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DAMIÁN Manejo por la ciudad, la Srta. Molina mira por la ventana, no puedo creer lo idiota que fui al dejarla, jamás me imagine que Javier llegaría tan lejos, mis puños arden por la golpiza que le di, pero no me arrepiento, lo hubiera matado si la hubiera lastimado. Es mi culpa, no debí dejarla sola, no debí haberme ido con Samatha, espero que me perdone, aunque ni yo mismo puedo perdonarme haberla puesto en peligro. Estaciono el coche en el aparcamiento de mi edificio, ella me mira, sus ojos aún son cristalinos No puede verte nani así – digo, ella no dice nada, me bajo y la ayudo a bajar, entramos al elevador, la tengo pegada a mi cuerpo, parece tan frágil, nunca la había visto tan indefensa, la Srta. Molina siempre ha tenido un carácter fuerte y no se deja de nadie, pero está noche,