en silencio. No había duda en sus corazones. La venganza sería su única forma de redención, aunque sabían que nada, ni siquiera eso, les devolvería a Bela. Con cuidado, los tres hermanos levantaron el cuerpo de su compañera, sus movimientos lentos y reverentes, como si con ese último gesto intentaran enmendar todos los errores del pasado. Y mientras caminaban de regreso a la manada, el peso de la muerte de Bela no era lo único que cargaban sobre sus hombros; también llevaban el peso de su propia culpa, una carga que sabían que nunca podrían dejar atrás. Dieron a Bela un funeral adecuado para su Luna, la manada no sabía la verdad de lo ocurrido, todos pensaron que ella murió debido al ataque de los rogues, la manada asistió para dar u ultimo adiós a Bela. Los trillizos quedaron en silencio mirando ese ataúd, sabiendo que ella se había ido para siempre. Jasper estaba del otro lado, en parte triste y en parte furioso por lo ocurrido, sólo él sabía la verdad. Ella murió antes de que comenzara el ataque, sus ojos eran incapaces de ocultar lo que sentía Deacon lloraba por ella, sentía su dolor acompañado de la negación de su lobo quien no aceptaba que ella estuviera muerta. Darion se sentía furioso y sólo podía pensar en vengarse de aquellos que asesinaron a su compañera. Aaron estaba perdido, no tenía idea de como seguir. Todo en su plan estaba destruido, él estaba destruido y no podía decirle a nadie que había perdido a Voltaire… En su mente solo tenía la última vez que vio a Bela, acurrucada detrás de los pilares de la entrada, temblando y llorando al saber que él estaba encontrando una sustituta para su pareja. En aquel momento se alegró de que ella presenciara ese momento, quizás de ese modo al fin aceptaría el rechazo… Pero ahora esa escena era todo lo que tenia de su compañera. Al final del día la manada seguía en pie, sobreviviendo a uno de los ataques más feroces de su historia, con una sola perdida. Esa tarde en la casa de la manada se reunieron los alfas y betas para discutir las consecuencias del ataque, además debían tomar decisiones pronto ― ¿Cómo se encuentran nuestros guerreros? ― preguntó Alfa Ashton ― La mayoría de los heridos se ha recuperado por completo, los de mayor gravedad siguen en el hospital bajo cuidado médico, pero se encuentran fuera de peligro ― contestó Jasper ― Bien, ¿qué sabemos de estas criaturas? ― el Alfa suspiro ― todos lo vimos, no estaban vivos, nos enfrentamos con cadáveres que no podíamos destruir ― ― Eran controlados por brujas, nos encontramos con ellas ― contestó Darion al ver que su hermano mayor no parecía prestar atención a la reunión ― ¿Qué tipo de brujas? ― preguntó Beta Cameron ― Eran tres brujas, tenían marcas por todo el cuerpo, símbolos que no reconocí ― ― Eran runas Enkai, se notaba a leguas el uso de magia oscura… ― intervino Aaron finalmente ― Eso nos deja con un problema aun mayor, si nos enfrentamos a brujas que tienen ese nivel de magia, no podremos solos contra ellas. ¿Alguien sabe que estaban buscando aquí? ― preguntó Luna Ivy con temor a la respuesta, aunque Bela ya no estuviera no sabía que podrían obtener de ella o su cuerpo ― Hablaron de un grimorio ― recordó Darion ― ¿Grimorio? ― los adultos se miraron entre si
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