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ELENA Me miro al espejo del lujoso baño, esa tal Samatha fue amante de mi jefe, lo recuerdo bien, y ahora está aquí coqueteándole, sé que no debo ponerme así, el siempre será mi odioso jefe, pero como le digo a mi corazón que lo entienda. Se que todas las veces que se ha portado lindo conmigo o cuando fuimos todo el día de paseo, fue solo porque él es así, risueño, no porque sienta algo por mí, ¿cómo podría sentirlo?, solo soy su asistente, él ha tenido mil mujeres, la mayoría rubias de grandes pechos y prominentes caderas, rubias sexys y sensuales y yo jamás estaré a la altura de ellas. Solo soy su asistente, todo el mundo lo sabe y está bien, lo acepto, solo, me duele verlo con una más de sus rubias. Suspiro fuerte y salgo del baño, afuera todos siguen bebiendo con sus copas en man