Unos minutos más tarde... Alguien llamó a su puerta. Él lo ignoró. Otro golpe. Más golpes. Siguió ignorando y siguió leyendo. Palabra por palabra. Página tras página. El golpe persistió. Aumentado. Suspiró y trató de desconectarse. Entonces vino la voz. — Manuel déjame entrar... El se congelo, se detuvo. Sus ojos se alzaron. Luego se levantó y abrió la puerta. Manuel miró a su ex alumna en silencio. Su cabello rosado caía gloriosamente por las puntas de sus hombros y su piel estaba enrojecida. Llevaba otro vestido corto de seda n***o, uno que dejaba poco a la imaginación. Sus ojos... eran de un verde oscuro, tanto ardientes como hechiceros. Entonces vio que también estaban borrosos. Estaba borracha, eso era dolorosamente obvio. Y la ansiaba, como no ansiaba a ninguna mujer antes,